Andor: una serie de Stars Wars que no lo parece

Andor no vende la formula repetida hasta la saciedad que nos ofrece el universo Star Wars, nos presentaba algo más interesante y estimulante.

Por mi parte no veréis muchas críticas de películas y de series de corte friki, productos de Marvel, de DC, o similares. Y no es porque esté al 100% de acuerdo con el maestro Scorsese y piense que no se trate de cine, más que nada es porque estos proyectos ya tienen una maquinaria de marketing detrás lo suficientemente potente, para que desde este modesto espacio hablemos de lo que todo el mundo habla. Pero he de confesar que consumo estos productos como lo que son, productos de entretenimiento fácil diseñados para devorar palomitas y consumir horas de mi vida que no me aporten nada…, porque no todo es transcendencia y onanismo intelectual.., de vez en cuando viene bien pasar un buen rato sin tener que estimular las neuronas. Por eso cuando comencé a visionar “Andor” no tenía ninguna expectativa, pero desde muy pronto me di cuenta que esta serie no me vendía la formula repetida hasta la saciedad que nos ofrece el universo Star Wars, nos presentaba algo más interesante y estimulante.

Una precuela justificada

 “Andor” es la precuela de “Rogue One”, una película que no seguía al pie de la letra los cánones de las ficciones de George Lucas y que intentaba desmarcarse un poco del tono infantiloide que éstas solían tener. “Andor” nos cuenta la historia de uno de sus protagonistas, Cassian Andor, de cómo se instaló en su corazón la llama de la rebelión y de los motivos que le llevaron a ser un enemigo implacable del Imperio. A diferencia de otros personajes con un moralismo y una ética basada en el buenismo estúpido, este renegado es un superviviente al que no le tiembla ni un solo pelo de su cuerpo a la hora de rematar a un enemigo si eso implica una vía de escape. En otros productos de Star Wars cada muerte tiene una justificación simplista, el bueno mata al malo y ya está. En “Andor” las líneas son más difusas, en su pantone filosófico destacan los grises, logrando que pensemos que los malos no son tan malos, ni los buenos son tan buenos. Por primera vez se nos presentan dilemas morales complejos y acciones que se basan en conseguir los objetivos sin importar los medios.

Un Imperio que da miedito

Andor” no solo es la historia de su personaje principal, su trama se entrelaza con otras de tinte político y de tipo burocrático. Pero la que más mola es la que nos explica con detalle el funcionamiento del aparato represor del Imperio. Una organización al más puro estilo de las SS nazis, cuyos métodos y estructura acojonan de verdad. Porque antes en Star Wars los malos eran malos porque sí, su única motivación era que eran malos. Una simpleza creada para niños de parvulario pero efectiva, si lo que quieres vender es un producto de fácil consumo. En “Andor” los malos son funcionarios perfectamente uniformados, que no necesitan rayos laser ni un equipamiento de ciencia ficción para provocar terror en la población. Son estrategas que juegan una partida de ajedrez en la que el sacrificio de los peones es parte del juego. Sus reuniones, sus diálogos, sus discursos son masterclass de cómo aplicar el fascismo desde los despachos.

Otra cosa curiosa de esta interpretación del Imperio, es que por primera vez sus soldados tienen puntería. Me explico. Cualquiera que haya visto una peli de Star Wars se habrá dado cuenta que los llamados Stormtroppers son el cuerpo militar con peor puntería de la historia. Resultaba hilarante ver las escenas en las que no eran capaces de acertar un blanco ni a dos metros, disparando en todas las direcciones menos en la que se suponía que estaba el enemigo. En “Andor” cuando aprietan el gatillo lo hacen con extremada precisión.   

El nacimiento de la Rebelión

Star Wars nos presentaba a la Rebelión como un grupo organizado lleno de bondad que luchaba ciegamente por el bien de la Galaxia. En “Andor” nos muestran una visión diferente, nos muestran sus comienzos, su proto diseño, y sobre todos sus contradicciones. Porque este grupo de outsiders en ocasiones se asemeja más a una organización terrorista, cuya única estrategia es crear el mayor caos posible para forzar a su rival a elevar su represión y de esta manera conseguir una atmósfera de furia y de rechazo mayor en la población. La Rebelión en esta serie no se rige por estándares morales, en esta ocasión funciona por oportunismo y por una aparente improvisación, donde la coordinación y la comunicación entre las diferentes facciones está en entredicho. Nadie se fía de nadie.

Además hay que poner en valor que por primera vez no hay rastro de unas figuras tan icónicas como los Jedi. Los baluartes filosóficos de Star Wars no aparecen en “Andor” y no hace falta, la ausencia de sables laser y de los súper poderes que les otorga la llamada Fuerza, hacen de esta producción algo más maduro y más cercano a la realidad. Quizás muchos fanáticos de esta saga se hayan sentido huérfanos por la desaparición de sus tótems, de su iconografía fantasiosa, pero es justo esto lo que le da una coherencia nunca antes vista a la narrativa que propone Star Wars.

Epílogo

Andor” no es la quinta esencia de las series, no es un producto que vaya a trascender y que se vaya a estudiar en las escuelas cinematográficas. Pero es un ejemplo de cómo hasta las sagas más comerciales pueden crecer simplemente insuflando un punto de vista más serio y profundo. “Andor” tiene un buen guión, unas actuaciones más que correctas, una producción de primera línea, una banda sonora que encaja como un guante, y sobre todo tiene la valentía por no dejarse arrastrar por los sueños húmedos de los talibanes frikis que demandan siempre más de lo mismo. Esperemos que la segunda temporada siga los mismos parámetros de la primera, será una gran noticia y me tendrá enganchado al televisor, rememorando mi niñez de fan de Star Wars pero desde una perspectiva más cercana a mi edad actual.