[a:rpia:r] o el éxito de la historia de Pedro, Rhadoo y Raresh

RPR Soundsystem o [a:rpia:r] son dos nombres que representan las iniciales de los nombres de los distintos proyectos de esos tres artistas rumanos que cambiaron las reglas del género house y minimal desde los años dos mil: Rhadoo, Petre Inspirescu y Raresh. A día de hoy su influencia continúa generando nuevas interpretaciones en nuevas escenas, construyendo un sonido que evoluciona y que cada año gana nuevos adeptos. Además de continuar año tras año presentando uno de los b2bs más impredecibles e imperecederos del panorama electrónico. El 14 de junio los tendremos en Off At Forum (Barcelona). La cosa empezó así…

 

Al principio siempre estuvo Rhadoo

Sucedió tras la caída del comunismo. Ese momento histórico mundial tuvo innumerables consecuencias para todo lo que conocemos desde entonces; incluso para la música electrónica. Innegablemente en la escena berlinesa, pero también en la más desconocida Bucarest de los años noventa, en la que detonó el pistoletazo de salida a una inocente escena de clubs. Quién iba a prever que veinte años más tarde la ciudad albergaría una de las escenas electrónicas más innovadoras de los años dos mil. Toda sucia y derruida, empobrecida por el comunismo y la caída de la URSS, Bucarest era la antítesis de una ciudad propicia a albergar cualquier movimiento artístico. Pero en ella vivía Rhadoo. Y con él comenzó todo.

No todo el mundo sabe que Rhadoo es el artista que orquestó prácticamente toda la escena rumana como DJ, productor y agitador. Una auténtica leyenda de la electrónica del país del este, con una fama que precede a la creación del proyecto de [a:rpia:r], posiblemente su trabajo más conocido en el exterior. Pero vayamos por partes.

Rhadoo fue uno de los primeros DJs de reconocible éxito en el país dentro de sus fronteras. Todo club que se preciaba había contado con él como reclamo. Entre correría y correría, conoció pronto al que pasaría a ser su compinche en el desarrollo de la escena rumana. Cuenta la leyenda que en una noche loca en Club A, del que era residente, en un momento indefinido de los años noventa, su camino se cruzó con el de una de las personas clave en su carrera musical y en el devenir musical del país: Catalin Ghinea.

¿Su papel? El del promotor que dio vida a la escena de Bucarest y de Rumanía en general, tanto por las fiestas que comenzó a realizar en la época como por la conformación de un roster formado íntegramente por artistas nacionales y por la creación de Sunrise Events, la promotora que dio vida al festival Sunwaves, considerado por unanimidad como una de las cunas del movimiento rumano. Juntos comenzaron a agitar aquella escena electrónica en ciernes que se presentaba ante sus ojos con distintos proyectos.

Los años noventa dieron paso a los dos mil, en los que el panorama de clubs de Rumanía comenzaba a presentar mayor solidez. Rhadoo había comenzado a viajar por otros países de Europa, conoció por aquel entonces la Ibiza de los albores electrónicos y pronto se dio cuenta de que para vivir de la música no bastaba con pinchar en clubs: era necesaria la creación de una plataforma musical que les diera visibilidad. En esta idea está el germen de la creación de [a:rpia:r], proyecto en el que unió fuerzas con dos amigos con los que solía pinchar por separado o en un triple b2b: Petre Inspirescu aka Pedro y Raresh. Pero antes de eso, los tres artistas sintieron la llamada irresistible de una de las, por aquel entonces, más vanguardistas escenas de la época. Sí, hablamos de Ibiza. La niña bonita de la electrónica underground de los dos mil. La isla de la libertad donde todo podía suceder. Así que la historia comienza en nuestro país…

Cuando Ibiza conoció a los RPR soundsystem

Tanto Pedro como Rhadoo tenían una conexión previa con Ibiza, en la que aterrizaron alrededor del 2002. Pedro solía ir allí de vacaciones y se dice que arrastró a Rhadoo a conocer el mágico lugar. Pronto comenzaron a hacer sus primeros pinitos en la isla y a tener bolos en pequeños clubs y fiestas privadas, lo que les llevó a labrarse una cierta notoriedad en aquella escena en ciernes. No era complicado en una escena de las dimensiones de aquella hacerse conocer en el circuito local, sobre todo teniendo en cuenta que ninguno de los dos era un DJ novato. Entonces uno de los clubs más gamberros del momento, que funcionaba como after a los fines de semana interminables que allí se vivían, les fichó como nuevos talentos alrededor del año 2005. Hablamos de Circoloco en el mítico DC10, en el que ya pinchaban artistas como Loco Dice o Luciano.

