Réquiem. Se hace el silencio y de entre la oscuridad que invade el escenario aparece coronada una auténtica diosa de lo terreno y lo espiritual. Ataviada con una corona a lo Maléfica (tocado de Noelia Ortega), dejando entrever ya sólo en esos primeros instantes hacia dónde iría el ritual del que seríamos partícipes todos los presentes, corpóreos y holísticos, Ana Curra, su “Siniestrísima”, daba comienzo a una ceremonia donde vivos y muertos nos dimos la mano para disfrutar del 40 aniversario de “El Acto” (Parálisis Permanente).
Con la canción homónima a ese maravilloso disco, un álbum que permanece en la memoria colectiva de los amantes del post-punk patrio, invariable y eterno, se iniciaban dos horas de desenfreno, endorfinas y magia sobre el escenario madrileño de la sala Shoko Live (una semana antes, Curra y su grandísima banda, pasaron por Barcelona, siendo la Salamandra testigo del aquelarre).
Ana, quien toma posición junto a su teclado y el micrófono, no está sola, le acompañan una banda de músicos que encajan a la perfección. En la batería, Iván Santana, la sangre más fresca sobre el stage; al bajo Pilar Román, música que nos enamoro a todos los presentes; a la guitarra Iñaki Rodríguez, inmenso.
“Vamos a jugar”, “Nacidos para dominar”, “Te gustará”… los himnos se sucedían uno tras otro y llega “Sangre” y con ella se suman a la fiesta Cesar Scappa, Jose Bataglio y Manolo Uvi, invitados de lujo a presenciar un hechizo colectivo donde no faltaron las referencias a Suicide – “Ghost Rider” -, a Bowie – “Héroes” – a Iggy Pop – “Quiero ser tu perro” -. “Autosuficiencia”, “Adictos a la lujuria” y “Un día en Texas” ponían el broche final a una noche donde no sólo se recordó ese mágico disco, sino en la que sonaron temas nuevos tan potentes como lo son “Afrodita la Monarca” y “Hiel”.
Tras el concierto, backstage, enhorabuena colectiva la que recibieron todos y cada uno de los músicos que forman un grupo consolidado y muy especial, el que dirige de manera ejemplar una de las mejores artistas de nuestro país, con la que he tenido el placer de charlar.
Acabas de presentar los 40 años de “El Acto” en Barcelona y Madrid. ¿Qué le dirías a una persona que no conoce tu trabajo acerca de este álbum y de cómo ha influido en tu carrera musical?
A alguien que no conoce “El Acto” le diría que primero lo contextualice. Ya poniéndolo en ese lugar, te das cuenta de que es un discazo que ha traspasado 4 décadas y sigue siendo vigente. Porque la música, las composiciones lo acompañan y las letras hablan de sexo, drogas y muerte. No explícitamente, no me gusta lo explícito, pero sí está todo eso latente y son preocupaciones que tienes cuando eres adolescente y cuando eres jovencito… y eso sigue sucediendo a día de hoy.
El concierto en sí fue una ceremonia en toda regla, una mezcla de espiritualidad y nuestro mundo terreno. ¿Te sientes sacerdotisa/chamana cuando te subes al escenario?
El concierto sí tiene una parte muy terrenal que se eleva. Eso lo dan las endorfinas del directo. Cuando me subo al escenario siento un poder extra. Es algo más energético, que hay que presenciar, estar, invocar, vivirlo y sentirlo… ponerle nombre siempre lo acota y es algo más etéreo.
La presencia de nuestros seres queridos, su invocación para compartir con los presentes ese momento es como un regalo para el público y una forma de entender la muerte no como un final, sino como un paso a otro plano. ¿Cree Ana Curra en otras dimensiones? Explícanos un poco más tu concepto sobre la muerte y la espiritualidad.
La presencia de nuestros seres queridos es esencial para estar reconciliado contigo mismo. Las personas que has perdido en el camino, y que han sido importantes para ti, con las que tienes un vínculo, un lazo… esto es algo de lo que hay que ser consciente y hay que pasar a nuestro plano, incorporarlo en nuestro plano. Por eso me gusta convocar a esa otra dimensión de los seres queridos que está dentro de nosotros, que habita en nosotros, y hacerlo consciente a través de una especie de ritual en el que todos podamos celebrar. Estar, por un momento, en un espacio determinado, sintiendo eso, público y banda, en el mismo sitio, en el mismo tiempo, porque evidentemente, nuestra percepción sabe que hay otros planos que también están dentro de éste.
