Me rompe el corazón, me llena de esperanza, me reconcilia con el ser humano, me produce una invasión de mariposas en el estómago, me humedece los ojos, me hace salivar de gula, me estremece y me inspira…, todo esto y mucho más es lo que me ha provocado la segunda temporada de “The Bear”.
Después del final de “Succession” estaba convencido que me esperaba una larga travesía por el desierto antes de volver a encontrar una serie que me capturara de igual manera. Pues bien, estaba totalmente confundido. Porque solamente unas pocas semanas después he sentido de nuevo una emoción inmensa sentado frente al televisor. El culpable de esta sensación de felicidad audiovisual ha sido “The Bear”, cuya segunda temporada ha mejorado unas expectativas ya de por sí muy altas. Cuando esta serie cayó en mis manos hace más o menos un año aluciné tanto con su forma como con su fondo. Un producto perfecto, altamente adictivo y que proporcionaba un soplo de aire fresco a una saturada oferta. Tradicionalmente las segundas temporadas de series tan buenas sufren un bajón en su calidad, debido a que la novedad ya no es un factor que influya. En el caso de “The Bear” no es que iguale los parámetros de la primera temporada, los supera con creces. ¿La clave? Ofrecerte lo que mejor funcionó y añadirle un nuevo enfoque inesperado.
La trama
Si en la primera temporada “The Bear” se centraba en lo que sucede en el interior de una cocina, en esta segunda temporada expande sus fronteras y nos regala una fotografía más amplia. La base de la trama es explicarnos la transformación de un restaurante de mala muerte en un restaurante de categoría. Todas las zancadillas, los dolores de cabeza, la burocracia que supone embarcarse en una aventura empresarial de estas características. Pero este cambio de concepto empresarial es solo una fachada, porque lo más importante es que en esta segunda parte de “The Bear” nos relata la transformación de cada uno de los personajes. Una historia de superación, de cómo podemos ser mejores si nos lo proponemos, de cómo nuestras carencias no son un ancla que nos mantengan inmóviles en la mediocridad. Durante 10 capítulos, en paralelo, vivimos la renovación de un restaurante y del alma de los personajes.
Un caramelo para cualquier actor o actriz
Si te dedicas a la interpretación o sueñas con ello, “The Bear” es la serie por la que matarías por ser parte del casting. Su guión es delicioso, sus diálogos son poesía, y la evolución de los personajes permite a cualquier actor o actriz lucirse. Por eso no es de extrañar que en esta segunda temporada tengamos varios cameos de interpretes súper prestigiosos, que llevados por el impacto y la calidad de esta producción no han dudado en ser parte de ella, cueste lo que cueste. Estas estrellas de Hollywood brillan en sus pequeñas apariciones con más fuerza que nunca, demostrando que no importa lo extenso de la participación, lo importante es la calidad de la misma. Lo que ocurre en el episodio 6 es una auténtica locura, las interpretaciones de este capítulo se merecen todos los premios habidos y por haber.., pero este capítulo merece que hablemos de él con un poco más de profundidad en el siguiente segmento del artículo.
La perfección hecha capítulo
Episodio 6 de la segunda temporada de “The Bear”…, una obra maestra. No os voy a destripar lo que pasa en él, pero os pongo sobre aviso que no os va a dejar indiferentes. Para comenzar es el único capítulo de larga duración, más de una hora de metraje que contrasta con los treinta y pocos minutos del resto de episodios. La premisa es un flashback que sitúa la acción en unas navidades pasadas donde la familia del protagonista se reúne para celebrar una cena. El desarrollo, el drama, el humor, la narrativa, como paso a paso las situaciones alcanzan una tensión que te mantiene estremecido, es simplemente magnífico. El amor, el odio, el resentimiento, la frustración, la envidia, la amistad, el dolor, el engaño, la piedad, la ira, la incomprensión, el miedo….., son ingredientes que forman parte de una receta diabólica que cuando terminas de ingerirla la única expresión que sale de tu boca es…¡pero qué cojones! Un capítulo perfecto, un carrusel alocado que te mantiene con el culo apretado durante 60 minutos, incapaz de pestañear para no perderte ni un minúsculo detalle. Un capítulo que te rompe el corazón y con el que entiendes perfectamente por qué el protagonista es como es y por qué hace lo que hace. Vuelvo a repetirme…, obra maestra.
Conclusión
Es imposible no amar esta serie. No tiene defectos, no tiene ni una pequeña mota de polvo que ensucie su brillo. Una serie que nos retrata a la perfección, que saca lo mejor y lo peor de todos nosotros. Una serie con la que es imposible no sentirse reflejado, con la que empatizas sin esfuerzo. “The Bear” es una bendición y una tortura a la vez. Una bendición porque durante diez capítulos te sientes realizado y pleno, y una tortura porque cuando acaba estás jodido porque quieres saber más, porque necesitas conocer qué pasa con esos personajes y cuál es el futuro de ese restaurante. ¿Es “The Bear” una de las mejores series de la historia? Por ahora sí.