En nuestro pequeño recorrido por los Kicks de Arca, alcanzamos ahora el cuarto y el quinto. Si como ya comentamos en el artículo anterior los tres primeros eran una cata más o menos ordenada de los sabores Gershi más estridentes, es en “Kick iiii” y “Kick iiiii” donde la venezolana deja paso a su sonido más íntimo y oceánico, el de las canciones pausadas de “Xen” o el pop más universal y trasnochado de su homónimo. En realidad, las dos últimas partes de los Kicks funcionan como una especie de caída o de disolución en la que poco a poco, van quedando cada vez menos elementos; hasta una suerte de minimalismo de sintetizadores melancólicos y desolados en los que el yo de Gershi, por fin, aparece algo más deshecho y volátil.
Como mencionamos recientemente, los Kicks dos y tres están bastante bien divididos en cuanto a estilos, pero la realidad es que en ambos hay excepciones que rompen la norma. Las entregas finales no son una excepción en ese sentido: “Kick iiii” comienza todavía bastante cerca de los beats extraterrestres y desquiciados de su predecesor y sólo demuestra a partir de “Alien Inside” que algo se está desintegrando o separando de sí en el yo narrativo. Aunque en esta cuarta entrega ese carácter oscilante ya está ahí, cuando aparece en los últimos temas lo hace de forma algo anodina; como si todavía no hubiesen empezado a surgir nuevas formas del caldo celular.
Sin embargo, en el “Kick iiiii” ya podemos percibir la absoluta inversión especular de Arca. Mientras que cuando comenzó su carrera generaba una indefinición misteriosa y sensual por su capacidad para ocultar, reprimir o transformar sus sentimientos, en su último trabajo Arca logra dar la vuelta a esto: nos ha enseñado todo de forma tan explícita y próxima, que apenas vemos un pedazo de carne (como en el aumento de un microscopio) con grandes matices entre una rugosidad-regular. Movimiento que vuelve a transformar el sonido de este Kick en una producción misteriosa, delicada y llena de una profunda languidez. Aunque este quinto Kick sigue aparentando cierta desorientación, es esa sensación de desapego, de desterritorialización, la que prima en su sonido como una decisión técnica o artística. Y es esa separación de sí, ese carácter irreconciliable, el que la música de Arca siempre ha expresado con absoluta maestría.
La pregunta entonces es, ¿nos ha vapuleado Alejandra Gershi con cuatro álbumes prácticamente enteros machacando las mismas ideas que en su recorrido anterior para que así apreciemos correctamente lo que queda después de la sobreexposición? Viendo las portadas o las diferentes entrevistas y directos que ha hecho la venezolana la verdad es que parece que no. Simplemente parece haber decidido empacar su sonido como una especie de celebración de las diferentes manifestaciones de su yo creativo y en última instancia, lo que ha quedado para el final es lo que ella entiende como sensible o informe, íntimo y confesional. Lo que parece desprenderse de esto es al final un resultado absurdo: Arca no comprende que todo eso ya está en el resto de su sonido y que precisamente la gran potencia de la propuesta de “Mutant” o “Xen” era contener tantas luces como sombras, tantos beats contundentes como espacios indefinidos y siniestros.
En sus últimos trabajos, sin embargo, la venezolana ha optado por tratar de transformar su trastornado -y deslumbrante- sonido en una muestra positiva de pop. Como si un sonido tan original como el suyo tuviese que ser optimista o liberador, en vez de entregar las fuerzas en las que el dolor se combina con el placer a partes iguales. Lo que los primeros Kicks no parecen reconocer es aquello que hacía tan buenas sus primeras producciones: que nada se manifiesta exclusivamente de forma positiva y… Que nada se manifiesta siempre de forma completa o definitiva. En los tres primeros Kicks Arca parece obsesionada con manifestarlo absolutamente todo, por así decirlo. Pero es sólo cuando ha hecho ese exagerado aumento sobre sí, cuando se ha perdido la escala, cuando su música vuelve a tener un cautivador sonido y producción; cuando vuelve a parecer original e in-personal.