Diez años dignificando la cultura, diez años demostrando que hay vida (muy) inteligente más allá del centralismo barcelonés y madrileño, diez años comisariando un festival que hoy ya es referente en Europa y una de las propuestas culturales más interesantes a nivel global. Diez años apostando (y arriesgando) por las artes sonoras, digitales, performativas y escénicas contemporáneas: diez años de CULTURA en mayúsculas. El décimo cumpleaños de Eufònic, que arrancó la semana pasada trabajando ejemplarmente con todas las limitaciones y restricciones posibles encima de la mesa, (programando más de cincuenta actividades repartidas en treinta espacios de nueve poblaciones de las Terres de l’Ebre), llega a su colofón este fin de semana.
No veremos a insignes políticos como Laura Borràs (Presidenta del Parlament de Catalunya), hacerse la foto en Eufònic, seguramente porque en este caso el interés “cultural” está bastante alejado de intereses cerveceros o porque la dirección de Eufònic Festival no lleva el carné de partido en el bolsillo de detrás del pantalón o en forma de acreditación colgando del cuello. Tampoco veremos a representantes de la Sanidad pública catalana y española bendecir al festival por su buena labor (tangible) en esta décima edición. Sí veremos (los llevamos viendo hace diez años) a consistorios y autoridades locales implicarse en y con el festival, porque Eufònic ha sido y es el mejor escaparate cultural contemporáneo de unas Terres de l’Ebre que en pleno 2021 siguen careciendo de infraestructuras y transporte público propias del siglo en que vivimos. A Vicent Fibla (director de Eufònic Festival) y a todo el equipo que hace posible desde hace diez años esta manifestación cultural de primer orden se les debería sacar bajo palio una vez al año por la plaça Sant Jaume de Barcelona, por haber convertido a las Terres de l’Ebre en cónclave europeo del arte contemporáneo en un panorama cultural español tan desolador como el yermo páramo que Buñuel retrató en “Las Hurdes, tierra sin pan”.
Eufònic ha agotado las plazas presenciales para Eufònic PRO, su espacio de encuentro entre profesionales, programadores, comisarios y gestoras culturales nacionales e internacionales con creadores y artistas catalanes de raíz digital y performativa, este año centrado en la creación desde las periferias físicas y simbólicas. Otro motivo más para que las autoridades culturales de este país reflexionen sobre ello.
Hoy el festival presenta la excelente electrónica atmosfèrica y la sampledelia dub-techno de los británicos Space Afrika en La Ràpita, a Za! reinventando himnos populares ebrenses junto a la Lira Roquetense en el Canal de Roquetes y la relectura de partituras religiosas vía inteligencia artificial con el Acte de Fe en los Col·legis Reials de Tortosa. Y eso es solo el principio de cuatro días llenos de consolidados y emergentes nombres del ámbito estatal como Joan Miquel Oliver, dani o Violeta Tello Grau, de electrónica arriesgada con D.K. y Ro-E, de actitud queer con Al-V, Las Bajas Pasiones y Bonitx), de espectáculos imperdibles como los de Playmodes con el Quartet Brossa y Bromo y de pura celebración hedonística a base de synth-pop e italo-disco de la mano de Josep Xortó, The Congosound y Cabiria.
El sábado 28 será también una jornada de actividades participativas y gratuitas en plena naturaleza. Al tradicional vermut en los Ullals de Baltasar se suma un itinerario artístico por piezas fruto de 10 años de residencias artísticas en colaboración con el Centre d’Art Lo Pati: Atilio Doreste, Joan Bagés con Vanguard Duo, Elsa Aparicio y Gerard Altaió. Antes, en el Trabucador las educadoras Judit Onsès y Mercè Ubalde guiarán a los asistentes por un recorrido sonoro de calado social y reflexivo en torno a los nuevos elementos y habitantes de este espacio natural.
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