Al año siguiente, 2006, tuvo lugar otro acontecimiento que selló definitivamente la relación entre la isla y los artistas rumanos. Catalin Ghinea, por entonces completamente dedicado a la promoción de fiestas electrónicas en Bucarest, invitó a Ricardo Villalobos a pinchar a una de sus fiestas en la que también actuaba Raresh. Ambos DJs congeniaron y se lanzaron a un b2b de más de seis horas de duración en el after hour. Según dicen, Ricardo se sorprendió por la vasta colección de vinilos que el rumano tenía en su haber y por su hábil lectura de cómo mover la pista durante horas sin pestañear. Aquel set pasó accidentalmente a formar parte de historia de la electrónica, pues de no haberse producido mucha de la música de la que ahora disfrutan los seguidores del minimal y el house probablemente no existiría. Porque el apoyo de la figura de Ricardo Vilallobos al movimiento musical de los rumanos, que se erigieron como sus mejores discípulos, fue (y continua siendo) fundamental para su desarrollo y exportación internacional.

Al volver a Alemania Ricardo recomendó a Raresh para su agencia de booking y, por lo visto, sólo 48 horas después el rumano pasó a formar parte del roster de una de las fiestas fundamentales del panorama electrónico del momento: nada más y nada menos que Cocoon. Afortunada y misteriosamente, el mítico set que unió a Raresh y a Villalobos está disponible para nuestra escucha y disfrute. Casi una obligación escucharlo:

Apenas tres años después, alrededor del 2008, todo había cambiado para ellos y ya se erigían como figuras consolidadas en la escena electrónica internacional. Tenían un proyecto musical sólido, que emocionaba a quienes lo escuchaban y que se consideraba en la vanguardia musical europea. Pasaron a ser parte activa de la floreciente escena ibicenca y sus actuaciones en clubs como Cocoon o Circoloco les catapultaron a la fama. Por aquel entonces grabaron uno de los mixes clásicos del minimal como parte de la serie para el 10 º aniversario de Moon. Así sonaba, señoras y señores, el rumaneo ibicenco de finales de los dos mil.

Ese mismo año Rhadoo firmó un brillante EP para Cadenza, Dor Mit Oru. Un año antes Petre Inspirescu había hecho lo propio en el sello de Luciano con el EP Tips, su álbum debut. Ambos trabajos descubrieron a parte del mundo electrónico la esencia del sonido rumano que acabarían inspirando y abanderando sin proponérselo.

 

RPR Soundsystem o cómo crear un b2b que sobrevive con éxito al paso de los años

El proyecto de RPR como triple b2b tuvo lugar años antes de la formación del sello, aunque de forma circunstancial, nada planificada, y motivada porque los tres eran amigos y, en ocasiones, gustaban de pinchar juntos. Según nightclubber.ro, una de las webs de referencia de la escena rumana, comenzaron a pinchar juntos alrededor del 2001. Así que durante sus primeros años como DJs fueron modelando de forma natural la manera de encontrar una aleación musical coherente combinando sus tres estilos, en principio bastante dispares. Probablemente ha sido gracias a esta diversidad en la forma de entender la música electrónica que el sonido de los RPR soundsystem como formación ha conseguido mantenerse fresco y «underground» pese a su fama internacional a lo largo de los años. También, por supuesto, gracias a que han pasado olímpicamente de promocionar su música, no conceden entrevistas y en raras ocasiones graban podcast o mixes con sus trabajos. Ellos son así. «Para entender la esencia de arpiar es indispensable vivir un showcase de RPR», señaló Rhadoo en una ocasión. Y razón no le falta.

El resultado ha sido tan satisfactorio que han continuado con el proyecto tras cerca de veinte años de trayectoria. Aunque los tres cuentan con un nutrido panorama de actuaciones en solitario, cada año reservan tres o cuatro fechas para los showcases de RPR soundsystem en distintos lugares del mundo. Todos ellos cuentan siempre con el apoyo de nuevos y viejos seguidores del trio. Muchos se preguntan qué es lo que tiene de especial este tridente de artistas para resistir con maestría al paso del tiempo y a las nuevas tendencias musicales. ¿Qué es eso que hace que sus actuaciones sean algo único e irrepetible?

