“Balearic. Historia oral de la cultura de club en Ibiza” es sin duda el libro del año. Una obra indispensable para entender la importancia histórica de la isla en el devenir de la electrónica de baile y del clubbing. Entrevista y mixes exclusivos de sus autores: Luis Costa y Christian Len.
¡Ya era hora! Por fin tenemos un libro -¡y vaya libro!- dedicado íntegramente a revisar pormenorizadamente la historia de una de las mecas del clubbing mundial. “Balearic: Historia oral de la cultura de club en Ibiza” de Luis Costa y Christian Len (editado por Contra), es el libro de temática electrónica y clubbing más importante editado en Europa durante los últimos años. Un trabajo arduo e ingente de la mano de dos españoles referentes en el sector. Y esto se ha de decir bien alto y claro, porque como bien sabe el común de los mortales -y más aún en el ámbito que nos ocupa-, poco referentes patrios (en lo cualitativo) tenemos en el sector más allá de don Javier Blánquez. Costa y Len ingresan por la puerta grande, y con todos los honores, en el club de lecturas imprescindibles del que forman parte Jeremy Gilbert, Ewan Pearson, Simon Reynolds, Matthew Collin, Frank Broughton, Bill Brewster o el ya citado, don Javier Blánquez.
Cuando se habla de electrónica y del ecosistema clubbing hay que escuchar -y leer- con atención a Costa y Len. Los más viejos del lugar recordamos a Costa a mediados de los 90 en “Disco 2000” -una de las mejores publicaciones que se han hecho en este país-, tras los platos y programando en el club Freedonia de Barcelona o pinchando en varias ediciones de Sónar y el FIB. En 2016, su “¡Bacalao! Historia Oral de la música de baile en Valencia, 1980-1995“, también en Contra, fue y sigue siendo libro capital para entender el histórico episodio que se vivió en España. Costa, también responsable de prensa de Razzmatazz Clubs (Barcelona) une fuerza y talento en “Balearic” con Christian Len, santo y seña del periodismo electrónico radiofónico, como así lo demuestra su paso y huella en ScannerFM, RBMA Radio, Sónar Radio, dublab.es o Radio Primavera Sound. En 2010 Len se traslada a Ibiza, donde coordina Ibiza Sonica, Openlab y dirige la comunicación de WooMoon. Lens ha sido residente de Kumharas, Hotal La Torre, Blue Marlin o Pikes -comisionando las excepcionales fiestas “Homies”-.
“Balearic” se gestó con un proceso de documentación de más de dos años y casi un centenar de entrevistas. Por primera vez en la historiografía de la electrónica tenemos un documento –EL documento definitivo sobre Ibiza- que nada tiene que envidiar a la literatura especializada publicada en EE.UU, Gran Bretaña o Alemania. Dos españoles han puesto la guinda a uno de los buques insignia de la cultura de club mundial. El libro arranca a finales de los años cincuenta del siglo pasado, cuando los primeros beatnicks norteamericanos desembarcan en la isla, para seguir con la toma de la isla por los hippies en los 60. Esa mezcla de música, viajeros y drogas pusieron los cimientos para que algunos empresarios (tildados en la época como locos) convirtiesen la isla en el paraíso del ocio nocturno. En 1987 llegaron los primeros clubbers ingleses a Ibiza. Allí Alfredo Fiorito y Leo Mas enseñaron a la Pérfida Albión el futuro del clubbing desde la cabina de Amnesia. A su vuelta a Inglaterra, bautizaron aquel fenómeno como “Balearic beat”, trampolín para que la cultura de club se extendiese mundialmente de la mano del Acid House. A partir de aquí, para bien o para mal, Ibiza se convirtió en la capital mundial del clubbing, cónclave de la electrónica de baile ya indisoluble a la industria del turismo.
Por primera vez, Costa y Len, en una labor casi enciclopédica -a partir de testimonios directos: DJs, periodistas, disqueros, bailarines, promotores, hosteleros y propietarios de santuarios como Pacha, KU, Amnesia, Space o Café del Mar-, relatan el como, el cuando y el porqué de la meca mundial del clubbing. El libro, dividido en tres partes: “El paraíso perdido (1950-1988)”, “Las mil y una noches (1989-1998)” y “La tierra prometida (1999-2019) es, sencillamente, espectacular. Entrevistamos bajo estas líneas a sus autores y estrenamos (al final de esta pieza) dos estupendos mixes que han hecho ellos mismos para ilustrar la lectura de uno de los libros capitales de la temporada.
