Se venía anunciando hace tiempo y por fin ha llegado: El Espantapájaros, primer EP de una trilogía que significa el nuevo trabajo de de Niño (Ignacio Valbuena en el DNI), publicado conjuntamente por dos de los sellos históricos de la electrónica nacional: Disboot y Galleta Records.
Este nuevo EP (7 tracks en 19 minutos) confirma lo que apuntaban ensayos y temas previos como Tratado sobre música absurda y artificial, Trap es como rap pero con T o El tercer ojo (también su excelente concierto en Sónar el año pasado): Niño ha dejado de ser un beatmaker prometedor para convertirse en un músico muy inspirado, dueño de un lenguaje cada vez más personal y complejo, capaz de dotar de sentido y contenido cada segundo de música que saca a la luz. El hip hop sigue ahí, claro, pero se ve borroso, a lo lejos, rodeado por teclados funk, harmonías jazz y pasajes de electrónica orgánica y muy meditada.
Voluntariamente alejado de los focos del trap y el nuevo rap, Niño también se muestra como un lúcido y modesto analista de su propio trabajo.
¿Es ‘El Espantapájaros’ el principio de algo nuevo, un punto de inflexión? ¿O lo ves más como la evolución lógica de una serie de ideas que llevas ya tiempo poniendo en práctica?
No es nuevo, pero sacarlo ahora y en este formato sí podría considerarse como un punto de inflexión, tanto a nivel editorial como a nivel vital. Al mismo tiempo también es una evolución lógica: los primeros bocetos de algunos de los temas son de 2008, la mayoría de 2013 en adelante y no terminé las mezclas definitivas hasta 2015. Sea como sea, hasta ahora nunca he sentido la necesidad de hacer borrón y cuenta nueva; para mí la música es una constante evolución y un proceso de aprendizaje que no termina nunca. Me resulta imposible verlo de otra forma.
La nota de prensa dice que este EP es la primera parte de una trilogía. ¿Por qué lo has planteado así? ¿Cuanta música nueva nos queda pues por escuchar?
Hacer música y publicarla son dos cosas muy diferentes. Yo hago música para mí, como desahogo, por necesidad, por inquietud y por alguna razón más, pero sacar un disco no es una de ellas, eso viene después. Cuando Uxuka (responsable de Disboot) me preguntó hace unos años si tenía canciones nuevas y si me gustaría trabajar con el sello le envié cerca de dos horas de bocetos. Luego se unió Abel y entre los dos me echaron una mano a seleccionar y ordenar material para los tres discos. Creo que la idea de una trilogía fue de Uxuka. Iremos sacando las otras dos partes durante el próximo año, pero también tengo algunos proyectos más, así que supongo que queda bastante por escuchar; o no, nunca se sabe.
Me encanta el haiku que da nombre a la trilogía: ‘El Espantapájaros / parece humano / cuando llueve’. ¿Qué tienen para ti los haikus de inspiradores y de qué manera han influido en tus nuevas composiciones?
Viendo el título esto te puede sonar curioso, pero lo cierto es que no me interesa mucho la poesía en general, o no la entiendo, o nunca he leído lo que realmente me despierte el interés, y tampoco soy un gran conocedor de esta clase de poemas. Eso sí, me gustan por su singularidad. Las culturas orientales sí me despiertan curiosidad, su cosmovisión, la música, la comida, las artes marciales… La idea del haiku se le ocurrió a Abel mientras hablábamos sobre los títulos de las canciones y el concepto gráfico del disco, pero no es una inspiración musical. Hay que buscar una excusa estética para empaquetarlo todo, y aquí es esta.
Te tomas las cosas con mucha calma desde hace un tiempo. ¿Sentías que necesitas parar un poco el ritmo, meditar más lo que hacías?
Después de sacar el EP Clase de 1984 con Donky Pitch, en 2011, empecé a ver cómo funcionaban algunas cosas del negocio musical y a ser más consciente en muchos aspectos. Yo bajé el ritmo, pero al mismo tiempo parecía que el resto del mundo lo hubiese acelerado hasta límites que me resultan difíciles de comprender. Hay cosas que jamás deberían entrar en la espiral de capitalismo y consumismo voraz que, por desgracia, estamos viviendo. Lo único que hice fue quedarme al margen, dedicar la mayor parte del tiempo a aprender y, luego, a pensar donde encajaba yo en todo eso. Siempre he buscado un lenguaje personal pero es evidente que vas viendo el mundo de distinta forma según pasa el tiempo y cambian las prioridades. Personalmente, ni quiero ni necesito mucho de lo que va asociado al mundo de la música profesional. Parar de vez en cuando es bueno, meditar sobre lo que haces también, y buscar tu propio lenguaje aún mejor. Supongo que fue cuestión de intentar ser honesto conmigo mismo.
¿Puede ser que anteriormente te hayas arrepentido de haber publicado algo demasiado rápido sin dejarlo madurar debidamente?
