Andan los puristas, que no son muchos pero suelen hacer bastante ruido, de uñas con el auge de la música urbana y, más concretamente, con ese fenómeno crossover que ya es el (¿mal llamado?) trap. El discurso con el que intentan desmontar todo ello suele centrarse en las presuntamente escasas cualidades técnicas de estas nuevas propuestas, como si a los protagonistas, artistas y público, les importaran lo más mínimo los acabados perfectos o las fórmulas canónicas. No es un secreto que la gracia del asunto no reside ahí. Bad Gyal ha afirmado más de una vez que, si un tema no está listo en diez minutos, lo desecha. “Yo no sé cantar, yo sé transmitir”, podía leerse en los visuales de Dellafuente durante su actuación en el Tag Music Festival. Un lema que resume el éxito de esta hornada de nombres que ha cambiado las normas del juego, saltando de los confines de YouTube y Soundcloud a los medios de comunicación generalistas en tiempo récord, dejando en evidencia a más de un directivo discográfico que, posiblemente, se negaba a tomarlos en serio hasta que no le ha quedado más remedio que dar su brazo a torcer. El pasado martes, 5 de febrero, varios de ellos tomaron el WiZink Center de Madrid en una jornada con pinta de hito generacional, casi más cercana a una concentración que a un festival de música.
A la cabeza de todos ellos, un C. Tangana al que, mal que le pese a muchos, parece justo señalar como cara visible del movimiento. Si no es el hombre del año, como él mismo afirma en Tiempo, poco le falta. Es de suponer que los múltiples ataques de ego que llenan su reciente Ídolo (“en España solo sueno yo”, suelta en No Te Pegas) habrán cabreado a más de un compañero de escena, pero lo cierto es que, a día de hoy, Puchito viene a ser una especie de caballo (ganador) de Troya. “Vamos a hacer que esta mierda crezca. Yo me encargo, no os preocupéis”, proclamó en algún momento de su show. A rebufo de su ascenso, otros han alcanzado o, al menos, se han acercado a su status durante los últimos meses. Una bola de nieve que no parece que vaya a detenerse en 2018.
El listón a superar en el nuevo año será el sold out del Tag Music Festival, que no se explica exclusivamente a partir de la figura de Tangana. Dellafuente, otro que ya ha sonado en Los 40 Principales, aportó una buena legión de fans, muchos de ellos enfundados en la camiseta surgida a partir de su colaboración con Nike. El granaíno, todo carisma y salero, pasa por tener una de las personalidades musicales más genuinas y, por lo tanto, reconocibles del panorama urban patrio, dividida prácticamente al 50% entre influencias flamencas y latinas. El equilibrio entre ambos mundos también se percibe en vivo: al primero pertenecen, por ejemplo, Jaquetona o 蓝 (Cuéntamelo); al segundo, Romea y Julieto o Bailaora, aunque el trasvase de referencias es continuo dentro de un set en el que también hay algún destello gansta rap (Corazón Mío) y todo un desfile de imaginería pop en las pantallas. De El Árbol de la Vida a Yo Soy la Juani; de 2Pac al videoclip de mura masa para What If I Go?: Dellafuente puede con todo.
Menos variado parece ser el universo de Rels B. El mallorquín se mantiene bien cerca de la tradición rap, siempre en conexión con tótems como 7 Notas 7 Colores o Solo Los Solo. Su concepción del directo, de hecho, es pura tradición rap: Rels se alterna al micrófono con Buco y Miss D (el componente más soul de la ecuación) sobre las bases lanzadas por Itchy. Nada que no se haya visto ya mil veces, pero todo ejecutado con una energía absolutamente contagiosa.
A priori, cabría pensar que a la diminuta Alba Farelo, diva dancehall local conocida en este negocio como Bad Gyal, le sobraría escenario por todas partes en el WiZink Center, pero decir eso es no conocerla: no hay recinto que pueda contener la actitud arrolladora de la catalana, el principal activo de su puesta en escena a falta de que el tiempo engrose y solidifique su repertorio. Su sola presencia en este tipo de eventos ya es un soplo de aire fresco: da gusto ver al público femenino coreando sus contoneos de caderas y al masculino gritando a los cuatro vientos sus rimas en favor del empoderamiento de la mujer. Algo parecido puede decirse de Mueveloreina, el inclasificable (tan pronto suenan a electro como a cumbia) dúo compuesto por Karma Cereza y Joaco J Fox, rara avis dentro de un mundillo tradicionalmente machista en el que también llama la atención One Path, quizá el mejor cantante de cuantos desfilaron por el Tag Music Festival. En su pluma, amable y optimista, no hay hueco para rancias muestras de virilidad.
Todo llegó antes de que C. Tangana se personara como el nuevo ídolo de la música estatal. En un primer momento, únicamente escoltado por Alizzz y Fabianni, hiperactivos tras los platos; después, acompañado por parte de la crew de Agorazein y un par de bailarinas de pole dance. Su set, más sobrado de personalidad que de voz, fue un perfecto resumen de todas sus etapas, ya muchas y variadas: en él convivieron rescates de 10/15 (Drama, C.H.I.T.O), la popular mixtape que lanzó hace ya más de dos años, algún highlight de su último trabajo junto a AGZ (100k Pasos, Tentación) y, claro, los hits con los que ha asaltado el mainstream, concentrados en la recta final: Antes de Morirme y Mala Mujer, todavía matadores a pesar de la sobreexposición. En medio de la histeria colectiva, resulta imposible no acordarse de las frases que Kaydy Cain parece dedicarle en Perdedores del Barrio: “¿Ídolo de quién, por cuánto, cómo?”. Visto lo visto, de muchos. Posiblemente, por mucho tiempo.