– “Balearic” es el “El Cossío” de la cultura de club en Ibiza. Aparte de la insistencia del editor (ante la primera negativa de Luis a hacer este libro) ¿Qué os lleva a trabajar en este libro? El libro desprende mucho más allá que un afán documentalista de la historia de la electrónica de baile en la isla.
LUIS: En realidad, el proyecto viene de lejos y parte de una primera propuesta mía perdida en el tiempo, cuando estábamos con Bacalao, en el 2016. Ya entonces me percaté de que tampoco existía ningún trabajo que abordara el asunto ibicenco en profundidad. Era otro momento fundacional clave en el desarrollo de la cultura de club y además con un claro impacto internacional. Pero ahí se quedó. Cuando me llegó la propuesta por parte de la editorial, andaba exhausto, apenas habían pasado unos meses desde la publicación de Bacalao. Pero a mi me va la marcha, y cuando encontré a Christian para que entrara en el proyecto fue una bendición, y ambos coincidíamos en la necesidad de escribir sobre esto y del disfrute que suponía el proyecto.
CHRISTIAN: Era inevitable que el libro describiera la idiosincrasia, la personalidad de la isla; que es un lugar único en el mundo. Porque lo que ha sucedido en la isla no sucede por casualidad. La historia de la electrónica de baile en la isla es fruto de una coyuntura histórica, social, antropológica e incluso esotérica. Al final a través de esa historia, la de la escena musical y de la cultura de club, se explica todo lo demás, que al fin y al cabo es lo que me parece apasionante.
Como usuario habitual de los clubs ibicencos desde mediados de los 90 hasta 2005 estoy absolutamente desencantado con la isla. Percibo ciertos aires de querer creer otra vez en la capacidad de reinvención de la Isla en vuestro libro. ¿Qué os lleva a ello?
C: Llegué a la isla en 2010, así que justamente he vivido los años de tu desencantamiento con la isla. Está claro que tiene mucho de comercial, de fake, de pose, de frívola, pero siguen existiendo reductos que mantienen el espíritu “balearico”. Recuerdo haber estado en infinidad de fiestas en lugares diferentes, sobre todo en mi época como coordinador de Ibiza Sónica y pensar: “¡Madre mía, menudo percal!”. Incluso aunque la música o el ambiente no fueran de mi “rollo”. Mi percepción es que se siguen viviendo cosas que no se pueden vivir en otro lugar. Y he estado en clubs y festivales de todo el mundo. Y luego, nuestra actitud para con el libro, sin ser naive, era que fuera un libro crítico pero constructivo. No creo que valga para nada ser cenizo ni pensar que cualquier tiempo pasado fue mejor. Nos toca vivir el presente y ser conscientes de nuestros actos. Ibiza se ha comercializado de la misma manera que ahora le damos like a fotos de gente haciendo poses en Instagram o que los ricos son cada vez más ricos. Pero después de mi experiencia personal y laboral de los últimos años si siento que Ibiza tiene esa capacidad de reinvención.
L: Más bien son los personajes del libro los que creen en esto y nosotros nos hemos esforzado por darle sentido dentro del relato coral. Que son los actores principales de esta historia, algunos de los cuales llevan siete décadas volcados en la cultura de club ibicenca. Otros llevan menos tiempo, el que menos veinte años, pero con idéntica entrega. Y todos vienen a coincidir en la capacidad de la isla para reinventarse, dentro de ese constante y singular juego de contrastes que es la isla, ese ying yang del que habla Dj Harvey, por ejemplo. Él es uno de tantos personajes que sostiene que el clubbing de la isla se sostiene gracias a la convivencia entre la escena más mainstream y la más underground, o alternativa o como la queramos llamar. El caso es que una tendría sentido sin al otra. Lo que esta historia explica muy bien, precisamente, es como se puede crear el negocio partiendo de ese primer momento de autenticidad y singularidad. Por otro lado, el paro forzado de esta temporada de 2020 ha dejado al descubierto la cruda realidad de una escena que estaba colapsando por momentos. Una burbuja insostenible que volverá medio deshinchada y trémula cuando se abran las compuertas de nuevo, con un agonizante sistema de segregación vía reservados que habrá que ver hacia dónde va. Mientras tanto, la escena alternativa va a lo suyo, y ahí tienes al Pikes y a Dj Harvey con su fiesta Mercury Rising, pinchando música disco los lunes de la temporada, o lugares de culto al sunset y al balearic como Sa Trinxa o el Hostal La Torre. O la experiencia de WooMoon, que explora la cara más étnica de la música electrónica… Motivos para creer tampoco faltan, hay que decir.
