Al menos 250 muertos en el festival Nature Party tras el ataque terrorista de Hamas
El ser humano es el ser vivo más contradictorio de toda la naturaleza, capaz de demostrar empatía y solidaridad en los momentos más impensables, pero por otra parte capaz de cometer atrocidades que consiguen que perdamos la fe en que llegará el día en el que podamos vivir en paz y en harmonía. Lo que ha ocurrido en el festival Nature Party más allá de ser calificado como un acto terrorista es una demostración más que el fanatismo nos transforman en bestias sanguinarias irracionales. Aunque las guerras sean demenciales y despreciables, éstas se producen en un contexto determinado. No hay argumentos para justificar una guerra, pero lo que ha pasado en este festival va un paso más allá, ya que aniquilar a unos jóvenes cuyo único pecado era bailar y reivindicar la paz es un acto cobarde y demoniaco.
Las tragedias en los festivales o en el contexto de una actuación musical suelen deberse a la imprudencia, a la falta de previsión, a la torpeza de los organizadores o a accidentes no intencionados que terminan siendo fatales. Las imágenes que hemos visto son una carnicería sin sentido, más propias de una película de terror que de la vida real.
Imaginamos que ya todos sabréis lo sucedido, un festival a favor de la paz en medio del desierto y cerca del Kibbutz Urim, en el sur de Israel, próximo a la Franja de Gaza. En medio de la fiesta las milicias de Hamas descendieron desde al aire al recinto en parapentes y por tierra en diferentes vehículos. Sin mediar palabra, sin dar posibilidad a los asistentes comenzaron a disparar indiscriminadamente, provocando el caos absoluto. Centenares de muertos, personas secuestradas, y los más afortunados escapando en desbandada por el desierto.
No queremos alimentar el morbo añadiendo en este artículo imágenes y vídeos de lo sucedido más allá de la foto de portada. Creemos que es irrespetuoso cebarnos en el dolor de las víctimas y de sus familias, bastante están sufriendo ya.
Lo único que podemos es condenar esta barbaridad y solidarizarnos con los que han tenido que sufrir este asqueroso ataque. Y reafirmarnos en que aunque nos cueste seguimos creyendo en el los seres humanos, en las personas que buscan en la vida la felicidad, que la demuestran bailando y disfrutando de la música. Cuantos más seamos, más pronto lograremos vivir en un mundo mejor.