NIN3S -antes conocido como UNER-, presenta su primer álbum “Hopeyard” (Dorado Records) en el que nos ofrece un recorrido mental y sonoro por un proceso de superación personal que, musicalmente, lo ha llevado a firmar un álbum exquisito, su primer LP.
“Hopeyard” es jazz, downtempo, ambient, clásica, hip-hop, pop y electrónica. Todo el álbum está producido y mezclado en Ableton y Protools y hay que destacar el extraordinario trabajo que, como ingeniero de sonido, como en todos los tracks vocales de NIN3S, ha desarrollado, desde L.A. el prestigioso productor discográfico y compositor norteamericano Sebastian Morton. Hablamos con el artista ilerense de éste su LP debut.
La última vez que nos vimos fue en Mallorca en 2013. Recuerdo que pinchabas en una fiesta frente a la playa, al atardecer. ¿Qué queda de aquella persona? Y más aún ¿qué queda de Uner en ti?
Lo que queda de Uner es Manu. Uner era una parte de Manu y Manu no ha desaparecido nunca. A nivel artístico queda todo lo aprendido estos años, lo bueno y lo malo. He aprendido de muchas cosas buenas que me han pasado y de algunas malas también, pero fundamentalmente, lo que queda de Uner es la trayectoria, la experiencia el contacto con la industria. De ese pasado también queda un gran respeto de los profesionales de la industria y eso me halaga como persona y como artista.
Uner era a la electrónica lo que NIN3S es a la música (hay tantos matices en “Hopeyard” como estilos de música). Algunos temas evocan a Dead Can Dance, otros a Massive Attack, incluso a Eric Satie o Depeche Mode … Toda esa riqueza de abanico sonoro es anterior o posterior a tu cambio, ¿ya la tenías y ahora lo has mostrado, o por el contrario la soledad te hizo refugiarte en la música y acercarte a ella con otra mirada más amplia, buscando nuevos sonidos y referentes?
Siempre han formado parte de mi. El primer álbum que me regala mi padre en el 82 es “Magnetic Fields” de Jean-Michel Jarre. Mi amor por la música electrónica no viene de la música de baile, de hecho la música de baile fue, entre mil comillas, una obligación. Mi amor por la música electrónica viene de Jean Michele Jarre, de Mike Oldfield, incluso de los retazos de New Order, viene de sonidos que no tienen nada que ver con la electrónica como el rock. Entre mis 5 y 12 años escuchaba a Status Quo, Kiss, ACDC… incluso en los últimos años de la EGB escuchar a Public Enemy o lo más comercial como SNAP o Enigma. Esa es mi influencia musical. La cultura de club no me viene hasta que veo por primera vez a Laurent Garnier. Después pude ver al Sven Väth de aquella época y recuerdo la primera vez que vi a un artista español hacer una sesión dj y fue Óscar Mulero. Mi amor por la música viene desde que yo era pequeño, de cuando hice mis primeros conciertos de piano o cuando de adolescente me iba con dos “colegas” a tocar pachanga con mi teclado a las fiestas de los pueblos. Y de ahí ganar un poco de dinero, invertir en maquinaria y acelerar un poquito el proceso. Uner fue una parte del proceso a nivel artístico y empresarial, pero era eso, una parte.
¿Por qué NIN3S?
Viene del 9, del inicio y final, es ese ciclo. Viene de repetir los ciclos, los 9s… es el empezar y terminar y que no nos de miedo el tomar la decisión de terminar algo y empezar algo nuevo. Esa sensación es espectacular.
¿Cómo fue ese proceso de transformación? ¿En qué momento te das cuenta de que hay un punto de inflexión en tu vida?
El proceso de transformación empieza, mentalmente, en 2014, ahí fue cuando empecé a tener el pensamiento de hacer algo diferente, pero entonces era imposible que pudiera sentarme seis meses o un año en un estudio. Fue en 2018 cuando me vi aquí en Estados Unidos que comienzo a conocer otro tipo de vida, más relajada, menos estrés de viajes, a tomarme más tiempo para hacer las cosas que quería y ya en septiembre de 2019 decidí que iba a ser la última aparición de Uner.
¿Crees en la música como energía transmutadora del dolor en belleza, en su sentido terapéutico?