– El paraíso natural y musical de los 80 se borra de un plumazo con el desembarco y posterior conquista de los promotores y superclubes ingleses. ¿Qué resaltariáis de ello? En lo musical se prostituyó hasta la saciedad el término “Balearic” por parte de los ingleses. ¿Fue la electrónica de baile una excusa para materializar la Disneylandia guiri en la isla?
C: Esto es algo muy idiosincrásico. Los ingleses son los creadores de la industria de la música. Tienen ese chip incorporado y saben como mover la pasta en ese sentido. Y de algo que puede nacer espontánea y esencialmente crear productos “musicales”. Creo que es un poco lo que pasó después de escuchar a todos los testimonios. Primero los ingleses descubrieron algo en la isla que les flipó y lo quisieron compartir en su país. Y eso se convirtió en una explosión mundial. A mediados de los 90 volvieron sin la intención de conquistar la isla si no que su desembarco fue bastante espontáneo. Algo así como el regreso a la tierra prometida escapando del Reino Unido de la Tatcher. Y claro, como tienen ese chip, algo que nació espontáneo, creció y acabó derivando en algunos superclubs para guiris que ya se popularizaron a partir del 2000. Por otro lado en España nunca nos hemos tomado en serio la cultura de club, ni la hemos sabido exportar. Así que cuando llegaron los ingleses los dueños de clubs vieron el beneficio económico en los promotores, los djs locales se vieron relegados por el mercado internacional y a su vez quizá no se supieron vender a fuera y los políticos miraron a otro lado y regularon a destiempo. Así que hay que repartir culpas para todos.
L: No, no se borra de un plumazo, en absoluto, el escenario se transforma en un momento de cambio que precisamente se puede dar gracias al excelente trabajo que se ha hecho durante los ochenta para crear de cero la escena de club. Son varios los personajes que constatan que los ingleses no se enteran de la película cuando aterrizan aquí en 1987… Pensemos que allí todavía estaban con el rare groove y el acid jazz y los pantalones baggy. En Ibiza en ese momento ya se va un paso por delante, sinos dos. Y a principios y mediados de los años 90, los residentes históricos de la isla siguen dándolo todo y pinchando en los clubs que ya empiezan a acoger a promotores internacionales, principalmente británicos. En este momento del relato entra un Carl Cox maravillado con la arriesgada y moderna propuesta de Alfredo Fiorito en Pachá, pinchando una mezcla de estilos con una revolucionaria intención clubber que marcará la línea a seguir, pero que en ese momento hay que tener valor para impulsar. Y ahí tienes a Pippi y Cesar de Melero introduciendo y apostando claramente por la música house, desde el año 86 y durante los noventa. Luego el balearic en sí es un punto de partida para iniciar esta transformación de la escena de clubs, que en paralelo se está dando en Valencia, Manchester, Nueva York, Chicago, Detroit, Bélgica… Es un momento revolucionario para la cultura de club con la irrupción del hip hop y el electro primero y justo después del house (y acid) y el techno. Con lo cual, la cultura de club, está muy lejos de ser una excusa para nada ni para nadie en Ibiza, nada más lejos, es su razón de ser. La Disneylandia que comentas creo que está más localizada en los baretos de sangría de San Antonio, nada que no te puedas encontrar en Magaluf o en Salou.
– Ibiza siempre ha sido un cónclave residual para el público español. Recuerdo a finales de los 90 que la isla se llenó de un público que tenía más que ver con los descastados ingleses que poblaban San Antonio que con el espiritu primigenio -ya olvidado- de Alfredo o Pippi. Después, con los precios prohibitivos para la chusma, se ha convertido en una especie de resort para potentados. ¿Alguna vez fue Ibiza española cultural o economicamente hablando? O simplemente sigue siendo el resort más grande del mundo para personas que se pueden permitir el lujo de estar una semana “de clubbing” por Ibiza?
