Foto de Héctor Urzaiz
Han pasado de medio-llenar la sala Lolita de Razzmatazz (como ocurría allá por octubre de 2013) a ocupar esa misma discoteca con una fiesta en la que acaparan la mayor parte del protagonismo. De ser blanco de críticas, amor y ruido, a ser blanco de críticas y (a la vez) de idolatría e interés desmedido. A Pxxr Gvng, el colectivo formado por Kefta Boyz (Yung Beef, Steve Lean y Khaled) y D.Gómez, les ha bastado prácticamente un año para hacerse con el cotarro, algo que se materializa no sólo en momentos como el del jueves sino en hechos paralelos como su reciente confirmación en Sónar 2015.
“Estamos como en una placeta, hermano”, decía Yung Beef por el micro poco después de arrancar la velada. Verídico. El colectivo tomaba el escenario de la sala Pop Bar junto a sus ratches (que pasaron prácticamente el concierto entero junto a ellos) y convertía en tarea imposible cualquier acercamiento a primeras filas. Ni la Mala Rodríguez (que contemplaba la actuación entre el público y con gesto de disfrute) se atrevió a pasar de mitad de campo. Su número de fans es contundente. Y si no, que me expliquen tweets como “¿Quién va a la trapjaus desde Málaga?” (entre otras muchas escenas).
Durante los días anteriores, con la ciudad empapelada de carteles del evento, algunos de los artistas implicados en el sarao (que en total, eran unos cuantos: Alizzz, Ikki, Beauty Brain, DJ2D2, Sanatruja, Roberto Piqueras, Mime, DJ Muly, DJ Ches, Mthbts, Korby y Toner además de los propios Pxxr Gvng) insistían desde sus diferentes perfiles 2.0 y a base de fotos y vídeos, en una idea básica: el concepto de “casa”/”hogar” como base del evento en sí. De ahí que Razzmatazz se convirtiera en una especie de piso franco del trap para la ocasión, con frigorífico incluido ubicado en la Pop Bar. En la sala principal de la discoteca (la más amplia y la que normalmente aglutina mayor cantidad de borrachera guiri por metro cuadrado): sofás, una mesa, varias alfombras y una lamparita hacían el papel de living room. El balcón hacia el que estaba orientado el “comedor” (normalmente lugar de paso de la discoteca) pasaba a ser una especie de Boiler Room donde la distancia entre artistas y público se convertía en inexistente. Y aquí estuvo la parte más jaranera de la noche y donde quedaba patente la chicha de toda la historia.
Porque si la distancia entre público y artistas era de cero, lo mismo ocurría con la distancia entre los propios artistas que, en una especie de artimaña perfectamente ensayada, se invadían el escenario unos a otros consiguiendo que el ritmo de la noche fuera frenético. Así, los acentos bachateros se fusionaban con el hip hop, y la voz de French Montana con la de Hannah Diamonds y todo era twerkeable y digno de maldades. Southside (de 808 Mafia) compartía escenario con los Pobres, que a su vez compartían escenario con la exuberante voz de su prima Favi Estrella. Favi agarraba el micrófono sin estar anunciada como invitada; lo mismo ocurría en el cierre con La Santísima Virgen María que, sin estar incluido en el line-up, se unía a Alizzz tras los platos a última hora. Y en esta jugada de apariciones especiales, hasta Dj Detweiler se colaba en el cartel sin avisar. Ante semejante panorama resultaba muy apetecible la presencia de Wacka Flocka -que días antes cancelaba su aparición en Barcelona por problemas para salir de su país (según la propia organización del evento)- aunque con la noche en estas tesituras, no hubo tiempo ni para pensar en ello.
La guinda de la noche llegaba con Alizzz; primero en un b2b junto a DJ2D2, después junto a La Santísima y ya para rematar con Yung Beef (micro en mano). PC Music, Jersey Club, Jarfaiter, Spice Girls, Bollito Cream, Disclosure, el “Save Me” de Spinee y hasta “El Tiburón”. Y Yung Beef -que agarraba por el hombro a Alizzz- contemplando cómo el público le acompañaba a grito bien alto en cada una de las rimas (hasta en los beefeos escondidos por soundcloud). Como en una placeta, vaya. Si este es el espíritu que va a reinar en la casa del Trap cada día que se celebre: ¡bravo!