
En un panorama asolado por la desmitificación y el rechazo a fórmulas sobreexplotadas, el barcelonés MIRA se perfila como una de las opciones más interesantes y vanguardistas de los festivales que se hacen y piensan en nuestro país.
Que los festivales llevan mucho tiempo siendo un puto cuadro lo saben hasta en la China: precios cada vez más caros, normas de consumo dentro de los recintos que rozan el delito —cuando no lo abrazan sin ponerse ni colorados—, mismos line-ups fotocopiados y la sensación de que, en el mejor de los casos, vas a ser tratadx como ganado.
Así, lo que en los 90 se presentaba como oasis de libertad, rupturismo y música independiente ha terminado convertido en escaparates dedicados al patrocinio sin tapujos de marcas a su vez dirigidas por señores que solo dejan de hablar de la última subida del IBEX para echar pestes de perrosanxe —¿hola, Escenario Iberdrola? ¿Puede haber algo decididamente MENOS COOL?—, cuyo único fin es aprovecharse de tus gustos musicales, de tus ganas de fiesta y, por consiguiente, del pedo que te pilles. Todo junto, así en gazpachito, para que vuelvas a casa resacosx, feliz y contentx… y con un promedio de mil pavos menos en la cuenta bancaria. Planazo.

Por eso, en un panorama tan desolador, la existencia de festivales como el MIRA —que se celebra este fin de semana, 7 y 8 de noviembre, en Barcelona, en la Fira de Montjuïc— nos hace albergar un poquito, un hilito muy fino, de esperanza.
Un árbol que ya no cobija
Admitámoslo, la sombra del primo de Zumosol, aka Sónar Festival, aunque alargada, ya no te protege del solazo veraniego como antes. La guirificación exagerada, la inclusión con calzador en cada cartel de géneros y actuaciones tan respetables como alejadas del espíritu primigenio del festival —no voy a dar nombres porque pa’ qué— y el flirteo romance nada disimulado con las fórmulas más mainstream han llevado a despojar a la otrora cita ineludible europea con la música y el arte multimedia de su estatus privilegiado de meca de las más modernas y enteradas.

Si a eso le sumamos la polémica suscitada este año alrededor de la llamada al boicot al festival en el marco de la protesta contra Israel —para quien haya vivido en Marte los últimos doce meses, resumo: debido a la compra de Supestruct, fondo de inversión británico propietario del festival barcelonés, por parte del superfondo norteamericano KKR, vinculado a operaciones inmobiliarias en suelo palestino expoliado por colonos israelíes; y enmarcado en la situación de emergencia ocasionada por los actos de genocidio cometidos por Israel desde hace más de dos años en la Franja de Gaza, donde han sido asesinadas, según cifras oficiales, más de 68.000 personas, la mayoría menores de edad, aunque otras fuentes hablan de cientos de miles—, entenderemos mejor por qué el Sónar no ha parado de dar muestras de hastío, falta de ideas y pérdida de ese espíritu vanguardista que un día lo hizo tan, tan especial. Y es aquí donde entra en juego MIRA.
Inaugurado en 2011 como un festival de arte digital y música contemporánea, plenamente enfocado en la intersección de estas y otras disciplinas artístico-digitales, MIRA Festival ha ido ganando popularidad y afecto entre el público más morrofino de la Ciudad Condal y más allá. La fórmula, sencilla y compleja a la vez, se basa en un diseño de carteles guiado por el mimo, la dedicación y —aquí viene lo difícil— la búsqueda del equilibrio perfecto entre ocio y arte; entre hedonismo y cultura; entre concepto e interpretación. Y lo consiguen con nota.

Porque MIRA es más que actuaciones en directo, sesiones de DJs o shows audiovisuales. El festival barcelonés ofrece charlas, screenings, instalaciones inmersivas, performances 360º… y lo hace no solo como evento lúdico-musical, sino como una plataforma viva, vertebrada de manera orgánica en el tejido local a través de actividades y colaboraciones con agentes culturales, asociaciones, espacios independientes y comunidades diversas cuyo fin último es mantener viva la llama de la inquietud y la experimentación en la escena de la música contemporánea y el arte digital en Barcelona y Europa.

