Ayer era un día importante por dos motivos. Como personas y ciudadanos de Catalunya, por la Diada y la tan cacareada V, y como melómanos, por el concierto de CHVRCHES en la Sala Apolo de Barcelona. Y, de algún modo, estos dos universos a priori dispares, se alinearon durante una hora en Nou de la Rambla. Ellos son de Escocia, país que está atravesando una etapa política y social parecida a la nuestra, y cambian la U de Churches por la V. Y durante su actuación, hubo un momento para comentar el acontecimiento. Martin Doherty, muy diplomático él, dijo que respetaba la manifestación de los catalanes, pero no se mojó mucho a diferencia de otros compatriotas músicos suyos, que se han manifestado tanto por el sí como por el no de la independencia del país de los lagos y el whisky. Eso sí, en ese momento se alzaron varias esteladas y por el recinto se vio alguna camiseta reivindicativa. Pero vayamos a la música, que es lo que importa aquí.
CHVRCHES tocaron hace apenas tres meses y medio en el Primavera Sound 2014, y aunque ahí se lucieron y abarrotaron el escenario Pitchfork, fueron muchos los que ayer quisieron repetir por aquello de que tocaban en sala (y otros verlos por primera vez por haber escogido dolorosamente a Queens Of The Stone Age a esa hora). En ese concierto, el trío escocés se salió. Quizá porque las expectativas no eran demasiado altas teniendo en cuenta que eran unos debutantes liderados por una menudita vocalista de voz frágil. Pero no, Lauren Mayberry convenció a la parroquia a pesar de que en sus primeras actuaciones iba más que justilla de voz. Ayer volvieron a repetir éxito. ¿Los ingredientes? Muy fácil, pildorazos synth-pop de sabrosa degustación aderezados con sintes imponentes, un juego de luces resultón y una encantadora Mayberry que volvió a cumplir a pesar de que a estas alturas ya se le debería exigir un poco más de actitud sobre el escenario.
Juegos vocales mágicos, brutales sacudidas de bajo que hicieron temblar el templo barcelonés y un set sustentando por el rotundo “The Bones Of What You Believe” sin apenas altibajos (como única pega unos bises un tanto sosos cuando la gente exigía un final climático). No hubo muchas sorpresas a lo largo de todo el concierto básicamente porque hicieron lo que hacen todos los debutantes: tocar su disco entero de cabo a rabo y de regalo un bonus track en la forma de “Strong Hand”. Se les podría exigir un poco más que esa hora de reloj un poco rácana, pero con la diversión que ofrecieron se lo perdonamos. Y quien tuvo buena parte de la culpa de eso fue Martin Doherty que sí lo dio todo encima del escenario a diferencia de Mayberry, ya sea tras los sintetizadores o cantando en el centro “Under The Tide” con unos pases de baile loquísimos. No fue el concierto de nuestras vidas, pero sí una gratísima manera de empezar la temporada de directos 2014-2015, que promete grandes veladas como la de ayer noche con un Apolo abarrotado a pesar de un precio algo alto para un grupo que sólo tiene un disco.
También convencieron sus teloneros, Der Panther, un dúo madrileño del que poco se sabe salvo que acaba de fichar por El Segell del Primavera Sound. Lo suyo viene a ser algo así como una mezcla entre electrónica paisajística y de ensueño y pop experimental. Sonaron a todo un poco y eso gustó a un público que ya a esas horas era bastante grande en número. Pero lo que más entusiasmó sin duda de su actuación fue su propuesta. Los chicos estaban escondidos en un cubo de tela sobre el que se mostraban proyecciones que recordaron a esas veladas de Jeff Mills en las que se escondía tras un telón. Comentaba DJ Coco que lo que estaba sonando era su disco de debut, que saldrá en 2015, y la verdad es que tiene una pinta de lujo.