Obviamente, en ese sentido es fundamental la presencia de Eduardo Benavente y cristalino el homenaje que se le hace durante todo el espectáculo. ¿Está aún muy vivo su recuerdo en ti, en tu día a día?
Eduardo está siempre presente en mi, pero lo mismo está El Ángel, lo mismo está mi hermano, al que considero referente… . El libro de El Ángel está en mi mesilla de noche, cada día. Eduardo está continuamente, porque habitan conmigo, no puede ser de otra manera. Son “mis muertitos” que caminan conmigo. Desde muy jovencita he tenido que vivir con “mis muertitos” y los llevo conmigo tan feliz.
De hecho la muerte está muy presente en otros trabajos como “Hiel”.
La muerte está presente porque no puede ser de otra manera. Habita entre nosotros y la única certeza que tenemos. Cada día estamos un poquito más muertos que ayer. Todos sabemos que vamos a ir a ese lugar. Cuando tienes esa certeza en tu vida, de que ahora estás aquí y mañana vas a estar ahí, pero presientes ese “algo más” en aquellos que ya se han ido, lo suyo es cohabitarlo todo. Llevarlo todo encima. “Hiel” concretamente está dedicada a muertos no muy cercanos, pero sí que me han conmovido, por la pandemia. Son concretamente la tercera edad, la gente mayor que ha tenido que morir en unas condiciones absolutamente ignominiosas, abandonados y sin explicaciones de saber qué es lo que estaba ocurriendo. Encerrados en sus habitaciones y sin asistencia de ningún tipo. La generación más potente que nos quedaba y la hemos perdido de una manera absolutamente injusta. Por eso quería hacer este “réquiem” para ellos.
¿Es en la oscuridad donde encuentras la luz?
Todos los seres humanos tenemos una parte de sombra que nos bloquea, que nos tiene traumatizados, y la clave del aprendizaje está en ir desanudando, en ir dando luz a todos esos fantasmas para poder ser libre. La libertad es luz y no puedes ver la luz si no enfocas a tus fantasmas y los disipas.
Si alguien se acerca a la biografía de Ana Curra, bien sea a través de entrevistas o del genial libro “Conversaciones con Ana Curra” de Sara Morales, puede ver que en lo sentimental siempre te has lanzado al vacío y sin red. Te consideras una valiente en ese sentido por haber tenido relaciones que sabías llevarían impresa la fecha de caducidad (me refiero a tu historia de amor con El Ángel). ¿Cómo vive al amor Ana Curra y qué sentido tiene dentro de tu vida esta parcela sentimental?
Cuando te enamoras, me parece una cobardía no tirarte a tumba abierta. Siempre me ha parecido que ha sido el mejor “colocón” que había. En mi caso no me he equivocado, he tenido la suerte de tener cuatro relaciones largas, profundas y sin decepciones. Canto al amor porque aunque te equivoques es una de las partes de la vida que todos tenemos que explorar y vivir. El amor es una parcela fundamental y junto a la muerte es otro de los grandes presentes que tenemos que tener, vivir el amor… es lo único que nos salva.
Otro de tus grandes amores ha sido Alberto García-Alix. Es el talento lo que seduce a Ana o es Ana la que seduce a hombres con talento (yo creo que es más lo primero).
A mi evidentemente me gustan los chicos guapos y eso queda constatado con todas mis parejas y en todos los chicos en los que me fijo, a día de hoy, por la calle. Pero me seduce más el talento. Si van las dos cosas unidas… póker, repoker.
¿Sigues en tu lucha con Warner por los derechos de “El Acto”? Imagino que este tema te quemará y te agotará por partes iguales.
Sí la verdad es que este tema me tiene muy quemada. Al final es dinero y yo, afortunadamente no soy una persona muy ambiciosa. La realidad es que ese disco está compuesto e ideológicamente soy una parte súper importante en su construcción, en el disco de “El Acto”, y es evidente que estoy presente en ese disco… todo el mundo lo sabe. Las discográficas, en este caso la Warner, me ha hecho esta faena y no quieren ni siquiera hablarlo. Lo he denunciado varias veces pero es que no quiero emplear ni un minuto más de mi vida en esto. Los tiempos cambian, cambiarán las tornas y se pondrá todo en su sitio.
Creo fundamental hablar de la formación que ahora te acompaña en los directos, que es absolutamente maravillosa. Cómo fue el proceso de encontrar a estos músicos tan sublimes y hacerles parte de tu proyecto.
