El británico Harvey McKay –al que deberíamos tener fichado por sus lanzamientos para Perc Trax, Cocoon o Filth On Acid- acaba de hacer su debut en Kneaded Pains, sello co-dirigido por Dense & Pika. Un perfecto escaparate para el de Glasgow, ya que su irrebatible sonido analógico es algo muy apreciado por este dúo londinense, quienes por otro lado no olvidemos publican también, y bastante, en Hotflush (el casoplón de Scuba).
La escucha de “Anatomy Of A Drum Machine” no deja de resultar genuina. Aun siendo un esquema completo y contundente de hasta 13 pistas rebozadas de techno fornido, la construcción que reina en casi todo momento es más bien minimalista. Bien palpable queda en títulos como “Dirt Box”, “Bump” o “Milk Snatcher”. En todos estos hay profundidad, hay progresión, pero sobre todo se nota la madurez de un productor experimentado que sabe darle personalidad a su propio sonido techno. Sobrio pero cadencioso.
Harvey se inspira en la escuela de Detroit y Berlín, en su propia estética hallaremos dub, rebujitos cíclicos e incluso detalles funk. Este tipo de pellizcos pueden percibirse en “Glasgow Kiss”, “Osc” o “Father”. Su propuesta tampoco está exenta de melodías sintéticas o de buenos bajos, sino enchufaros bien al último tema que acabo de citar. Pero es eso, todo en su justa medida. No necesita una caja Alpino de treinta seis colores, con tres o cuatro bien escogidos le sobra.
Como sucede a menudo en infinidad de álbumes de productores con recorrido largo, los bombos también son capaces de aplacarse y difuminarse en piezas más atmosféricas. En este sentido encontramos tres regalos para ayudarnos a controlar cualquier atisbo de ira y centrarnos en algo positivo: “Purple”, “Horizon” y “Alive”. En todas ellas se respira máquina, pero a la vez resultan acolchadas y gratificantes.
Este nuevo LP está dedicado a su amigo Davey (David Balmer) quien está luchando contra una enfermedad neuronal motora. Es más, todas las ganancias de este disco irán destinadas a ayudarle. Bendecido queda.