Los últimos años no han sido fáciles para mucha gente. De hecho, la acumulación de situaciones críticas de estos últimos tiempos, no hace sino recordarnos algo que subyace a la propia vida; que nadie queda indemne. La artista Angel Olsen, autora de dos de los discos más reconocidos de indie rock y pop de cámara de la década pasada, sabe esto bien. Ha pasado la misma situación pandémica que todos nosotros, perdiendo a sus dos progenitores. Su música, que siempre lidió con la ruptura de corazón, se sentía como una herramienta esencial para la supervivencia en estos tiempos, pero no ha sido hasta hace una semana que hemos podido escuchar su primer material completamente nuevo en tres años. “Big Time”, sucesor cronológico de “All Mirrors” y “Whole New Mess” (todos en el sello Jagjaguwar) es un sereno y emotivo trabajo, que cambia estructuralmente algunas de los recursos habituales de Olsen.
Si “All Mirrors” y “My Woman”, los discos que lanzaron a la cantante estadounidense a la fama, estaban caracterizados por un derroche emocional sin parangón, -por una impredecible y sobrecogedora fuerza barroca en el caso del primero- en “Big Time” Angel Olsen aparece tranquila en la mayoría de los casos, relajada o simplemente en estado de aceptación. Este nuevo carácter que ya percibíamos en álbumes anteriores pero que en aquellos era excepcional, en estos da la tónica general. Un folk clásico, intemporal y repleto de matices sutiles, que hace de su quinto disco de estudio uno especialmente maduro, resignado en el mejor de los sentidos. Y es que por primera vez, en mitad de todo el oleaje sentimental que es siempre un disco de Angel Olsen, podemos encontrar el remanso sonoro de quién sabe que, aunque no sepa dónde está, ello no tiene importancia. Si “All Mirrors” era un trabajo neurótico, implacable y abierto en canal, “Big Time” busca terminar con esas irregularidades, no por vergüenza o arrepentimiento, sino por haber hallado una suerte de equilibrio, de punto en el que balancearse con mayor coherencia.
Así, canciones como “Right Now” o “Go Home” conservan ese espíritu rebelde, fuerte y reactivo, que tanto caracterizaba la música previa de Olsen, pero le dan una vuelta, dirigiendo la energía hacia lugares más concretos. Es por esto que “Big Time” se siente como un disco más coherente, que trata y es capaz de expresar de manera fehaciente y holística una serie de estados emocionales distintos entre sí, pero interpretables a través de un mismo paradigma: el juicio de una persona que ha encontrado algo parecido a su lugar. Este lugar, que en el tono completamente autobiográfico que sigue la carrera de Angel Olsen es su aceptada sexualidad y su nueva pareja; permiten que “Big Time” no se sienta como un trabajo desamparado y que se escabulle del oyente. Como hemos dicho al comienzo, sufrir sufrimos todos; la cuestión es cómo gestionarlo.