Los RPR siempre han defendido que no tienen ninguna fórmula secreta para, pese a que cada uno de ellos se lanza a la piscina a contar su propia película y visión de la electrónica, acabar desarrollando un resultado compacto y creíble. Simplemente conectan, hay magnetismo entre ellos de la misma forma que en un rompecabezas las piezas acaban engranándose a la perfección. Esta versatilidad de estilos que acaban calzando con una coherencia musical insólita es uno de los aspectos innegables de su magia. Gracias a ello siempre suenan frescos y distintos.

Por supuesto, también ayuda el amplísimo conocimiento musical del trío, que en cada show consigue una brillante conjunción anacrónica de tracks de la vieja escuela combinados con nuevos temas de vanguardia, muchas veces todavía no editados, pero siempre en estricto vinilo. No todo el mundo puede tener esos tracks pues los vinilos que los contienen son casi siempre de ediciones limitadas. Y en un mundo saturado por las listas de éxitos de Beatport y la repetición constante de temas, los rumanos consiguen gracias a ello casi siempre un sonido que sopla como aire fresco.

Y por último, su actitud. El papel que interpretan a lo largo del set está bien definido: cada uno de ellos se muestra con su propia personalidad ante el público durante toda su actuación, una actitud que concuerda con el sonido que proponen. Si no fuera por la seriedad con la que se toman su trabajo, sus diferentes posturas resultarían hasta cómicas.

Rhadoo es el serio. Sus sonidos son introspectivos, inteligentes y los más radicales. Aporta la parte más intelectual del set, que seduce a los oídos más avanzados, ávidos de escuchar los tracks que presentará, siempre rebuscados y la mayor parte de las veces, desconocidos por todos. Raresh es la alegría y el buenrollismo personificado: siempre con una sonrisa de oreja a oreja para el público y bailando con su característico contoneo de caderas. Su selección es amplia, aunque casi siempre se base en el house y los tracks más pisteros. Es el encargado de animar la pista, con la que siempre conecta, tras cualquier track más minimalista o experimental. Pedro es el más tímido de los tres, siempre medio escondido detrás de una gorra, pero es también el genio, el productor fetiche. Y el más impredecible. Sus tracks se caracterizan por ser percusivos, abstractos, auténticas bombas algunas veces para mantener el flow de la sesión, aunque, en la mayor parte de las ocasiones, solo pueden ser descritos como pura poesía. Es casi imposible elegir en cada set cuál de ellos es tu favorito o el que mejor lo está haciendo.

 

El sello que acabó convirtiéndose en género musical: [a:rpia:r]

Se considera que 2007 fue el año oficial de creación del proyecto de [a:rpia:r], que surgió como una plataforma para facilitar la publicación de su música. Ese fue el momento en que el minimal entró con mayor fuerza en Rumania, pues en sus inicios tanto Rhadoo como Pedro producían tracks de techno, breakbeat o garage indistintamente. La escena electrónica en el país del este era muy reducida en aquel entonces: todos los productores y DJs se conocían y compartían tips de producción y música. Como ya comentamos, muchos comenzaron a imitar el sonido de Rhadoo de forma natural, pues se trataba de la gran referencia nacional. Pero con el nacimiento de [a:rpia:r] como sello Petre Inspirescu y Raresh vieron intensificarse su influencia a pasos agigantados. Así fue como los tres artistas pasaron a ser denominados como la «primera generación de productores rumanos» a nivel nacional e internacional.

En aquellos albores el sonido de [a:rpia:r] se definía como todo aquello que no fuera progressive house o drum and bass. Se negaban a encasillarse en un solo género, mucho menos según los parámetros clásicos que no les representaban. Y tenían razón. Pero el resultado fue que su estilo, sin proponérselo ni por casualidad, acabó convirtiéndose en un nuevo género en sí mismo. Un género además identificado con un país, algo insólito hasta aquel entonces.