L: Lo primero que hay que constatar y en lo que hay que insistir, de nuevo, es que en Ibiza hay espacio para todas las experiencias, y que las que basculan con el mainstream, no excluyen al resto. En efecto, el monstruo del capitalismo se ha cebado también con Ibiza, pues reúne todas las condiciones: buen clima, naturaleza exuberante, buena gastronomía, playas… y multitud de clubs excelentemente acondicionados. Es el paraíso para el capitalismo más exacerbado, pero no es muy diferente de lo que te puedes encontrar en Las Vegas o, sin ir más lejos, en Marbella. Pero la diferencia es que aquí también encuentras autenticidad y calidad musical, y no son precisamente raves ilegales en masías del interior. A mi me parece que reduciendo esta experiencia de Ibiza al “resort más grande del mundo para personas que se pueden permitir el lujo de estar una semana “de clubbing” por Ibiza” se corre el peligro de sesgar y deformar la realidad. Ibiza ha sido tan española económicamente y culturalmente hablando como Mykonos para Grecia o Tulum para México.
C: Ibiza en los 80 fue bastante española. Luego si es verdad que el público español ha ido decreciendo. Respecto a los precios de las entradas de los clubs y de las bebidas sigue siendo (en proporción) parecido al de décadas atrás. Ibiza siempre fue caro. Lo que ha pasado es que con la popularización masiva de la isla han subido los precios del alojamiento. Ni siquiera te diría que comer es más caro que antes pero se ha sumado más oferta para ricos. Así que lo que ha pasado es que ahora las visitas a Ibiza son fugaces. La gente se pasa menos días, tanto los ricos como los “hooligans”. Eso ha afectado en el flow de la isla y parte del visitante regular ha dejado de ir. De todas maneras algo parecido ha pasado en otros lugares turísticos como Barcelona. Existe una distorsión, de hecho con Ibiza, o una magnificación de todo lo que pasa. A Ushuaïa van turistas “normales”, clubbers, hooligans, no hooligans, trabajadores de la isla, algunos despistados y ricos. La mezcla sigue existiendo. Otra cosa es que además haya una zona VIP más marcada y que solo te puedas alojar alli si tienes pasta. Pero estamos hablando de un lugar para 5000 personas donde para nada solo van ricos. Otra cosa es que se considere que son menos “clubbers” que los que van al Apolo.
En el sentido de la anterior pregunta: ¿Qué supuso el desembarco español del Matinée en la isla?
C: Pues la verdad es que no puedo hablar en profundidad porque no lo viví y es algo de lo que no se habla en el libro. Pero entiendo que Matinée encontró su nicho en Ibiza para el público más español, siendo además la isla un bastión del house comercial. Y fueron los años de popularización del house en la península. Tiene sentido.
¿Qué alicientes sigue teniendo la isla para los aficionados a la electrónica de baile que no tenga la costa croata o Mykonos?
L: Todos los mencionados anteriormente. Y para los no aficionados, también.
C: Mykonos se parece bastante a Ibiza respecto al ambiente más “exclusivo” y se está convirtiendo en lugar de moda para el público de cierta clase social (aunque no especialmente del nuevo rico) con esta vertiente más “espiritual”. Croacia es la alternativa barata a Ibiza con una programación más “underground” así que el clubber tiene en Croacia una muy buena alternativa. Nótense las comillas. El caso es que Ibiza siempre ha sobrevivido mientras otras escenas se apagaban como las de Valencia o Rimini en los 90. Veremos si esta vez Ibiza se ve relegada por otros lugares o sigue conservando ese halo de “Isla Mágica”. De momento, desde los 60, no ha dejado de serlo.
– Cuando llegáis al aeropuerto de Ibiza y veis la tienda de David Guetta (como especialistas en electrónica de baile) cuáles son vuestros sentimientos? ¿Coger el primer vuelo de vuelta?
