Experimentos sonoros con alma en el excelente álbum de Nudo.
Al igual que dos señales de radio que compiten entre sí y se fusionan en la frontera de Eagle Pass, Texas, la música de nudo está llena de entropías. nudo es un dúo regional-electrónico que presenta con valentía las complejidades de la guerra fronteriza, la violencia de los cárteles y la tradición de los corridos; los vacíos de poder, la canibalización de héroes y villanos, y la dualidad que surge con el bando al que apoyas o de qué zona eres.
A través de géneros antagónicos, muestras subculturales y distorsión constante, el dúo te empuja a un territorio inexplorado. Pero para nudo, que creció entre hogares chicanos en la zona rural de Texas y barrios urbanos en Juárez, este proceso es un subproducto natural de la supervivencia.
El dúo, formado por Eric Hernández y Joaquín Tenorio, se conoció cuando comenzaron una banda industrial mientras residían en Austin, poco antes de sucumbir a su sinergia apodíctica al crear un dúo. “En los últimos dos años hemos sentido que el manto de ese lugar, el arquetipo que hemos conocido que ha estado en nosotros durante toda nuestra vida, ha florecido y se ha apoderado de nuestros cerebros, como un cobrador de deudas que finalmente viene a reclamar su garantía”, afirma Eric Hernández.
Inducido por las grabaciones de campo texanas, los fragmentos de sonido electrónicos y el folclore norteño, el interés de nudo en la polisemia cultural los ha empujado a un sonido infinitamente fractal, movido por la emoción sin filtrar pero la ambigüedad tonal. Ahora que viven en diferentes ciudades de Texas, Hernández y Tenorio siguen colaborando como siempre, enviando wavs y samples de voz de ida y vuelta, completando los espacios donde uno invita al otro y viceversa.
La fascinación de Hernández por la búsqueda de samples y las imágenes visuales se combina con la capacidad de Joaquín para unir sonidos sobre una producción transgresora. Las analogías de las granjas del sur de Texas están presentes en todo el álbum, un homenaje al trabajo de Eric en el rancho durante el día y las hectáreas de tierra agraria que los rodean.
Los fragmentos de corridos regionales, así como las notas de voz anecdóticas en español, acercan los paisajes sonoros inacabados. Pero es a través de las capas más oscuras de las canciones, como una interacción radial entre dos soldados de GAFE y una conversación distorsionada entre una familia en desesperación, que la realidad paradójica de Estados Unidos no solo se intensifica sino que se siente. El resultado es un lienzo sonoro lleno de bucles y agujeros, dobles sentidos y disociación, que resalta las múltiples facetas de la identidad bicultural texana.