Como una de las cabezas de Studio Barnhus (un sello de house europeo fantástico, le pese a quién le pese) Axel Boman ha tenido una década de los 10s de lo más ajetreada. La plataforma sueca, que recoge y continúa propuestas como las de Pampa o Kompakt, es un dispositivo interesante con el que medirle las pulsaciones a la música de baile del viejo continente. Además, suele apostar por un sonido dulce e incluso a veces satírico, que no necesita de la solemnidad de estilos más oscuros para ser tomado en serio. Como productor, en cambio y salvando el –fantástico- proyecto de Talaboman, el productor sueco se toma las cosas con bastante calma. Si en 2020 pudimos disfrutar de su lenitivo single “Eyes of Mind” o en 2019 del éxtasis de su trabajo para el quince aniversario de Mule Music, la realidad es que Boman llevaba ocho años, desde su debut (“Family Vacation”) sin firmar un LP en solitario. Pero esto se ha terminado porque este viernes Axel Boman nos trae no uno sino dos discos en su sello: “LUZ” y “Quest for Fire”.
Como bien se explicaba en la nota de prensa, el nuevo trabajo de Boman tiene múltiples capas de interpretación. Los discos no van necesariamente juntos, pero se complementan y relacionan, como trataremos de investigar, de manera bastante clara. Ambos álbumes, de nueve canciones, tienen un sonido que podríamos caracterizar como house psicodélico. En “LUZ” por ejemplo, podemos encontrar referencias al dub (“Acid Distortion”), breakbeats sensuales (“BHUKA”) y en general un house profundo, con gusto por los pasajes oníricos y los samples vocales; muy en la línea Koze. ¿Por qué llamaríamos a esto house psicodélico? Porque no es ácido -salvo en alguna y contada ocasión- y porque sin embargo propone un universo propio, plagado de matices sonoros y que subsiste como un ecosistema, con un sistema propio repleto de diferentes especies.
Si “LUZ” es entonces la fase hedonista, divertida, diurna y sugerente, a “Quest For Fire” le queda un ambiente algo más oscuro y recogido. En él cortes como “Sottopassagio” sostienen un house con ascendente en la world music, pero canciones más ambientales (“Roman Plumbing”) o ácidas (“Cacti is Plural”) le dan un tono mucho más oscuro, ambiguo, repleto de incertidumbre. Por tanto, en dicho nivel, el estrictamente musical, los dos discos parecen complementarse bastante bien. Los samples de instrumentos de cuerda, viento u otros recursos típicos de Axel Boman están presentes en las dos partes del tándem, que, aunque funcione a base de contrastes, tiene pasajes que incluso parecen coincidentes o reutilizados.
Es al llegar al nivel extramusical, cuando este “LUZ/Quest for Fire” parece alcanzar toda la trascendencia que se autoimpone. El vinilo viene con un texto de Erik Lavesson, que narra una historia creada a partir de la estética y la música del disco, en especial determinada por la película de 1981 “Quest for Fire”. Dicha cinta, cuenta la historia de una tribu de neandertales, que en una disputa con otro grupo pierde el fuego, un fuego que sabía conservar, pero no crear. La película es una narración del periplo de tres miembros de esa tribu que viajan en busca del fuego, para recuperarlo y presenta en ese sentido, un símil interesante con nuestro tiempo; algo que el disco también parece querer representar. Expliquemos esto: “LUZ” es claramente un disco de goce, de disfrute e incluso de cierto tono humorístico (sin desestimar títulos del otro, como “Regret Lasagna”). “Quest for Fire” en cambio (“La búsqueda del fuego”), es un disco que, si se escucha después de su par, genera cierta sensación de regresión y si se escucha antes que “LUZ”, da sin embargola impresión de preparación para un momento trascendente, de autosuperación (encontrar el fuego, poder empezar a producirlo).
Así, el disco de Boman plantea dos estados temporales que son perfectamente intercambiables y que de hecho suelen sucederse: la búsqueda del fuego y el encuentro con la luz. La lucha por sobrevivir y el momento en el que se ha alcanzado un estado de bienestar que, sin embargo, pende de un hilo (en la película los homínidos conservan la llama de una manera completamente precaria). El discurso de “LUZ/Quest for Fire” parece ser entonces el moderno de quien siente que ha perdido algo con respecto a un tiempo pasado y que busca recuperarlo y la representación del proceso para alcanzar ese algo. En tal sentido, el nuevo y doble disco de Axel Boman es de un carácter enormemente redentor: el reencuentro con la llama producida por la música de baile, que parecía perdida en nuestras sociedades y en los tiempos del COVID, la guerra… Y un largo etcétera. Los celebratorios vientos metálicos, los ritmos desinhibidos y faltos de cualquier solemnidad capillista, muestran un modo más ligero en el que tomarse los ciclos, sean históricos, personales, musicales… Y representan con gran tino la rueda del tiempo; la que nos ha pasado por encima de forma desconcertante en estos ocho años desde que el creador de Studio Barnhus (con permiso de sus dos colegas) lanzase su primer disco. Su segunda referencia de larga duración, aunque todas lo son un poco, cumple sobradamente con las expectativas. Es de hecho, una propuesta al alcance de muy pocos productores, que veremos cómo queda enmarcada en esta década de aquí a unos años. De momento se ha hecho un poco la luz.