C: Hace años que intento no hacer juicios de valor respecto a la música. Sé si a mi me gusta o no y puedo tener una visión crítica pero intento analizarlo y así comprender qué significa para otras personas. Había un bar de David Guetta en el aeropuerto por la misma razón que hay un Burguer King. Guetta lo que ha hecho es llevar a la electrónica al pop, a las masas. ¿Pero qué pasaría si no existiera David Guetta? ¿Habrían más clubes “underground”? ¿Habría más público supuestamente culto? ¿Y si David Guetta ha propiciado que alguien que fuera totalmente ajeno a la electrónica de baile se inicie en este mundillo, y ahora esté escuchando, yo que sé, a Vladimir Ivkovic? Yo empecé escuchando cosas de rock comerciales de adolescente y acabé en unos años en June of 44. También es verdad que en los 90 Soundgarden salían en los 40 Principales. No me queda otro remedio como periodista que intentar entender por qué ha sucedido lo que ha sucedido. Sin patalear.
L: Cuando aterrizo en Ibiza me siento directamente atrapado por la arrebatadora energía y belleza de la isla. Me sobrecoge. Dicen que la isla o te atrapa o te repele, y que si se lo das todo a la isla esta te lo va a devolver con creces. Me cuento en este último grupo, sin duda. Sinceramente, no me fijo en esto, las tiendas de los aeropuertos, así en general, no me interesan en absoluto. Solo piso el kiosko para prensa y acaso algún bar para tomarme una caña y un pincho. David Guetta es un tipo que ha sabido generar un enorme negocio alrededor de la música electrónica más manida y cansina que pueda haber, pero leñes, es que tiene un público, como también lo tiene Lady Gaga, por decir algo. El merchandising es algo muy ibicenco y que viene ya de muy lejos, de cuando promotores pioneros como Cream empezaron a hacerlo, y hasta hoy. Todas las marcas lo tienen, desde David Guetta hasta Dekmantel o Sónar. Como amante de la música electrónica, me fijo directamente en las marcas que me interesan. Mientras montaba el libro, Leo Mas me regaló una sudadera de Amnesia que me flipa, sin ir más lejos.
– ¿Cuál es/fue vuestro club favorito y qué sesión/fiesta recordáis con especial cariño?
C: Mi lugar favorito es sin duda Pikes. Es dónde celebro mi fiesta Homies desde 2015. Justo ese mismo año empezó Dj Harvey a hacer Mercury Rising que es la mejor experiencia de club que he tenido en mi vida, así, en general. Se creó una cercanía con Harvey y mi socio en Homies, Camilo Miranda, ha acabado siendo una especie de “escudero” del maestro en la isla. Así que me quedo con cualquiera de los cierres de Harvey en Pikes donde se respira un sentimiento de comunidad, de amor entre los asistentes, precioso. Decenas de personas sudorosas que se frotan apretujadas bailando con una sonrisa de oreja a oreja en la cara durante horas. Eso no se puede vivir en otro lugar que no sea en un club. Por Dios! Que vuelvan esos momentos pronto!
L: Como clubs, Space y DC-10 / Circoloco, tanto por el espacio como por la programación, son tremendos, únicos pocos clubs así hay en el mundo. Space ya no funciona desde el pasado 2016, pero su espíritu se mantiene intacto entre los clubbers. Y ahora mismo el Pikes, cualquier sesión de Harvey los lunes en verano son otra cosa, aquello es balearic en estado puro. Es un espacio increíble y mantiene ese canallismo ilustrado y con estilo que lo hizo legendario.
Nos habéis entregado dos excelentes mixes para ilustrar esta pieza y también son una estupenda banda sonora para la lectura de “Balearic”. Habladnos de ellos.
C: Balearic se define, precisamente, en la indefinición. y esa indefinición se remite, no solo a que sea algo difícil de describir, también a que no tiene fin. Puede ser una actitud a la ahora de pinchar, mezclando géneros sin prejuicios. También puede ser un sonido o una manera de producir. Es el estado mental en que te sumerge una canción. Este mix lo grabé pensando en aquellas canciones que me sumergen en la Ibiza natural. En la banda sonora que me podía poner en el coche para hacer una excursión en invierno por la isla, conduciendo por el norte parando en Pou d’ es Lleó, divisando la isla de Tago Mago a lo lejos, pasando por las curvas de San Vicente, la campiña de Santa Inés para acabar en una puesta de sol en Las Puertas del Cielo y volver a casa con la luz del ocaso.
L: En este minimix he tratado de recrear lo que yo pincharía en el momento del sunset, recuperando parte de la cultura balearic más enfocada a estos sonidos reposados y ambientales. Empieza con ambient y luego no llega a pasar de los 100 BPM.