El ocio nocturno y las salas de conciertos llevan desde el 24 de julio completamente cerradas en Cataluña para evitar la propagación del virus. Por eso, en las últimas semanas el sector ha apretado al gobierno catalán a que tengan en cuenta este tipo de locales si no quiere ver cómo bajan persiana. Este lunes, sin ir más lejos, conocíamos la noticia de que Apolo y Razzmatazz tienen un margen de supervivencia de apenas medio año.
Ahora, informa el diario catalán ARA que el Gobierno está ultimando una modificación excepcional de la normativa que se aprobará en los próximos días y que permitirá volver a trabajar bajo licencia a salas de conciertos, cafés teatro, cafés concierto o restaurantes musicales. El uso de la pista de baile, eso sí, continuará estando prohibido.
Hasta ahora existía una diferenciación entre salas de teatro, que han podido operar casi todo este tiempo, y las de ocio nocturno y conciertos. Ahora, los departamentos de Interior, Cultura y Salud han acordado, tras reuniones con el sector, una excepción temporal que modifica la normativa.
Estos locales podrán operar con las mismas condiciones que el resto de espacios de artes escénicas. Así, habrá público sentado con la obligatoriedad de la mascarilla higiénica todo el rato. Se tendrá que establecer un registro de datos de contacto, mantener la distancia de seguridad, controlar accesos y se podrá comer y beber siempre que se deje un metro y medio de distancia entre grupos de contacto habitual.
También regirán las limitaciones de aforo de cada territorio. Ahora mismo en gran parte de Cataluña, incluyendo Barcelona y Girona, es del 70%. Claro que eso es teniendo en cuenta que el público está de pie, así que la cantidad de público será obviamente menor de lo esperado. Lo que sí se ha especificado es que como máximo podrá haber 2.000 personas sentadas en municipios sin restricciones y 1.000 para municipios con restricciones.
Este aspecto es ahora mismo un punto conflictivo en la negociación. Para que te hagas a la idea, Apolo pudo sentar a 250 personas, eso es, un 25% del aforo, haciendo que la viabilidad de tales eventos sea cuestionable. Por su parte, Lluís Torrents, gerente de Razzmatazz, asegura que con esta medida es absolutamente inviable abrir la sala.