Si metieramos en una coctelera los cinco elementos de los que se compone la naturaleza (tierra, aire, fuego, agua y espacio-vacío) y la sacudiésemos con fuerza, el rico mejunje resultante sería lo más parecido al sonido de Afterlife aka Steve Miller (no confundir con el sello de los omnipresentes Tale Of Us).
Y no es para menos, porque el británico lleva desde principios de los 2000 labrándose una sólida reputación en eso que se dio en llamar sonido balearic a mediados de los 80 en Ibiza. Una manera de aproximarse al género que le ha labrado la admiración de artistas como Charles Webster, Danny Tennaglia. François K, el malogrado Andy Weatherall (siempre en nuestros corazones) o la plana mayor de Paper Recordings. Por eso, es de ley decir que si hablamos de la Isla Blanca, hablamos de After Life.
“Mother Nature Land” es un trabajo de cuatro tracks (3 originales + un remix) en el que el británico demuestra su profundo entendimiento del medio en el que se encuentra -Ibiza y su Idiosincrasia-; lo que, combinado con su experiencia y sus tablas, da un resultado de relumbrón.
Comenzamos con el track que da nombre al EP: “Mother Nature Land”. Una pieza que resume en sus poco más de cinco minutos lo que debe ser el sonido baleárico a través de sus melodías suaves, oníricas, y que sobrevuelan la percusión sincopada, acariciándola como brisa marina. De sacar el pañuelo para sonarse de alegría y emoción.
Aun sin recuperarnos de tan tremendo stendhalazo, continuamos con la brillante remezcla de James Bright de “Rising Up”. El tema, editado a principios de año, revive la exquisitez del original, pero añade un extra de punch gracias a la exuberancia de la estructura, orquestada y engranada a la perfección, de las capas de sintes. Cuando crees que no puedes más, el clímax llega en forma de efluvios acid que nos trasladan a la “sonriente” década de 1988.
El EP se completa con “Unity Gain”, un ejercicio de síntesis modular magistral en el que los deliciosos. Y con “Ibango Dub”, una sobrecogedora pequeña obra maestra, compuesta y ejecutada mano a mano con Ken Fan, residente de Café del Mar, y en la que también colabora Trace Harris, reputado percusionista de Privilege.
Con este medio tiempo en el que sitares y sintetizadores se entremezclan y copulan con percusión orgánica y electrónica -y que sirve para mostrar a propios y extraños aunque sea una pizca de lo que the real Ibiza puede ofrecer, más allá de fiestas locas y comercialidad ramplona- concluye uno de los EPs más bellos del verano. Yo compro.