Con la banda llevo ya 7 años. Es muy refrescante tocar con gente nueva e ir viendo cómo se consolida la banda, con la que vas teniendo complicidades que son las que hacen que te diviertas y que funcione todo, la magia. Se añade que es gente más joven, eso me impulsa mucho. De verdad, haciendo unas risas, la gente mayor es muy pesada…que si esto es muy incómodo, que si ahora me duele esto, pegas… Como yo me siento muy joven, me llevo mejor con gente joven. Además que son muy buenos y a estas alturas, tocar con gente mala, no puedo.
¿Cómo es un día normal en la vida de “su Siniestrísima”?
Un día “normal” en mi vida no es nada normal, es un día bastante estresado. La verdad es que estoy un poco harta de este ritmo. Sigo trabajando en el Conservatorio, lo cual es un tiempo que me ocupa y que además es un tiempo donde tengo mucha responsabilidad, porque estoy formando a alumnos y abriéndoles la magnitud de lo que es el mundo de la música. Es una responsabilidad enorme porque es abrirles la puerta de un mundo mágico en el que tienen que entrar y no se tienen que aburrir. Cada hora de clase, con cada alumno, tengo que ponerme al 100% la alerta y estar súper activa. Las clases te vacían y te cansan porque estás entregando todo el rato y los resultados se ven muy a largo plazo. También hago deporte todos los días, para mantenerme con fondo y poder luego subirme al escenario y disfrutar a tope. Hacer ejercicio me hace liberar endorfinas, mi papela a día de hoy. Luego tengo perro, se llama Trece, y es quien me hace una fiesta tres veces al día, cada vez que la saco, cada vez que voy a comprar el pan y vuelvo… es fidelidad absoluta. Y luego también me dedico a esto de la música y tengo que ensayar con el grupo, coordinar un montón de cosas… Hacer entrevistas como ésta que estoy haciendo contigo… . Toda esta parte que hay alrededor de los conciertos es la que menos me gusta la de coordinación, quedar con el grupo para poder ensayar… lo hago por las dos horas que me subo al escenario que para mi son lo puto más.
¿Qué música recomienda Ana Curra a sus alumnos del conservatorio, además de música clásica que creemos es obvio, les incitas a escuchar otras cosas?
Con mis alumnos del Conservatorio, a parte de hacer unos contenidos que están ya programados, como el recorrido que tienen que hacer por la música desde el Barroco hasta el siglo en el que vivimos, se van escogiendo obras y hacemos un estudio pormenorizado de todos los estilos de la música. A los alumnos los llevas 14 años a tu lado, lo que dura una carrera de piano, y en todo ese espacio de tiempo ellos van conociendo otras músicas, te van preguntando. Claro, hay un intercambio de ideas. ¡Muchas veces me descubren ellos a mi! Por ejemplo, Amy Winehouse me la descubrió hace muchos años un alumno. También a muchos traperos… los hay a los que les gusta el trap.
Leí en una entrevista que te hicieron hace no mucho que querías desmitificar ese concepto de que la música clásica es para las élites, que consideras que la mayor parte de sus autores eran más cercanos al “punk” de lo que nos creemos (imagino que porque ellos también nadaron a contracorriente como tú).
La mal llamada “música clásica”, porque para mi es la “música eterna”, la que ha trascendido, la que ha llegado a nuestros días, y la que seguirá llegando. No sé porqué la llamaron “clásica”, es como meterla en una palabra que ya de entrada parece que no puede comulgar con música moderna. Por eso yo la llamo “música eterna”, la que trasciende a cualquier generación, a cualquier siglo y seguirá haciéndolo. Y suele dar la casualidad de que todos estos grandes visionarios y genios de la música fueron transgresores en su momento. A eso me refiero con que su actitud fue “punk” porque en el momento que les tocó vivir, se saltaron todas las reglas, por eso rompieron moldes y fueron vanguardia en su momento. Si nos referimos a ellos como “música clásica” parece que los estamos acotando, cuando fueron ellos más rebeldes que nadie.
La energía que desprendes en un escenario es arrolladora. ¿Cómo haces para conservarte tan bien y, sobre todo, para llegar así al público y no sólo transmitir todo eso, sino enamorarles (literalmente caen rendidos a tus pies).
Mi momento en el escenario es muy energético. Es otro momento muy mágico, de explosión, de felicidad… Lo transmito porque llega y me lo decís, eso es lo que me vale, no puedo hacer teoría sobre ello.
Hablar de Parálisis o de Seres Vacíos nos evoca directamente a “la movida”, pero es manifiesta tu colaboración con otros sonidos más actuales y experimentales (We are not brothers, por poner un ejemplo). No sientes que a veces se te limita un poco en ese chliché? ¿Es quizás por eso que mantienes una búsqueda continua de innovar y hacer cosas diferentes en el terreno musical, ya sea a través de las citadas colaboraciones o con tu propio proyecto personal?
