
Este viernes tenemos el honor de recibir un regalo en forma de Mix de una figura imprescindible, además de icónica, en el desarrollo de la escena madrileña -y nacional- tal y como la conocemos hoy: Iván Smoka.
Hablar de Iván Smoka no es hacerlo de otro DJ con solera que resurge con los años, haciendo saltar la chispa que enciende la llama de una merecida segunda juventud. Su, llamémosle, «obra y legado» va mucho más allá.
El nacimiento de Iván coincidió en año con el estreno de Star Wars y Alien: El Octavo Pasajero, algo que, unido al hecho de crecer en una casa de amantes de la música —Brian Bennett, Sex Pistols, Talking Heads—, fue conformando su personalidad musical como la de una suerte de aventurero espacial; un explorador sonoro, siempre ávido de descubrir nuevos mundos. El punto de inflexión vendría a la tierna edad de trece, cuando, gracias a su profesor privado de inglés, se empapó de la explosión musical británica de los 90 vía NME: del power pop a la electrónica; del breakbeat al trip hop. Poco después de esto, y con las ideas ya bastante claras, Iván uniría fuerzas con otros ilustres madrileños —Vasco Ispirian y Álvaro Cabana— y comenzaría a explorar los caminos de la producción musical con ellos.
El resto, como se dice, es historia: residencias en clubs legendarios de la capital como fueron Coppelia 101, Wonky, Absenta o The Room; presencia en festivales y clubs de talla internacional como Sónar, FIB, Supperclub (Ámsterdam), Café del Mar (Sicilia), Mono (CDMX)…

Como productor, su palmarés no se queda atrás: sus proyectos —Gatos Negros, Disco Felino y Superama 3am— le han llevado a profundizar en su relación con las máquinas, tratándolas de tú a tú y llegando a un grado de entendimiento que solo consigues con un viejo amigo. Así, no es extraño que su música ha ganado el support y reconocimiento de auténticos pesos pesados como Tim Sweeney, John Digweed o Bill Brewster; o haya editado en infinidad de sellos como Blindetonation, Nein Records, Akbal Music, Emerald & Doreen, Burning Synths, Kyma Komplex, Mode 33, Rotten City, Dusk & Waves, Envy Music o el sello de culto Minuendo. Esperad, que cojo aire y sigo.
Pero más allá de datos o efemérides, si hay algo que destacar de Iván -además de su calidad humana; el que suscribe da fe de ello-, es su habilidad para transformarse y, en el camino, haber contribuido de manera activa y, en ocasiones inconsciente, a dar forma al Madrid electrónico que conocemos hoy. Porque su visión artística siempre fue más allá de géneros o modas: Iván siempre supo dónde, cuándo y cómo poner el track que no conocías, pero necesitabas escuchar en ese momento, y llevarte a estados que -juventud, divino tesoro-, no sabías ni que existían. Un nivel de maestría que merece no solo un reconocimiento, sino una nueva oleada de público, dispuesto a escucharle, bailarle y, en el mejor de los casos, tratarle como lo hago yo: de amigo.
Tras limpiarme el ojo, que se me había metido algo, quiero dejaros sin más con el mix de este viernes, que es a lo que hemos venido aquí. Una prueba más de que Iván juega en otra liga: una selección impecable para un trayecto corto pero intenso, cuya mayor virtud es la facilidad para moverse entre géneros, épocas y sensaciones; un paseo en barca que conecta la Casa de Campo con el Lago Michigan.

En sus propias palabras, «aunque el sonido americano, especialmente del techno y el house de Detroit, siempre ha sido un color predominante en mi vida musical (también en la de algunos clubs de nuestra querida “Matroit”) he estado unos años desconectado de esta rama de la electrónica, pero, casualmente, en los últimos meses he vuelto a Madrid y, casi sin querer, todo estos sonidos han vuelto a mi cabeza. Así pues, he planteado un viaje sobre muchas de esas sonoridades que esta denominación de origen incluye, encontrando puntos de conexión con otras ramas más o menos distantes, como el soul o la idm.». Poco más que añadir. Gracias, Iván.