Con la edición número 14 (+2 internacionales celebradas en 2016 y 2018 en Berlín) en ciernes, y tras haber disfrutado en años anteriores de artistas tan dispares e icónicas como Yves Tumor, Tangerine Dream, Squarepusher, Aïsha Devi, Nicolas Jaar o Seefeel, desde Beatburguer os recomendamos las cinco actuaciones que no te puedes perder en MIRA Festival 2025.
Blawan

El británico afincado en Berlín Jamie Roberts puede presumir no solo de ser una de las voces más originales y extraordinarias dentro del circuito internacional del techno, sino también de haberse convertido en toda una vaca sagrada del género sin haber cedido ni un ápice a modas o tendencias. La suya es una visión áspera, musculosa y, por momentos, industrial; una aproximación «muy suya» al sonido nacido en Detroit, sin escatimar guiños a estilos puramente made in UK —como el two–step, el bass o el post-dubstep— que le ha llevado a hacer de su capa un sayo en las cabinas de templos del baile como Berghain, amén de otros muchos festivales afines de la escena global, y que en MIRA Festival presenta en forma de LIVE AV. Entrena unos días antes: lo vas a necesitar.
Flying Lotus

El californiano Steven Ellison, alias Flying Lotus, lleva casi dos décadas expandiendo los límites de ese espacio que comúnmente entendemos como «música electrónica». Nieto espiritual del jazz y sobrino político de la psicodelia, su sonido puede definirse como un cosmos en perpetuo movimiento, donde el hip-hop, las corrientes experimentales y el avant-jazz colisionan como partículas aceleradas dentro del Gran Colisionador de Hadrones del CERN. Desde aquel Los Angeles (2008) que redefinió la escena beat angelina, Ellison ha tejido una mitología propia a base de discos monumentales —Cosmogramma, You’re Dead!— y un catálogo, el de su sello Brainfeeder, que ya forma parte del canon de la tradición experimental contemporánea. Director de cine, compositor y demiurgo, Ellison ha dado forma a un imaginario que se mueve como Pedro por su casa entre lo onírico y lo grotesco, y en el que la imagen late al mismo ritmo que las monstruosas pero irresistibles líneas de bajo. En MIRA Festival, Flylo aterriza con un directo audiovisual en el que presentará su reciente Garmonbozia (2024), además de material inédito de Spirit Box (2025). Prepárate si es tu primera vez: estás a punto de embarcarte en un viaje que trasciende lo meramente musical.
Oneohtrix Point Never + Freeka Tet

Daniel Lopatin lleva años cartografiando sus ideas en mapas imposibles dentro del territorio de la música contemporánea. Composiciones que parecen volcanes que despiertan poco a poco hasta llegar al punto de ebullición donde el ambient, el glitch, el synth-pop experimental y la electrónica de vanguardia se funden y entremezclan. El resultado: nuevos materiales, imprevisibles pero siempre fascinantes. Compositor y productor, inquieto por naturaleza, Oneohtrix Point Never ha creado bandas sonoras memorables—desde Good Time hasta Uncut Gems— y ha colaborado con artistas de la talla de James Blake o The Weeknd. Este año, en MIRA Festival, el creador aterriza con Again en su versión más completa, y lo hace acompañado del universo visual francés Freeka Tet. Un laboratorio audiovisual de lujo para una colaboración más gustosa que comer con los dedos.
Byetone

Olaf Bender comenzó jugando con películas de 16 mm, rayando su superficie e imprimiendo en ellas formas geométricas con las que parecía querer abrir portales a otras dimensiones o espacios temporales. Desgraciadamente para él —pero no para nosotrxs—, de su «fracaso» surgió un impulso que lo llevó del experimento visual a la manipulación del sonido gracias a su paso por el colectivo AG Geige, todo ello sazonado por el espíritu DIY de la Alemania Oriental de los 80. Siempre autodidacta y rebelde, Bender encontró en los primeros y rudimentarios ordenadores ochenteros el lienzo perfecto para explorar sin reglas ni límites. Como Byetone y cofundador del icónico sello raster-noton, el germano ha esculpido un sonido donde la precisión rítmica se cruza con actitud punk y estética minimalista. En MIRA Festival, Bender aterriza con el mismo pulso elemental que definió discos como Death of a Typographer y Symeta, capaces de resonar tanto en clubes como en catwalks de pasarelas de Rick Owens. Sin artificios: únicamente el traqueteo primitivo y relajante del ritmo y el sonido como solo él sabe entenderlos.
AYA + MFO

Desde el norte de Inglaterra, aya se presenta con una propuesta que rompe con las convenciones del aburridísimo panorama clubbing actual. DJ, productora y autoproclamada «persona real» —con todo lo que ello conlleva, suponemos—, la inglesa ha dado forma a un sonido propio donde grime, footwork, techno y texturas afiladas como cuchillos conviven en un discurso tan arriesgado como estimulante. En MIRA Festival podremos disfrutar de hexed!, su trabajo más reciente, acompañada del artista visual MFO, maestro de la luz y el videoarte. Juntos crearán el marco de un ritual pagano-electrónico que nos llevará a lugares indecibles —más incluso que el baño infecto del after donde, estoy seguro, acabaréis más de unx.
MIRA 2025 se celebra en la Fira de Montjuïc de Barcelona el 7 y el 8 de noviembre. Tienes toda la info y entradas aquí.




