Cuatro tracks a cargo de aya para reflejar la alegría, el terror y la confusión de tener que enfrentarse al mundo.
Cuando uno lleva más de 30 años escuchando regularmente música electrónica, sea de baile o no, es como llevar 30 años fumando cannabis: pocos blancazos vas a tener ya. Pero de vez en cuando tienes que darle un buchito a una Coca-Cola para espabilar. Bien, pues este es el caso.
Aquí y ahora podríamos copiar la nota de prensa (ininteligible para el foráneo al mundo de aya) y quedarnos así como pensativos, para epatar, como cualquier subnormal que da lecciones en redes sociales sobre la curación del cáncer con lejía -en el sentido categórico de la RAE-, por poner un ejemplo al azar de los cientos de miles de subnormales que emiten juicios de valor a diario en redes sociales sobre cualquier tema, y nos quedaríamos tan panchos.
Preferimos simplemente recomendarte este disco de electrónica contemporánea que, si bien los más modernos del lugar disfrutarán en los clubs pero que también es un disco muy disfrutable en tus auriculares inalámbricos mientras haces ese tedioso viaje en transporte público.