La sombra de James Gunn y los Guardianes de la Galaxia
Sí, James Gunn y sus dos entregas de Guardianes de la galaxia dejaron claro que se puede romper con el modelo tradicional de película Marvel y obtener el favor de la crítica y del público. Vamos, mostrar personalidad más allá de un acabado técnico fantástico, el fan service, y una factura artesanal de bastantes quilates; las tres cosas que caracterizan los filmes salidos de la división cinematográfica de la editora de comics regentada por el incombustible Stan Lee. Pues bien, en sus mejores momentos, Spider-Man: Homecoming se mira en el espejo de Gunn y logra insuflar frescura e ideas a ese modelo cerrado. Los primeros minutos, donde se resume en clave cómica la experiencia del hombre-araña en Capitán América: Civil War a través de un video casero grabado con el móvil son: a/ puro Guardianes de la galaxia, y b/ una de las ideas de puesta en escena más brillantes de la ficción súper-heroica reciente. El nuevo Spider-Man –un Tom Holland encantador- también guardianea en los hilarantes videos educativos que protagoniza el Capitán América (vale la pena quedarse hasta el final de los créditos. Y hasta aquí podemos leer), y en la vis cómica del personaje interpretado por Jon Favreau – recordemos, director de los dos primeros Iron Man-.
Un John Hughes con superhéroes
Spider-Man: Homecoming es la primera película del superhéroe arácnido que forma parte del actual universo expandido de Marvel –va justo después de la antes citada Capitán América: Civil War-. Un nuevo reboot –el segundo en pocos años- en el que Kevin Feige, persona que mueve los hilos en los Marvel Studios, ha decidido convertir a Peter Parker en un chico en plena edad del pavo. Una operación a todas luces satisfactoria después de ver los resultados. La película, coescrita por uno de los protagonistas de Freaks And Geeks, John Francis Daley, toma como ejemplo las cintas teen de John Hughes para ilustrar la vida en el instituto de un hombre-araña que aquí solo tiene quince años. Su troupe de amigos, sobre todo su compañero asiático fan de La guerra de las galaxias, parece una actualización de la que encabezaba Anthony Michael Hall en Dieciséis velas. Y la cosa no se acaba ahí, ya que, en una de las secuencias más divertidas de la cinta, no solo se homenajea el tramo final de Todo en un día, sino que también se muestran imágenes en una televisión de ese legendario título de Hughes protagonizado por Matthew Broderick.
La difícil conciliación entre adolescente y superhéroe
Sam Raimi, director de la primera trilogía moderna del hombre-araña –la que interpretó Tobey Maguire-, solo necesitó dos entregas para firmar una de las mejores películas de superhéroes de todos los tiempos. Spider-Man 2 era y sigue siendo casi perfecta por muchas razones. ¿La principal? Lo bien que plasmó, sin olvidar el cine espectáculo ni caer en el tremendismo, la difícil conciliación entre vida privada y aventuras súper-heroicas de Peter Parker, y la desesperación/frustración que esto le producía. Spider-Man: Homecoming no profundiza tanto en el tema como Raimi, pero sí lo hace de forma elegante con unos cuantos trazos. El Spider-Man de este reboot se nos presenta in media res –el origen de sus súper-poderes o la muerte de su tío se dan como algo sobrentendido dentro de su mitología-, y su principal meta es encontrarse a sí mismo. En esa búsqueda, descubrirá lo complicado que es ser un adolescente –los primeros amores y la vida en el instituto- con habilidades especiales. Un hecho que, en la última parte del filme, se convierte casi en una historia de terror psicológico –no entraremos en detalles para evitar los spoilers-.
Guiños al Superman de Richard Donner
Es como una prueba del algodón dentro del género: si eres capaz de guiñar el ojo con clase e inteligencia al Superman de Richard Donner –vamos, el primero de Christopher Reeve-, tu película de superhéroes va a molar. Lo hemos comprobado hace poco con Wonder Woman que, ojo, hasta se atrevía a birlar la escena donde Clark Kent paraba una bala con la mano en un callejón. Spider-Man: Homecoming no realiza un homenaje tan evidente, pero sí lo hace en espíritu. Y es que las dos escenas de acción más sonadas en las que interviene el hombre-araña –una en el obelisco de Washington y otra en el Ferry de Staten Island-, son dos set-pieces de salvamento de civiles in extremis que bien podría haber protagonizado el hombre de acero.