Esta cuarta temporada supera a la segunda y a la tercera pero se queda lejos de la obra maestra que dio inicio a este excelente producto.
No hay cosa más jodida en el mundo que vivir a la sombra de algo o alguien que ha conseguido la excelencia, las loas y las bendiciones de todo el mundo. Sentir como el síndrome Salieri te invade ante las constantes comparaciones con aquello que logró sobresalir de la media. Este es el caso de la cuarta temporada de True Detective, una historia correcta e interesante pero que se ve eclipsado por el fenómeno de masas que fue la primera temporada. Si se hubiera llamada True Alaska o Alaska Detective quizás habría recibido más atención y mejores críticas, pero al llamarse True Detective es imposible retrotraerse al inicio de la franquicia, a esa obra maestra que quedará en la historia como una de las mejores series de la historia. Aún así, si dejamos aún lado su nombre, esta cuarta temporada tiene más pros que contras, aunque los contras en ocasiones son demasiado evidentes.
True Detective: Night Country, llegó con un sesgo en redes sociales que ha afectado a su repercusión y que ha causado bastante polémica. Los culpables los de siempre, hombres llenos de complejos delante de un ordenador que no toleran una historia que no esté protagonizada por un pene y dos testículos. Que las dos protagonistas sean mujeres, que se relate la visión de una realidad desde una perspectiva femenina y que se muestren al 90% de los hombres de esta ficción como personas mezquinas, a estos frustrados con chaleco acolchado de Cayetano les saca de sus casillas. Eso sí, si la historia relatara la aventura de unos machos cargados de testosterona y rodeados por un 90% de mujeres floreros…, no levantarían la voz ni volcarían toda su bilis en las redes.
True Detective: Night Country no trata de lo buenas que son las mujeres y lo malos que son los hombres. Es simplemente una ficción desde el punto de vista femenino, protagonizada por dos mujeres como podía haber sido protagonizada por dos hombres o por dos osos polares. Esta serie nos habla de la tristeza, de la pérdida, de la culpa, de la codicia y sobre todo nos deja bien claro que un bien mayor no vale una vida inocente.
LA TRAMA
La acción transcurre en un pueblo llamado Ennis (Alaska), durante la larga noche de invierno. Es decir, durante esa temporada del año donde no se ve la luz durante todo el día. Ocho hombres que trabajan en una estación de investigación llamada Tsalal desaparecen sin dejar rastro. La detective Liz Danvers (Jodie Foster) es la encargada de investigar el caso, un caso que se complica cuando los científicos aparecen congelados en una especie de escultura helada y macabra. La antigua compañera de Danvers, Evangeline Navarro, se une a la investigación ya que encuentra una conexión con un asesinato anterior no resuelto.
Esta es la base del argumento de la serie, pero hay mucho más, las relaciones personales en el pueblo, el sufrimiento de la población indígena, la desesperación y la amargura de los protagonistas marcada por un pasado doloroso, y la constatación de que vivir en un territorio tan extremo es muy jodido y que deja secuelas incurables tanto físicas como emocionales.
LA TRAMPA
La trampa, o si queremos definirlo como el truco de guión para dotar a la serie de una atmósfera de desasosiego y en ocasiones de terror, es la utilización de elementos paranormales que se mezclan con la pura realidad. Presencias inquietantes, fenómenos rollo Iker Jiménez y metáforas tribales son constantes en la narrativa y se usan como herramientas de confusión, para que el espectador no tenga claro si debe utilizar la lógica o la espiritualidad para resolver la trama. Este juego confuso se utiliza hasta el último plano, aunque la solución al puzle criminal es lo suficientemente creíble para que no tengamos que recurrir a lo sobrenatural
LAS ACTRICES Y LOS ACTORES DAN LA TALLA
Te pueden gustar más o menos, pero todas las actrices y los actores de la serie dan la talla. Jodie Foster como detective traumatizada, descreída, cabrona y desesperanzada lo borda. Kali Reis (boxeadora profesional) que da vida a Evangeline Navarro no defrauda con su interpretación de una fuerza bruta y descarnada incapaz de amar. El joven policía destaca en su papel de inexperto pero comprometido aspirante a ser como su jefa, mientras que su padre un poli descreído y desmotivado te hace comprender que vivir en Alaska es una putada más allá de las postales oníricas que nos venden en Viajes El Corte Inglés.
Además de todos estos personajes principales, la serie está plagada de interesantes secundarios. Todos ellos sufridores y con cara de amargura que inciden en la sensación de que su existencia al límite les deja sin recompensas, y que el desasosiego es una forma de vida a la que deben acostumbrarse si no quieren volverse completamente locos.
CONCLUSIÓN
True Detective: Night Country está bien, no es la octava maravilla pero no se puede negar su calidad. Seis episodios que se consumen rápidamente y en cada uno de ellos alguna reflexión vital que apuntar en el disco duro de tu cerebro. Una serie con una polémica impostada por aquellos que no son capaces de evolucionar de homo estupidus a homo sapiens. En definitiva una serie recomendable para ver en tu sofá con una buena manta….porque joder vaya frío hace en Alaska.