Por desgracia a los que consideramos que la música debe ser un arte elaborado, nos quedan aún muchos años antes que esta tendencia vacía de contenido se convierta en un estilo residual.
Sería de necios y de hipócritas negar la influencia del reggaetón y de sus derivados en el panorama musical mundial. Este estilo domina con puño de hierro las listas musicales de ventas y reproducciones, acaparando titulares y portadas en los medios de comunicación generalistas. El reggaetón ha conquistado a una generación, eso es innegable, la mayoría de los jóvenes ya no sueñan con ser estrellas de rock o con ser DJs de éxito, quieren ser capos de la música urbana cueste lo que cueste. Las razones del triunfo del reggaetón son muchas y podríamos tirarnos todo el día debatiéndolas, pero como pasa con el resto de estilos musicales su trascendencia reside en el contexto social en el que se desarrollan. Y el contexto social que vivimos actualmente, en el que se valora el consumo rápido, en el que los canales de transmisión comunicativos se basan en la inmediatez, en el que no hay espacio para la reflexión ni el desarrollo, es el caldo perfecto para un estilo básico y primitivo como el reggaetón.
Pero como todo en la vida…, nada es eterno, y este reinado del reggaetón tarde o temprano llegará a su fin, desterrado por una nueva ola musical auspiciada por una generación que lo considere obsoleto y caduco. Aunque cueste detectarlos, ya estamos viendo pequeños síntomas que nos anuncian este desgaste. El último se está fraguando en la isla de la diversión por antonomasia, Ibiza. Durante los últimos años algunos agoreros proclamaban que los días de música electrónica en la isla estaban llegando a su fin, que poco a poco los sonidos y la filosofía de la música urbana terminaría por fagocitar al DJ. Y era algo comprensible ante la deriva consumista y naif que transmitía Ibiza. Empujados por el tsunami del reggaetón sus principales estrellas desembarcaron en las pitiussas y encontraron su espacio en la programación de los grandes clubs. Pero pocos años después esta propuesta ha saltado por los aires y por primera vez en muchos años, la gran mayoría de estos templos de la música electrónica prescinden del reggaetón.
Con la programación sobre la mesa de los clubs nos damos cuenta que su fiesta semanal dedicada al reggaetón ha desaparecido. Tras haber apostado por los nombres más importantes de este estilo en los últimos años, han tomado la decisión de prescindir de sus servicios para 2023. Ni siquiera el artista más importante del momento, Bizarrap, seguirá con su residencia. ¿Los motivos? ¿Les ha dado un ataque de puritanismo electrónico? ¿Creen que este estilo musical no tiene la suficiente calidad? Nada de esto, la respuesta es mucho más pragmática, los clubs de Ibiza no son ONG que busquen la preservación de la cultura clubbing, la razón por la que toman esta medida es muy sencilla: el reggaetón no les da beneficios.
La temporada pasada, hablando con gente que trabaja en los clubs de Ibiza podías notar el descontento con los resultados de las residencias de los artistas de reggaetón. Los números no salían. La inversión realizada no era rentable debido a que estos artistas se habían subido a la parra pidiendo cantidades astronómicas a lo que había que sumar el gasto que suponía su kilométrico séquito. Si ya de por sí desembolsar el caché de un gran DJ es elevado, las cifras de un artista de reggaetón son totalmente disparatadas.
Con todo esto no queremos asegurar que estemos ante los últimos días del reggaetón. Por desgracia a los que consideramos que la música debe ser un arte elaborado, nos quedan aún muchos años antes que esta tendencia vacía de contenido se convierta en un estilo residual. Pero este pequeño dato, este para muchos insignificante detalle, puede ser un síntoma de agotamiento de una moda que como todas las modas…tienen fecha de caducidad.