Hace unos días recibíamos la terrible noticia de la prematura retirada del Cine del actor Bruce Willis al haber sido diagnosticado con afasia, un trastorno del lenguaje que le impedirá comunicarse mediante el habla. No deja de ser algo paradójico para un actor que comenzó de niño interpretando papeles en el teatro escolar para superar su tartamudez.
Años después de aquello Bruce superó un casting de más de 3000 personas para la serie Luz de Luna y así comenzó la forja de un icono transversal y universal. Un referente estético tanto para el pollaviejismo más rancio como para la modernidad más cool. Trató de jugar a la ambigüedad en cuanto a sus posiciones políticas (apoyó la guerra de Irak pero también se rió públicamente del presidente Trump) aunque en ocasiones se le vio el plumero y se mostró más cercano al partido republicano. Él trató simplemente de desempeñar su papel de muchachote de barrio con la finalidad de entretener al público elevándose a través de sus personajes a la categoría de héroe nacional. Una estrella, casi a la vieja usanza, que gustó a casi todos con una filmografía de más de 70 películas a sus espaldas.
Un tío con un talento natural para calentar a varias generaciones de hombres y mujeres a lo largo y ancho de todo el planeta, para los que fue un mito sexual al que no le hacía falta desnudarse (lo demostró con el fracaso del “El calor de la noche”, su única película pseudo-erótica que resultó ser un completo desastre). El fue único tipo capaz de salvar al mundo en camiseta de tirantes.
¨YIPPEE KI YAY, Motherfuckers!¨
Estos son algunos de los mejores momentos que nos ha dejado Bruce Willis a lo largo de su extensa filmografía.
LUZ DE LUNA (1985 – 1989)
Obra maestra absoluta de la ficción televisiva posmoderna.
La melodía de armónica compuesta por Al Jareau para sus títulos de crédito aún resuena en las cabezas de los que crecimos con la serie.Fueron nuestras madres las primeras en fijarse en un desconocido Bruce encarnando a David Addison, ese detective golfo, machista y verborreico que junto a su estirada jefa Maddie, una ex-modelo arruinada (Cybill Shepherd) resolvían crímenes en la ciudad de Los Ángeles, a la vez que en cada episodio se iba caldeando la tensión sexual entre ambos. Creada por uno de los responsables de la exitosa “Remington Steele”, Glenn Gordon Caron, esta serie de misterio que fusionaba con ligereza géneros y miraba con admiración al cine de Howard Hawks se adelantó a casi todo en la tele y se convirtió en un maravilloso y caótico experimento en el que podían convivir una adaptación de “La Fierecilla Domada”, el género musical, episodios en blanco o romper o el lujo de permitirse romper la cuarta pared cuando les venía en gana. Sigue siendo una serie deliciosa. ¿Quién puede olvidarse de la señorita Topisto (Allyce Beasley)?
CITA A CIEGAS (1987)
Bruce se puso bajo la batuta del maestro del humor Blake Edwards interpretando a un workahólico ejecutivo en esta edulcorada pero efectiva “versión” del “Afterhours (Jo, qué noche)” en la que una desbaratada Kim Basinger, ejerciendo de rubia tonta, no dejaba de meter en líos al personaje de Bruce en una noche desmelenada y salvaje. Bruce comenzaba a ser una cara conocida en el mundo de Hollywood.
JUNGLA DE CRISTAL (1988)
La película que lo cambió todo. Ahora si que si. El mundo hizo Boom con el secuestro del Nakatomi Plaza y Bruce se convirtió en el héroe favorito de toda una generación, en toda una estrella a niveles estratosféricos.
Podríamos pasarnos horas hablando de como “Jungla de cristal” redefinió no solo el género de acción a todos los niveles sino también el de las películas navideñas, que ya nunca volvieron a ser lo mismo. Todo el mundo rechazó el papel, le llegó por una concatenación interminable de renuncias y es que, el orden cósmico sabía perfectamente que John McClane no podría existir sin ser Bruce Willis. Supuso el comienzo de una franquicia que John McTiernan alargó más que un chicle remascado (y de la que únicamente se salva su tercera entrega, “Jungla de cristal, la venganza”).
El saludo “Yippee Ki Yay” al que se le añadió un siempre elegante y contundente “Motherfucker” es una de las frases talladas a cincel en las tablas de la Ley de la cultura popular de los 80. La película costó 28 millones y recaudó 140, el cine de acción comenzó a jugar en la liga de los mayores a partir de su estreno.
EL GRAN HALCÓN (1991)
El primer batacazo llegó pronto. Ni la crítica ni el público entendieron esta película en su momento. Personalmente guardo un grato recuerdo de verla de adolescente en un cine de verano al aire libre. Hay secuencias que a día de hoy no he borrado de mi recuerdo como ese atraco en el que calculan el tiempo del mismo canturreando canciones clásicas, me sigue pareciendo una secuencia brillante. Con los años se ha ido convirtiendo en una pequeña pieza de culto. Es una fantasía absurda y delirante sobre ladrones de guante blanco y la única vez que Bruce participó como guionista en un proyecto. Merece mucho la pena recuperarla.
