En este preciso instante, mientras escribo esta crítica sobre la última película realizada por Daniels (el dueto de directores formado por Dan Kwan y Daniel Scheinert); en un Universo bastante cercano de los muchos ( ∞ infinitos ∞) que existen a nuestro alrededor, una versión de mi mismo, que no se dedica a escribir sobre pelis y series en Beatburguer, sino que es director de cine, está a punto de estrenar en España una película titulada “Todo a la vez en todas partes”.
En ese mundo (el del Universo en el que soy la puta ostia) la versión de la peli que se estrena es una indiscutible Obra Maestra, mucho mejor que la que han dirigido los Daniels que es la que vosotros (visteis, veis y) veréis.
A la mía no le sobra ni un segundo de metraje. No es pretenciosa y afortunadamente, no se hace en ningún momento pesada, principalmente porque tomé la acertada decisión de eliminar tanta secuencia de combates de Kung-fu.
Mi película es Brutal. Es “Lo Puto + Ahora” en todas partes. La de los Daniels (la de vuestro Universo) está muy bien, pero es un poco peor.
Precisamente hoy, también en este mismo instante, en otro de esos mundos paralelos, es 19 de Abril de 1943 y el doctor Albert Hoffman, un químico suizo que anda trajinando con el cornezuelo del centeno, decide en el último momento no ingerir 250 mg de dietilamida de ácido lisérgico antes de finalizar su jornada y regresar en bicicleta a casa desde su laboratorio.
En ese Universo, bastante más aburrido que los dos anteriores, nunca llega a sintetizarse el LSD, y en consecuencia, ni el tal Daniels, ni yo mismo, hemos dirigido una película que puede dejarte exhausto pero contiene la dosis justa de aceptación como para agradar a la mayoría del público y llenar las salas.
En ese mundo sin cartones mágicos impregnados de ácido, nunca nos van a dar un premio, ni con forma de dilatador anal (similares a los que Jamie Lee Curtis acumula en el film) ni de señor calvo bañado en oro que tan púdicamente se tapa el pito con una espada.
En ese Universo de mierda donde nunca han tomado tripis, Stanley Kubrick nunca cambió la manera de percibir el mundo, ¡Ellos no saben del monolito!
Nuestra película no es el estreno más efusivamente emocionante del año, no somos lo mejor que le ha pasado a las salas de cines en mucho tiempo.
¡Qué coño! en ese mundo no existe nada parecido.
Nunca disfrutarán de las aventuras de Evelyn Wang (Michelle Yeoh) y las infinitas versiones de si misma y de su familia.
En ese aburrido planeta gris habitado por incapacitados en las artes lisérgicas no existe tampoco Beatburguer, no tenemos nada sobre lo que escribir, nunca llegó a crearse la música electrónica (ni el techno, ni el House ni por supuesto el Acid ¿Cómo cojones iba a poder existir?).
Pero retomemos de nuevo en el aquí y el ahora, la versión de mi que os escribe estas lineas, y haciendo, lo que con toda seguridad será un pedante comentario cinematográfico, pero asumiendo con valentía el riesgo, os dice que “Todo a la vez en todas partes” no es una Obra Maestra pero si una verdadera obra de arte.
Es puro Rococó.
Un hermoso atentado terrorista perpetrado con detonaciones de confeti y continuos saltos entre disparatados Universos.
La apología absoluta de la chorrada bendita en la que hasta los dedos de tus manos pueden convertirse en Hot Dogs.
Una película repleta de memeces y también, genialidad.
La incoherencia más pulida, y a la vez, consecuente que podían haber entregado los Daniels tras su primera colaboración (la tan pedorra pero también simpática “Swiss Army Man”).
Una maravillosa y demencial manera de pasar dos horas viajando por el multiverso de la locura sin encontrarse con ningún doctor extraño.
Trataré de explicarlo así, el tándem que forman los Daniels (los mismos que ganaron el festival de Sitges con la ya citada “Swiss Army Man”), en esta realidad y quiero suponer que prácticamente en la mayoría de las que nos rodean, se marcan la sobrada del año.
Una ida de olla del tamaño de un enorme baggel cósmico.
Una bizarrada sin medida. Algo que va mucho más allá del Hype.
Una obra alucinada y alucinante, tan excelsa en sus virtudes como en sus defectos.
Un derroche absoluto de imaginación que abruma sin contención, inundando la pantalla de ternura y dejándonos felizmente boquiabiertos.
Una peli que te deja tan frito el cerebro, que inmediatamente tendrás que ir a que te pongan uno nuevo.
Aquí hay ingentes cantidades de droga (y de la buena) consumidas en favor del arte universal y del bien común. Litros y litros de talento derramado a borbotones.
El esfuerzo y la imaginación empleada en su manufactura y proceso de creación es absolutamente innegable, y eso, en este plano existencial repleto de cosas y personas huecas merece más que un gran aplauso, una ovación.
Creo que lo mejor que se puede decir de “Todo a la vez en todas partes” es que es la más recargada, agitada y emocionante llamada a la bondad vista en gran pantalla en mucho tiempo. Así que por favor, “Sean amables”.
“Todo a la vez en todas partes” se estrenará en ese lugar de su Universo al que usted llama planeta Tierra. Más concretamente en los Cines de esa abstracción territorial llamada España. Será el próximo viernes 3 de Junio, es decir, que las infinitas versiones de ustedes que existen ahora mismo y en todas partes, unas ya habrán disfrutado de ella, y otras no. Usted decide qué es lo que quiere hacer.