Yung Beef libera hoy El Plugg, su nueva y esperada mixtape, en pleno huracán de polémicas por la cancelación de su concierto en el festival de Vigo O Marisquiño. La actitud subversiva y outsider del artista granaíno se cuela en cada línea de su nuevo trabajo y en cada reacción al incidente.
En la primera escena de la película Clockers un grupo de chicos están sentados en el banco de una plaza de Brooklyn hablando sobre rap y quién es el más duro. “Chuck D está fuera de onda. ¿Qué es eso de toda esa mierda positiva? Este jodido mundo no es positivo. Por eso el sexo y la violencia venden más discos”, sentencia uno de ellos.
En una plaza de Lavapiés, delante la Clockers Store, imaginamos a Yung Beef hablando con su familia sobre algo similar y usando El Plugg, la mixtape que hoy ha liberado, como declaración y sentencia. “Este jodido mundo no es positivo” podría subtitular el dibujo demoníaco de la portada. Yung Beef, esquivando cada vez más radicalmente el brillo de los focos del trend y cada vez más rodeado de un halo romántico, libera desde las sombras una mixtape que evita cualquier sonido mainstream aceptado en el país, a pesar de ser el trabajo hecho en España con mayor sintonía con la vanguardia del Hip Hop mundial, a la que igualmente aporta nuevos puntos de vista.
Lo especial de El Plugg es que es una mixtape de trap al uso, con sonidos profundamente contemporáneos, que poco tiene que ver con la inercia que el panorama nacional parece someter a los artistas. No hay hits veraniegos con sonidos Dancehall pero hay Driftin, la ultra chilled colaboración con Soto Asa producida por Enry K, ideal para conducir lento por la noche. No hay singles diseñados para sonar en los 40, pero sí hay canciones tan emocionantes como Cardi B, Heroina o Xanny, y no hay colaboraciones con estrellas del pop, solo familia y street cred como Hakim, Slimesito desde los states o Los Jibaros.
“Estas putas no lo mantienen one hundred
No necesito un record deal puta soy de la calle
Fuck it, real trap shit llamame trap-a-holics
Y empecé mi empresa con dope money”
– Yung Beef en Xanny
Lo especial de El Plugg es que nos muestra a Yung Beef estricto, transparente, con una actitud menos arty que en ADROMICFMS4. En la anterior mixtape compartíamos con El Seco una noche en vela de melodrama e intensidad en la cama, en El Plugg pasamos una tarde en el barrio con él y Hakim.
Lo especial de la situación en la que se encuentra Yung Beef, cada vez más relajado y distante, es que inevitablemente señala el hype del panorama que las publicaciones de tendencia y el showbusiness han querido construir. Un panorama que han querido destilar y homogeneizar para hacerlo asumible para las marcas y un público que jamás se había interesado por estos sonidos. A pesar de las cosas obviamente buenas de esto, y de las muchas malas, hay quien se confunde y asume que estos artistas no son más que un meme.
A pesar que Fernando se ría de él mismo constantemente en redes, hay gente – la mayoría ajena a la música urbana – que ven estos artistas como un producto, un avatar de Internet, una cara en Youtube, una skin de Fortnite sobre la que tienen poder. El vaso que tiraron a Yung Beef en el Atlantic Fest de A Illa de Arousa es un ejemplo de ello. El artista respondió contra el asistente con un par de patadas frontales. El incidente no habría tenido más repercusión que los vídeos en cuentas de memes de Instagram – y no estaríamos escribiendo esto – si no fuera por la reacción que provocó en el festival O Marisquiño, festival de Vigo organizado por el ayuntamiento que empieza hoy. El alcalde de la ciudad canceló la actuación de Yung Beef porque “la actitud del artista no está en línea con los valores del deporte que el festival pretende transmitir”.
Tal como comentaba El Mini en su cuenta de twitter, la reacción de Vigo frente al incidente de Beefie da un mensaje de desprotección a los artistas, de monos de feria en manos del consumidor que haya pagado por verlo, y la respuesta física de Fernando una forma de subvertir esta lógica de la dominación.
lo del mariskiňo ese da verguenza, estan defendiendo ke puedes tratar a un artista como te de la gana para tu entretenimiento como si los artistas no fueran personas
— 3.33 (@ELMINIelmini) August 1, 2018
Se intuía que más allá de la actitud paternalista y correctiva del alcalde, la decisión de bannear y censurar al artista estaba relacionado con lo que Yung Beef representa en sí, de cómo no cumple los estándares de ciudadanía que el alcalde cree poder exigir a una persona. Precisamente el valor de Yung Beef, más allá de su capacidad artística, es el carácter subversivo con el que envuelve cada acción.
Después de unos stories incendiarios, y luchando contra la oposición del Ayuntamiento, el artista ha intentado organizar otro concierto gratuito en alguna sala de Vigo para contraprogramar el festival, pues, como explicaba en Instagram, los ciudadanos ya habían pagado su actuación con los impuestos. Frente a ello, el alcalde del PSOE Abel Caballero, ha cambiado su discurso, instrumentaliza el feminismo, y responde a El Seco que el motivo de su cancelación son las letras machistas: “Nadie que hace letras atacando, denigrando o insultando a las mujeres va a actuar en esta ciudad”. En cambio se programa a Rels B.
Esto es censura. pic.twitter.com/G5zLTmqkML
— padri (@Padrinomc) August 2, 2018
La censura política no solo se ejerce cuando alguien rapea sobre el rey. Ocurre sobre todo y de forma habitual como sistema de control a aquellos disonantes con el mundo feliz que se proyecta en nuestro día a día y en espacios de celebración como un festival. Se trata de silenciar aquellas actitudes que escapan de la autocensura, las mismas sobre las que canta Yung Beef en El Plugg y con las que nos convence una vez más que, como en Clockers, “este jodido mundo no es positivo”.