Que me encuadren en La Movida es algo normal, la historia se va clasificando por décadas y cuando pasan 30 años se suele hacer una mirada retrospectiva. Se ha escrito mucho sobre La Movida y sí, yo estoy encuadrada ahí, al igual que también estoy encuadrada en un personaje de La Movida que estuvo en “Alaska y Los Pegamoides” y en “Parálisis Permanente”. Todo esto es bueno y malo. Bueno porque tengo unos antecedentes muy divertidos y brillantes, con discos muy interesantes para el contexto en el que se hicieron, y por otro lado, es una espada de Damocles, porque parece que no puedes hacer nada más hoy. Hay algo que está muy sobrevalorado y son los discos de inicio de cada artista. Cuando tienes un disco como “El Acto” parece que ya nada lo pueda superar y yo demuestro que sí que se puede seguir superando. Lo que pasa es que la gente no quiere mirar más allá y eso no es culpa mía. A mi me gusta escuchar cosas nuevas, sobre todo cuando me dicen algo nuevo, cuando me rompen moldes, por eso me gusta acercarme a la gente joven que dice cosas interesantes y que puede cambiar el rumbo de las cosas. Eso es lo que me interesa, el cambio, venga de la gente joven o de la gente mayor. Un gran ejemplo es el último disco de Bowie, es un disco de pre-muerte, una obra magistral. Te podría poner infinidad de ejemplos de artistas maduros que siguen haciendo cosas súper brillantes. Lo que pasa es que somos muy mentecatos, nos quedamos en aquel primer disco y ya no vamos más allá, pero la culpa no la tiene el artista.
Te sabes inspiración de bandas que también tiran de la misma ola post-punk de la que tú eres pionera… . ¿Qué les dirías a todas esas formaciones con respecto a la industria musical y sus entresijos? La sensación que a mi me da es que siempre has querido ir a tu rollo, estar fuera de toda la amalgama 40 principales… pero vivir de la música es en sí un arte, no?
Aquí hay un choque de trenes porque si tú tienes un criterio artístico puro, necesitas ser libre todo el rato, pero entras en colisión con un montón de cosas que tienes que hacer que incluso te esclavizan. A día de hoy las redes sociales son una maravilla por un lado, pero una esclavitud por otro. Hasta dónde entrar para poder equilibrar el “yo hago música para que este me escuche” o para llegar a cierta gente sin vender mi alma. Ese es el maldito equilibro, es el arte de ser un equilibrista.
¿Es quizás esta una razón por la cual el documental “Autosuficientes” no ha tenido la difusión que realmente merece?
“Autosuficientes” es un documental que no es que haya tenido poca difusión, que no ha tenido ninguna, pero a mi tampoco me importa. Es un documental que está hecho ya para los restos. Nunca he hecho nada para que sea mayoritario. Siempre he sido muy consciente de que las cosas que he hecho son para una minoría. No me rasgo las vestiduras. Lo que sí es interesante es que llegue a todas esas minorías que sí quieren verlo. Está en Filmin, en la web de In-Edit… se va poniendo en centros de arte, centros de cultura, lo van demandando y se va exhibiendo.
¿Dónde te gustaría tocar que aún no hayas podido hacerlo?
Una espinita que tengo clavada son las giras por Latinoamérica y Estados Unidos. Son dos giras que teníamos programadas y salíamos ya, justo cuando nos confinaron. Fueron dos giras que costó mucho trabajo armar, dos años, y lo succionó el agujero negro del Covid. Es una deuda pendiente que tengo con mis deseos, con mis expectativas. Intentaremos solucionarlo cuanto antes.
¿Te ves celebrando los 50 años de “El Acto”? Tenemos Ana Curra para rato?
No sé si me veo celebrando los 50 años de “El Acto”, ojalá. Lo que sí que sé es que soy una persona que me ha tocado una longevidad por vida, que voy a ser una ancianita y voy a vivir mucho. Lo que no sé es sí hasta cuándo voy a estar en los escenarios. De momento sí, es lo que me importa. Yo soy muy de vivir el momento y no hago proyectos de aquí a 10 años… ya veremos.
Despídete de nuestros lectores con alguna cita que siempre tengas en la cabeza y que por algún motivo no hayas podido expresar.
“¿Has visto alguna vez paisajes tan sublimes y sobrecogedores en otra parte? Seguro que no. Están todos dentro. Acompaña a tu sombra y ella te enseñará el camino”. El Ángel, “Los Planos de la Demolición”.