¿Y si el confinamiento es una oportunidad de oro para comenzar una revolución necesaria en el techno? ¿Y si esta situación nos sirve para librarnos de la vagancia y falta de ideas innovadoras? Toca separar el grano de la paja, volver a poner las cosas en su sitio y de que el techno vuelva a ser techno.
Escuchando los promos de las últimas semanas se me viene a la mente que no recuerdo una época con los estándares de calidad tan bajos desde el ciclo acontecido a principios del siglo 21, comúnmente mal llamado como minimal. Y digo mal llamado porque el auténtico minimal que nosotros conocimos a mediados de los 90 fue una corriente fresca y vanguardista compuesta por una música con pocos elementos pero de una extrema calidad. Se me vienen a la mente cosas que solíamos pinchar como Chain Reaction, Svek, Mike ink, Thomas Brinkmann, Cabinet o las primeras producciones minimalistas de Hawtin, con las que podías construir un discurso divertido e innovador sin perder la cara al baile y lo experimental.
Más tarde sería el término “Techno House” que tantos años de gloria nos diera en la segunda mitad de los 90, el que sufriría el desatino de algún cronista imberbe que haciendo las prácticas en el tabloide de turno y sin haber puesto un disco en su puta vida decidiría que esa era la nomenclatura correcta con la que acuñar al último tumor maligno de la música electrónica en la segunda década de los 2000.
Ahora alguien, no sé muy bien quién, ha decidido que “Rave” es la próxima palabra a la que vamos a despojar de todo su significado, filosofía y rigor histórico. Además, lo vamos a hacer utilizándola por y para todo lo contrario a lo que fue creada: sacar pasta explotando el lado más superficial y banal de la escena. La era del marketing es así, implacable.
No sé si esta manía de reutilizar términos de otros tiempos, aunque sea para desprestigiarlos y hacer dudoso honor a su procedencia, responde a la falta de ideas innovadoras y la vagancia más absoluta o a la certeza cada vez más plausible de que cualquier tiempo pasado siempre fue mejor, pero lo único positivo de todo esto es que al menos nos vamos a quitar por fin de encima a todos los atechados que vinieron a cubrirse a ese gran paraguas llamado Techno cuando vino la tormenta. Esos que llevan resguardándose de moda en moda sin nada que ofrecer desde el principio de los tiempos y que terminaron aquí, buscando sacar tajada del descomunal éxito de Berghain que hizo que el Techno saliera de la trinchera en la que llevaba resguardado casi 10 años.
Está muy bien tener directrices musicales y dejarse llevar por las corrientes que inevitablemente se filtran en nuestra mente y se ven reflejadas en nuestros trabajos, pero algo de riesgo, personalidad propia y rigor tampoco va a matar a nadie. Desarrollar un discurso propio más allá de modas y estereotipos nos hará libres como artistas y permitirá que saquemos lo mejor de nosotros mismos, si es que hay algo que sacar, que también es lícito recordar que no todos tenemos por qué ser Djs o productores o ambas cosas, aunque parezca mentira, por muy fácil que nos lo pongan hoy en día, en estos tiempos de todo en la mano y el esfuerzo cero.
Tampoco he entendido nunca a esos productores que tratan de copiar exactamente el sonido de otros, cuando la función principal de un artista es expresar SUS inquietudes mediante SUS propuestas, las suyas propias, no las que otros hicieron antes. Las influencias son como los samples, son geniales cuando se utilizan en un contexto diferente al del original y se aporta una parte creativa personal importante. Si se utiliza de la misma manera y en el mismo plano, no es más que un plagio. No es un delito, pero carece de todo interés, al menos para mí.
Espero que en los próximos meses, cuando llegue la hora de recoger, saquemos partido de esta situación de siembra que llevamos viviendo estas últimas semanas, en las que obligados a encerrarnos en nuestras casas hemos dispuesto de más tiempo que nunca para pensar y crear cosas nuevas. Es una oportunidad de oro para comenzar una revolución necesaria, y dejar de una vez por todas que las cosas más superficiales y que menos importan sean las que más repercusión tienen. Una oportunidad para separar por fin el grano de la paja, de volver a lo auténtico, a la calidad y al trabajo bien hecho, y reconducir esto hacia donde nunca debió de desviarse, a su puto sitio.
Quizás así dejemos de preocuparnos de a qué velocidad hay que poner los tracks, de si vuelve el Trance en Holanda durante el próximo trimestre o de si l@s niñ@s de la Boiler han puesto esto o lo otro y solo nos preocupemos de hacer y consumir cosas de calidad, me encantaría ver menos vídeos de gente haciendo música y escuchar más discos.