“Façadisms” es una expresión intensa y apasionada de los sentimientos de Rafael Anton Irisarri sobre temas geopolíticos de una manera muy física y visceral a través de paisajes sonoros.
Las semillas del último LP del compositor Rafael Anton Irisarri se plantaron por primera vez durante su gira de 2016 por Italia, meses antes de las inesperadas elecciones presidenciales de ese otoño. El error lingüístico de un restaurante inofensivo de Milán llamado “il Mito Americano” (que significa “El sueño americano”, pero que se traduce literalmente al español como “El mito americano”) desató una serie de ideas, tanto conceptuales como musicales.
En medio del caos de 2020, mientras exploraba el mundo austero de la arquitectura brutalista e inspirado por los falsos frentes de los pueblos Potemkin, una visión comenzó a tomar forma: FAÇADISMS. Compuesto a lo largo de tres años, es un lamento capitalista tardío de abatimiento eléctrico latente.
La obsesión de Irisarri por repetir motivos refleja la naturaleza cíclica de nuestra tumultuosa historia política. Los ocho temas del álbum se agitan y se agitan como una tempestad que se deshace de su furia. Este es el sonido de la disipación majestuosa, de los amaneceres, creados a partir de una neblina lúgubre con guitarras cavernosas y un crepúsculo granulado. Una eufonía de una marea que retrocede mientras uno examina los restos de lo que queda: polvo, delirio y memoria.
“FAÇADISMS” abre con la sombría gasa de “Broken Intensification” y se mueve con fluidez entre momentos de ausencia y abandono. Franjas de electrónica cenicienta ondean sobre brasas ardientes de melodía, guitarra y vetas dispersas de cuerdas procesadas y voz, como en el arrebato fatal de “Control Your Soul’s Desire for Freedom”, con Julia Kent en el violonchelo y Hannah Elizabeth Cox en la voz.
“Los pueblos empobrecidos de las Américas siempre han sabido que la ‘libertad’ es una ilusión cruel creada por las élites, similar a las aldeas falsas de Potemkin diseñadas para impresionar a Catalina la Grande”, indica Irisarri. “FAÇADISMS ilustra una inversión retorcida donde los gobernantes engañan a sus súbditos con ilusiones de seguridad, democracia y libertad de expresión para crear un espejismo grotesco de control sobre sus propias vidas”, añade Rafael.
En otros pasajes, Irisarri se adentra en pasajes de olvido silencioso (“Hollow”, “Dispersion of Belief”), mientras unos drones desgarrados retumban y se desintegran en un ambiente destrozado por el viento. Uno tiene la sensación de que ya es demasiado tarde. La hora de la furia ha pasado. La belleza ha llegado y se ha ido. La musa de Irisarri se ha convertido en la grieta en la fachada del mito que se desmorona.
El disco se cierra con un clímax de gran partida. Coescrito con el artista sonoro keniano KMRU, “Red Moon Tide” surge de una elegía parpadeante a una inquietud celestial, olas turbulentas de descenso himnario y ruido erizado. El efecto es inquietante y desestabilizador: una banda sonora para el alma que abandona el cuerpo, solo para descubrir un vacío. Es el sonido del centro que no se sostiene, de ilusiones compartidas que se disuelven en un túnel de luz blanca.