Porque lo cierto es que desde el primer lanzamiento de [a:rpia:r] —que contenía un track de cada uno de sus integrantes— el estilo de los tres artistas destacó como algo novedoso, muy distinto a lo que se estaba haciendo pese a compartir evidentes raíces con el minimal. Con el paso del tiempo este sonido, impulsado por [a:rpia:r] e imitado por los productores de su país, fue evolucionando y modelándose con una personalidad propia bastante reconocible. La primera referencia de [a:rpia:r] y sus posteriores lanzamientos supusieron un evidente antes y después del género. Había nacido algo nuevo y los culpables eran Rhadoo, Pedro y Raresh. Esos tres primeros tracks sonaban así:

Era evidente que este sonido continuaba la estela iniciada en el minimal por Ricardo Villalobos en esa maravilla sonora que fue y será por siempre Alcachofa. Y que se desarrollaba por derroteros distintos al minimal que popularizaron DJs como Luciano, Richie Hawtin, Marco Carola o Loco Dice. Las líneas de bajos de los rumanos continuaban un paso más allá de lo explorado por aquella Vieja Escuela. Su música se prolongaba siguiendo una misma línea narrativa, un mismo viaje en el que era posible perderse durante horas. Una música casi etérea.

A ello ayudaban sus loops introspectivos y sin fin, que invitaban a quien lo escuchase a sumirse en auténticos viajes a lo más profundo de su ser. Y también la potencia de sus bajos, siempre ondulantes, delicados pero poderosos y con mucho protagonismo. Era bastante común que en los tracks se sucedieran sonidos ambientales de gran emotividad que se mantenían o repetían de principio a fin. Por ejemplo, las recuperadas pompas de jabón minimaleras reventándose, bien apreciables en el track de Priku, La Patinoteca, editado por [a:rpia:r] en 2012.

Otra significativa diferencia era el uso de la percusión. Mientras algunos tracks optaban por bombos y hit hats frenéticos e intensos y cajas locas, muchas veces a destiempo, otros pasaban casi olímpicamente de ellos y basaban el ritmo en los potentes bajos. A esto se debe que el sonido rumano muchas veces no se entienda sin unas condiciones de sonido más que óptimas. En tracks como Double Deez, que Dan Andrei firmó para [a:rpia:r], podemos apreciar un claro ejemplo de cómo pasar olímpicamente del bombo y crear un track lleno de vida a la par que bailable:

La duración de los temas era siempre extensa, normalmente superando los siete minutos, algo muy llamativo si se tiene en cuenta que el tiempo medio de un track ronda los tres minutos. El motivo: la necesidad de encajar las mezclas entre sus complejos bombos a destiempo, mezclas que además se hacían en estricto vinilo, formato en el que pinchaban la mayor parte de DJs rumanos. Un clásico de Petre Inspirescu como Actiune —del EP Intr-o Seara Organica…, un vinilo que no baja de los 200 euros por copia en Discogs por su escasa tirada inicial— demuestra a la perfección el modelo rítmico de los tracks rumanos:

Esta esta longitud de los tracks se debe también, en gran medida, al concepto bien diferente al nuestro, de los rumanos sobre la extensión de las fiestas y los sets. Como sus leyes permiten realizar fiestas que empiezan un viernes y terminan un lunes (e incluso un martes), los artistas se esforzaron por realizar tracks que permitieran realizar un viaje largo y continuado, alejándose de los desarrollos comprimidos clásicos que contenían un momento de euforia tras otro. En Rumanía, el viaje continúa y continúa en un groove infinito creado para fiestas infinitas.

Así es el estilo musical que presentó y abanderó el sello [a:rpia:r] y así ha sido la evolución de sus lanzamientos, desarrollados a la par con el sonido rumano en ciernes. Sus 15 lanzamientos han exhibido sin tapujos la evolución de los trabajos de sus tres creadores, pero también la de otros artistas rumanos pertenecientes a la segunda generación de productores rumanos como Priku, Praslea, Cesar, Cristi Cons o Dan Andrei, entre otros.

Que el sello prácticamente sólo publicase música de artistas rumanos ayudó inevitablemente a visibilizar la escena a nivel internacional. Solo encontramos algunas honrosas excepciones en el catálogo, entre las que destaca la última referencia del sello en el 2017: el último LP del su maestro, Ricardo Villalobos, en una jugada soberbia que supone el cierre de un círculo perfecto. Pedro, Rhadoo y Raresh iniciaron el sello imitando en buena parte el estilo de Villalobos y en este último trabajo, Ricardo pasa a interpretar el sonido rumano desde su propia perspectiva cerrando una rueda y, quien sabe, quizás un ciclo en la historia de la electrónica.