Mientras muchos disfrutaban de la siesta en sus hogares, nosotros nos adentramos en el anfiteatro donde se desarrolla el escenario de Brunch -In the Park Madrid. Después de sobrepasar un control de seguridad exhaustivo pudimos situarnos en el tendido sombra, que a esas horas, estaba muy cotizado. Tras unos días de lluvia catastrófica en Madrid, el tiempo respeto nuestra cita clave para el domingo.
Nuestra primera toma de contacto fue con el inglés afincado en Los Ángeles Eagles and Butterflies. Arrancó con un sonido cuidado, de bajas pulsaciones teñidas con golpes tribales. De menos a más, con sentido de set, fue muy agradable dejarse llevar y evolucionar al ritmo que iba marcando el británico. Consciente de la hora y del lugar, fue, según el que escribe estas líneas, una coherente selección musical. Los últimos 3 temas subieron la energía de la pista y lanzaron una inmensidad de manos al aire, destacando el ya mítico Love Dose de Argy. El británico, por cierto, estará el 20 de agosto en el Brunch barcelonés.
El turno del sonido galo comenzó según lo programado, a las 18:00h, con Oxia. Entrado más en un loop tech, se preveía que la tendencia iba a tener más en la cabeza la pista que las mentes de los asistentes. Después de una hora de set, el público caliente agradecía enormemente la visita de los zancudos que refrescaban el ambiente con sus difusores de agua. Manejando 3 cdj 2000 Nexus y una Pioneer DJM 900, pudimos observar como el francés tornaba hacia un sonido más minimal que vaticinaba la llegada de su track más famoso. Estando en lo cierto, a escasos 10 minutos de su finalización los reconocibles sonidos de Domino pusieron nuevamente el ambiente por las nubes.
En siguiente lugar, el encargado de conducir esta última edición de Brunch in the park fue otro francés, originario de la ciudad de Lyon, Agoria. Un artista que no necesita muchas presentaciones, y que posee una de las sensibilidades más sutiles y románticas a la hora de crear piezas de música electrónica que te tocan el alma.
Como no podía ser menos en él, arranco con melodías insinuantes que nos sumergieron en un bucle ecléctico de diferentes estilos, disco, funky, house… Después de la primera media hora donde se le vio dando indicaciones al técnico de sonido, se le vio feliz y bailando como uno más de los asistentes. Sin cortarse un pelo, cogió la máquina de efectos RMX 1000 para estrujar efectos a diestro y siniestro, llevando cada subidón al límite de sus posibilidades.
Una vez el sol dio el respiro con su abandono, los dos anteriores artistas retornaron al control de los manos, realizando un back to back a tres bandas improvisado que fue de agradecer, porque en este tipo de ambientes, lo espontáneo suele salir muy bien. Casi sin darnos cuenta, las manillas de nuestros relojes apuntaban hacia las diez de la noche. Como se suele decir si ha pasado rápido es que lo has pasado bien, y en esta ocasión, la velocidad a la que transcurrió la tarde fue de bólido de carreras. El track Scala del propio Agoria fue una gran elección por parte del francés para cerrar la penúltima entrega de este evento.