Gran parte del arte, y sobre todo el gran arte que ha cambiado la historia, viene a través del dolor. No hay manera de meterte más en tus pensamientos y sensaciones más profundas que a través del dolor. Pero el dolor no tiene que ser “malo”, simplemente es un proceso de transformación. Ese dolor es transformador. Es un proceso de cambio, transformador y ayuda muchísimo a volver a hablar contigo mismo, a reconocerte, a poder expresarte sin absolutamente nada de miedo. Así que sí, la música es una herramienta transmutadora. Si tú te vas a dar una vuelta a la calle y esa misma vuelta la haces escuchando música, la vivencia es absolutamente diferente. La música cambia todo: tu punto de vista, tus sensaciones, tus emociones, la manera a la que te puedes enfrentar a la alegría, al dolor. Se ha visto a lo largo de la historia. La música es una terapia increíble. Es una compañera de por vida.
¿Qué es para ti la “esperanza” y más si cabe ese “patio” en el que nos haces sentir con la escucha de este LP, “Hopeyard”?
El álbum es un proceso psicológico que surge en el momento en que yo decido apartar a Uner, es todo lo que sucede después. Algunas de las canciones que están en el álbum las comencé a componer ya en 2017, pero el proceso final de composición ha sucedido después. En el momento en que yo empiezo a hacer esos cambios, incluso antes de retirar de todo a Uner, ya se ven las repercusiones que tienen a mi alrededor. El álbum es el proceso psicológico por el que yo he atravesado hasta el momento de presentar este nuevo directo, básicamente.
Si echáramos mano de las sinestesias, ¿es el negro el color de la de esa esperanza donde se encuentra la luz? La cadencia de los tracks, algunos bastante oscuros y a la vez esperanzadores. Es un poco la mezcla de la melancolía con saber que te levantas de las caídas…
Sí, realmente es eso, es un proceso interior, de expedición interior, es el camino de la esperanza. Aunque tengas momentos duros y se refleje esa dureza, aunque tengas momentos difíciles y se reflejen en la música esas dificultades, al final, escuches lo que escuches en este álbum, siempre hay algo que te cambia la perspectiva. A nivel armónico, por ejemplo, estar escuchando algún tema que te evoca a esa oscuridad y de pronto, hay un cambio que vuelve a traerte algo de luz. Ese es el proceso. Estés donde estés, aunque estés en la mierda, saber que no puedes caer más abajo. Así que siempre se va a ir hacia arriba, no hay otro camino. Los humanos somos especiales porque somos capaces de vivir el dolor de una manera que nos enseña y esa enseñanza, ese camino, es el que te hace subir hacia arriba y más de lo que estabas anteriormente. Ese es el proceso reconstructivo y no sólo a nivel musical, a nivel personal, de amistades, de todo. Hubo un momento en que tuve vértigo al “dejar” a Uner. Es una decisión muy bestia. Es volver a conectarte con la realidad y esa ruptura me ayudó muchísimo.
¿Cómo ha sido trabajar con Max Cooper, Sebastian Morton, Tadeo, Jesús Antunez (Dover)…? Hay un buen elenco de colaboradores en el disco.
Ha sido muy enriquecedor. Una de las cosas que he aprendido aquí en EE.UU. es que el trabajo en equipo es la base de todo. Esa falsa independencia que existe en el mundo de club es una pena. Por eso creo que hay una gran parte del mundo clubbing que no consigue avanzar, porque no existe ese concepto de equipo. Hay quien no invierte tiempo y dinero en crear un equipo que le pueda ayudar, implementar y enseñar. Te das cuenta de que no tienes tú porqué hacerlo todo. Es una cuestión de tomar decisiones inteligentes para poder llegar a un disco muy bien hecho y que suene coherente. Todo el equipo de profesionales con los que he podido trabajar han entendido qué era NIN3S, cómo tenía que sonar y lo que había detrás. Ellos han aportado su personalidad a este proyecto y por eso es perfecto. Me he rodeado de gente que aprecio mucho como personas y como profesionales.
Hay mucho de banda sonora en el disco y también de cinematográfico.
Siempre he sido un amante de las bandas sonoras y no quería que “Hopeyard” sonara a música electrónica ni a disco, quería que sonara como eso, como una banda sonora.
Dicen que eres uno de los pocos djs top que no despilfarraron su fortuna en drogas y vida de “rock star”. ¿Crees que esa imagen del dj como tal desvirtúa lo cultural y rico que tiene la música electrónica?
Hay muchos sectores fuera de la música donde se consumen drogas, pero el problema es cuando se hace alarde de ello y casi que si no lo haces eres un tío raro. Y no. Cada uno que haga lo que quiera, pero no hace falta alardear, ni que sea tan ostentoso, y que parece que si no lo haces, no eres “cool”. Uno de los problemas es la ostentación en general. Estamos aquí para intentar expandir una cultura de club, la música electrónica, centrémonos en eso. Debería ser todo un poco más amable.