Estoy más contento de unos trabajos que de otros, pero no me arrepiento de ninguno, cada uno de ellos salió en un momento y en unas circunstancias concretas y todos tienen mucho de mí, de quién era yo en ese espacio de tiempo. Madurar la música es algo complicado de definir ¿cuánto tiempo tiene que pasar? ¿madurar en sentido técnico? ¿”artístico”? Nunca dejo de estudiar y de buscar así que, bajo ciertos términos, lo último que hago es a lo que más conocimientos he aplicado, pero eso no quiere decir que tenga que ser necesariamente lo mejor. Como te decía antes, no pienso en las ediciones cuando hago la música, y menos mal que hay gente que sigue apostando por llevar la mía al terreno físico. Hace mucho que perdí la noción de cuándo una canción está terminada y hay veces que incluso llego a pasarlo mal con eso, si no fuera por Disboot o Galleta, o cualquiera de los sellos con los que he sacado algo, es probable que no lo hiciera nunca o casi nunca.
¿Qué artistas u obras te han influido más en este último año? No me refiero necesariamente a músicos y discos, sino a cualquier tipo de arte o forma cultural.
Siempre me han influido muchas cosas y muy diferentes, y me siento con libertad suficiente para tomar ideas o acercarme a cualquier forma de expresión sin complejos y desde el respeto. Cada vez leo más sobre la historia de la música, sobre el sonido desde un punto de vista técnico y cómo afecta a las personas; al cine siempre le he sacado mucho jugo; las sensaciones que me genera la literatura basada en la ciencia ficción, el terror, la fantasía o la distopía son algo que también intento llevar a lo musical. Por ser más concreto y nombrar algunos: La música (y su forma de entenderla) de Robert Wyatt, las obras surrelistas de Remedios Varo y Leonora Carrington, las explicaciones de Bernstein en los conciertos para gente joven, los chalados youtubes de Paco Loco, montones de grupos de los 60 y 70 que voy descubriendo cada día… Siempre que me hacen esta pregunta no sé cuando parar; casi todo lo que me entra por los ojos y los oídos es una posible influencia.
Te pediría que me comentaras uno a uno los tracks, con algunas ideas muy breves. Casi como si fueran haikus.
-El último dígito de Pi
Llaves inglesas y tensión cinematográfica. El mejor título del disco.
-Plenilunio en Junio
Empezó siendo una idea completamente diferente. Parte de los instrumentos están grabados en un ocho pistas de bobina que arreglé con la goma de un manojo de espárragos. El título es un guiño a una canción del Third de Soft Machine.
-rolaCalor
Homenaje a Calor y a una fiesta en la que me invitaron a participar en 2013 (y a la que debo bastante las ganas de volver a actuar en directo). El Metal Zone de Boss suena raro en las percusiones y palíndromo es una palabra muy divertida.
-Mallete
Demasiados videos en youtube de Steve Reich, conciertos de gamelán y canciones de MF DOOM. Hay universos paralelos en los que existen miles de millones de versiones de este tema. Si por alguna estúpida razón tuviera que elegir un favorito de todo el disco, sería este.
-El Espantapájaros
Su lugar en el tracklist lo ocupaba otra canción que empecé en 2009 y que terminó en tragedia el año pasado. Mi destreza al bajo eléctrico es más que mejorable.
-Papilla Estelar
El título lo tomé prestado de un óleo de Remedios Varo que me parece increíble y parte de la melodía está hecha con una pata de una mesa de Ikea.
-A.M.O.R.
En 2008 tuve un boceto colgado en MySpace durante un tiempo. La única que contiene una muestra que no he grabado yo mismo (Blossom Dearie – Try Your Wings). Me recuerda a la época en la que compartía piso con mi amigo Garbanzo.
Por último: el disco es una producción conjunta de Galleta y Disboot. ¿Qué relación personal te une a ellos?
La mayor parte de las personas con las que me relaciono en el día a día están vinculadas a la música de una forma u otra y no suelo trabajar con nadie con quien no tenga una relación previa. La música puede ser un trabajo y un negocio como otro cualquiera pero, desde mi punto de vista, es mucho más fácil hacerlo con gente de confianza, que entiende y respeta lo que haces y pone cariño en los detalles. Tanto los responsables de ambos sellos y yo, como entre ellos mismos, somos amigos. En esta edición en concreto cada uno ha aportado en ciertos aspectos, hemos puesto puntos de vista en común, nos hemos apoyado e incluso hemos discutido y nos hemos agobiado juntos. Con Abel de Galleta tengo relación desde hace mucho y ha sido (y será, espero) el encargado de editar todos los proyectos de Diploide [NdA: el grupo que tiene con Garbanzo]. En el disco ha participado, sobre todo y entre otras cosas, en el concepto gráfico, y gracias a él hay una increíble portada de SAN con una cuidada serigrafía manual. Los temas los mezclé con ayuda de Uxuka en su propio estudio, y también se encargó de elegir el estudio de mastering y otros temas de logística. Se han involucrado bastante en el proceso y han tirado de mí en muchos momentos, así que no puedo más que estar agradecido y esperar que el resto de la trilogía nos haga aprender y disfrutar tanto como este primer volumen.