PULP FICTION (1994)
Uno de los muchos milagros que se produjeron con Pulp Fiction fue demostrar al mundo que Bruce Willis no solo era un actorucho de pelis de acción y comedietas. El papel del boxeador Butch Coolidge que le regaló Quentin Tarantino calló las bocas de todos los que hasta entonces lo criticaban y descubrimos la calidad interpretativa de un Bruce que simplemente está inmenso. Su conversación con la taxista Esmarelda Villalobos después de no caer en la lona, sus momentos íntimos con Fabienne (Maria de Madeiros), la historia del reloj de su padre (que estaba en el puto conejito), el atropello de Marsellus (Ving Rhames) y el posterior encontronazo con Zed (Peter Greene), su amigo y el tarao son páginas grandes y a todo color de la historia del cine.
12 MONOS (1995)
Terry Gilliam en el mejor momento de su carrera emprende la compleja tarea de adaptar “La Jetée” de Chris Marker para el gran público y para ello contrata a Bruce Willis para el papel protagonista. El resultado es excepcional, sin duda una de las mejores películas de los 90. Una angustiosa y post-apocalíptica distopía en la que los saltos temporales golpeaban fuertemente la cordura del prisionero James Cole. Un inspiradísimo Brad Pitt en estado de gracia lo acompañaría en esta aventura interpretando al desquiciado Jeffrey Goines, supuesto líder al frente del Ejercito de los 12 Monos. Una obra maestra.
EL QUINTO ELEMENTO (1997)
El colorido universo que surgía a borbotones en la imaginación de Luc Besson le iba como anillo al dedo a ese Bruce Willis de mediados de los 90 que quiso repetir el trabajar bajo los mandos de otro de los grandes maestros europeos de la desmesura tras su colaboración con el ex-Monty Python, Terry Guilliam. En el anaranjado mundo de “El Quinto Elemento” Bruce brilló como figura protectora de una icónica Milla Jovovich. Toda una catedral del cine de entretenimiento.
ARMAGEDDON (1998)
No tengo claro si Michael Bay le hizo un favor o una gran putada a Bruce Willis al elegirlo para protagonizar el que sería el precedente del tipo de peli que posteriormente Bruce ha realizado durante los últimos años de su carrera. De mala que es tiene cierto encanto y el tema musical principal de los Aerosmith es una de esas deliciosas horteradas que de no existir habría que inventarlas para que nos siguiera jodiendo los oídos eternamente en las radio formulas. La cuenca minera (borracha y dinamitera) más red-neck de los Estates en misión suicida espacial hacia un meteorito que amenaza destruir la Tierra. Con ese argumento, un presupuesto descomunal y un metraje de 150 minutos nada puede salir mal. “Armageddon” pasará a la historia por ser uno de los precedentes visuales que anticiparon el posterior atentado del 11S. Ya sea visionaria o inspiradora, algo que nunca lo sabremos, es una peli que sigue siendo de las favoritas en los improvisados cine-clubs de los afters caseros con peña muy drogada.
EL SEXTO SENTIDO (1999)
M. Night Shyamalan metió su primera goleada con esta historia de fantasmas en la que Bruce interpretaba a un psicólogo obsesionado con un antiguo paciente al que no pudo ayudar mientras aplica tratamiento a un pequeño aterrorizado que asegura que en ocasiones, ve muertos. Delirio Pre-mortem de manual en un pelotazo que reventó la taquilla y volvió a colocar a Bruce en la cima del mundo.
EL PROTEGIDO (2000)
Un año después del super éxito Bruce repite con Night Shyamalan en la que seguramente es la mejor película para ambos. Adelanta lo que será el cine de los dos miles y la atmósfera que consigue es difícil de imitar. Cine de acción ralentizado y cocinado a fuego lento, es un Obra maestra con una portentosa puesta en escena. Una sentida carta de amor a los cómics de superhéroes con un héroe cuyo traje es simplemente un chubasquero y un villano inolvidable de frágiles huesos interpretado por Samuel L. Jackson. Radiografía precisa de la cultura popular entorno a la creación de nuevos mitos.
LOOPER (2012)
Después de la notable “Brick”, Ryan Johnson vuelve a reventar los códigos del cine negro de nuevo con una compleja trama de viajes temporales y ejecuciones en la que Buce se tiene que enfrentar cara a cara a su “yo de joven” interpretado por un implacable Joseph Gordon-Levitt. Ciencia ficción tan retorcida como entretenida.
MÚLTIPLE (2016)
Cinco minutos al final de la película y un simple cameo le bastaron a Night Shyamalan para que se nos girara la cabeza y asumiéramos lo que acabábamos de presenciar. La aparición de Bruce Willis nos puso la piel de gallina retomando el personaje de David Dunn del Protegido. Bruce Willis se reafirma solo con mirar a cámara como un icono popular absoluto, una autentica leyenda, un mito.
GLASS (2018)
Aquí se acaba todo. Ya sabemos que el final de la trilogía de Shyamalan será el último gran papel que realizó Bruce Willis antes de embarcarse en multitud de proyectos olvidables durante sus últimos años en activo. Bruce se retira con la misma sensación de anticlimax con la que finaliza el film pero sin duda con la misión cumplida.
Para un actor que afirmó que lo único que le interesaba era entretener al público puede darse por satisfecho porque entretener lo que se dice entretener lo ha hecho un rato.
Gracias por todo, Bruce.
