Unas 3.000 personas se reunieron anoche en un parque de Tel Aviv para celebrar un festival ‘espontáneo’ disfrazado de manifestación. Y, es que aunque la música en vivo está prohibida en Israel como parte de sus normativas de distanciamiento social, el derecho a manifestarse no se ha tocado.
En el concierto masivo, el primero de estas características en más de dos meses, actuaron bandas locales y contó con el apoyo del alcalde de la ciudad, Ron Huldai, que se subió al escenario para decir que el virus “ha dejado a muchos cantantes, actores y trabajadores entre bambalinas sin ningún ingreso e incerteza sobre cuándo podrán ganarse el pan”.
Israel, como la mayoría del mundo occidental, lleva en confinamiento desde el pasado mes de marzo, aunque poco a poco se están aliviando las medidas. El primer ministro, Benjamin Netanyahu, dijo recientemente que las restricciones se eliminarían completamente a mediados de junio.
Para entrar al evento se obligó al uso de mascarilla, así como mantener una distancia de dos metros. Sin embargo, una vez en el recinto fue difícil de controlar, pues la gente se apelotonó frente al escenario sin seguir las normas de sanidad, quitándose incluso las máscaras.