Revolvemos en los orígenes de la electrónica de baile. Frankie Knuckles y Larry Levan son los padres fundacionales de lo que hoy denominamos house. Aquí tienes diez sets históricos antes de que se prostituyese la etiqueta.
Decía Frankie Knuckles que el house -y el clubbing- de principios de los 80 era una experiencia equiparable a ir al culto, a misa. Contaba que cuando pinchaba era lo más parecido a ir a la iglesia: toda esa gente ahí delante, todas esas personas diferentes que se convertían en una única personalidad en la pista. Una catarsis colectiva, un akelarre de maricones negros y latinos con descastados blancos, una ceremonia a manos de Knuckles en un infame almacén de Chicago (Warehouse): así nació en 1977 el clubbing y lo que hoy conocemos como house music. Pero ojo, la palabra house al principio no se refería a un estilo en concreto musical. Se etiquetaba como house a la música que no sonaba en las radios y que se pinchaba en clubs underground.
Era un sentimiento con una banda sonora rebelde, fuera de lo común, bailable. Durante mucho tiempo se consideró únicamente house music a lo que sonaba en la cabina del Warehouse de Chicago. De hecho Knuckles y Larry Levan (que recomendó personalmente a Knuckles para oficiar en Warehouse y así entregar su alma al Paradise Garage de Nueva York) siempre consideraron el house como una marca en la piel: algo que sabes distinguir en los demás y que te hace saber que también pertenecen a tu iglesia. El house es un sentimiento, esa marca en la piel no es un sello que ponen en la puerta de un club, el house como género musical nace del apócope de Warehouse, el templo de Chicago y de lo que allí Frankie Knuckles pinchaba: punto y pelota.
“Creo que el house es la venganza del disco” decía Knuckles. Tendrían que pasar años para que toda aquella purria de periodistas de la Rolling Stone, críticos musicales del Chicago Tribune o el New York Times y los capos de las majors se diesen cuenta de que habían tratado a la música disco primigenia (y por ende, al gospel, al funk y al soul) como un terrateniente trataba a los hijos subnormales de los esclavos algodoneros. La matriz del house está en la música disco, y decir lo contrario es escupir en la tumba de Larry Levan. Knuckles y Levan fueron los padres de un sentimiento y un género musical que se ha prostituido, violado y vejado hasta el punto de considerar una sesión de Fonsi Nieto como “house”.
Cuenta Danny Krivit que Levan vendió toda su colección para poder costearse la heroína. En los 90 seguía metiéndose más jaco que Keith Richards en toda su vida. Levan nunca robó nada a nadie, Richards no puede decir lo mismo. El garage, un género genuínamente americano (lo que después se denominó -mal- “house cantado o vocal”) era en realidad lo que pinchaba Larry Levan en el Paradise Garage. El garage no se entendería sin el house, el house no hubiese nacido sin el garage y así hasta llegar al consabido “¿Qué fue primero? ¿El huevo o la gallina?”
Levan se murió prácticamente en brazos de François Kevorkian en agosto de 1992, cuando giraron por última vez por Japón. La heroína no perdona, nunca lo hace: dejó sin discos a Levan y detrás se fue su vida. Los satélites que generaron son innumerables. Antes de que multinacionales del entretenimiento se apropiasen del término (como ahora han hecho con la música urbana) hubo una casa madre, un sentimiento y dos personas oficiando como sumos sacerdotes. Aquí tienes una selección de sesiones históricas de los padres fundacionales del house.
Obra maestra del género. Una sesión en el Templo de 1979. Toda la maestría y talento de Larry Levan desplegado en una sola sesión: edits en directo, vinilos, cintas, cintas Revox… Seguramente aquí nació lo que hoy denominanos “sesión”: algo que va mucho más allá de “poner discos”, un excepcional viaje con el mejor de los chamanes posible. Para enmarcar.
Paradise Garage cerró en 1987, seguramente esta sería una de las últimas sesiones de Levan que, pese a estar enganchadísimo a la heroína era capaz de crear una atmósfera festiva, loca y divertidísima. Sudor, gente sin camiseta, hermandad: disco, philly sound, toques robóticos, loops en directo… Una absoluta maravilla.
Seguramente una de las sesiones más speedicas del Maestro: una orgía en la pista, un akelarre para el cuerpo y el alma. Todos los demonios están bailando, convirtiendo al Infierno en el Paraíso. De eso se trataba. Tres años después de abrir puertas, Levan ya era el mejor DJ del mundo. De todos los discípulos que tuvo el Maestro únicamente Frankie Knuckles sería capaz de seguir este ritmo.
Se presentó ocho días tarde a pinchar, pero mereció la pena. La última sesión de Levan en UK no podía ser en otro club que el Ministry of Sound de Londres. Por aquel entonces estaba mejor considerado Levan que la reina de Inglaterra. Tremenda sesión. Se presentó en el club con las manos en los bolsillos porqué había vendido todos los discos para costearse la heroína. Tres meses después aún seguí ahí. Documento histórico impagable.
El Sound Factory Bar era uno de los mejores garitos gays de Manhattan. Aquí la última sesión de Levan allí: pura melancolía house, menos estridente que otras, menos “loca”, más classy: puro arte. “Quiero morir en una discoteca llena de maricas” decían Los Punsetes, pues eso: para muestra este botón.
“El almacén” de Chicago, el templo, la casa madre… Excepcional documento sonoro de la maestría de Frankie Knuckles en 1987. Si alguna vez os piden que expliquéis qué es el house de Chicago callad la boca y dadle al play. Nadie, nunca pinchó de esta manera.
Difícil quedarse con esta o con la de Larry Levan: ambas sesiones datan de 1979. Aquí se pusieron las bases -el pilar más gordo de la casa-. del house propiamente dicho. Seguramente esta de Knuckles es el pistoletazo de salida de todo lo que vendría después. Dice David Morales que aún hoy en día se le saltan las lágrimas al escuchar este set. Nada fue igual después de esta sesión.
En los 90 UK era una extesión de los EE.UU. Por el Ministry of Sound pasaron los mejores DJs de house. Esta sesión de Knuckles es tremenda, ni se oyen las transiciones entre temas, ni una rascada: absolutamente perfecto. Histeria colectiva en la pista. Seguramente una de las mejores sesiones del Maestro. House music all night long.
Cuando cerró Warehouse Knuckles abrió su propio club en Chicago: The Power Plant. Imposible escuchar y bailar este tipo de música en la Europa del momento. Aquí podemos escuchar los primeros “síntomas” del Garage: partes vocales -señoras negras cantando y chillando- que son éxtasis puro. 1985: estaba todo por hacer y Knuckles ya había construido una autopista directa hacía el clubbing.
Una sesión rarísima y muy difícil de encontrar de Knuckles durante la Miami Winter Conference de 2004 (una de las citas clave del sector). Knucles, ya de vuelta de todo, pincha para un público no habitual en sus sets, mezclando house clásico de Chicago con piezas contemporáneas más festivas y petardas. Le veríamos años más tarde en Ibiza hacer algo similar. En alguna transición solo le falta coger el micro y decir “house music is not for everyone, you stupid wankers!”.