Analizamos algunas obras destacadas de la producción discográfica de Jeremy Guindo, así como recomendamos dos sesiones. Sus múltiples influencias le permiten ir transformando su estilo sin renunciar a una identidad bien definida, pero cada vez más indescriptible.
Cuando Jeremy Guindo saltó a la palestra discográfica en 2010, era fácil recurrir a la caracterización de su origen para explicar la hibridación de su sonido. Con raíces en Mali, Polonia y Francia, Bambounou proponía una escapada del techno por la vía del tribalismo, del rechazo al 4×4 y de una desconcertante paleta sonora, lo que pronto le aportó al productor una reputación extraordinaria. Y en cierta medida, la verdad, no era para menos: pero limitar la marcianada de su propuesta a una suerte de mixtura racial, sería ser poco consecuente con el desarrollo de su proyecto durante la década pasada.
Si por algo se caracteriza el sonido de Bambounou es por su mutabilidad congénita. Si en sus primeros EPs los ritmos sincopados y algo lento eran la característica principal, en sus primeros LPs el techno fue más protagonista. Pero no nos adelantemos, sin duda un trabajo a destacar del productor francés es su segundo EP en solitario, “Alpha” (YounGunZ Entertainment). En él una música de baile, juguetona, muy rítmica y contagiosa, no rechaza a momentos de gran seriedad y oscuridad que nos recuerdan su fundamento europeo.
Aunque podríamos rescatar varias referencias cortas de las que realizó con 50Weapons, por eso de darle un poco de coherencia al conjunto, nos quedaremos con el LP que lanzó en 2015, “Centrum”. El sucesor de “Orbiting” en lo que a gran formato se refiere, posee una propuesta sonora muy peculiar, algo sucia, extraordinariamente cínica e hipnótica, pero sin la suntuosidad de la música de baile continental. Ni berlinés ni británico, el seudo-techno de Bambounou es nihilista, algo violento, pero repleto de unas vibraciones celebratorias y de una sensación de extrañamiento fantástica.
No podemos terminar, sin embargo, el repaso a su discografía sin resaltar el idilio que Guindo vivió con otro sello de carácter excéntrico e impredecible: AD 93 (el extinto Whities). Fue allí donde en 2019 sacó la vigesimoprimera referencia de la plataforma, en la que un tema como es “Temple” ya vale la adquisición del EP entero. De percusiones cartilaginosas, misteriosas y melódicas, de ritmos rotos y sonoridades sublunares, “Whities 21” contiene todo el salvajismo propio del tribalismo que se le atribuye a su autor, sin renunciar a un refinamiento inaprehensible en la producción.
Como Dj y selector, Bambounou es capaz de coleccionar techno violento, nervioso e inductor de ansiedad y de preparar sesiones que se lanzan hacia el otro lado del espectro. Como ejemplo del primer caso podemos escuchar su alienante y contagioso trabajo para Rinse France, en el que se perciben, de fondo, entre vocales histéricos y poliritmos las referencias tribales y el bass británico, pero en el que la música de baile es la protagonista.
Como ejemplo del segundo y -más extrasensorial- caso podemos escuchar, en cambio, la sesión para Les cassettes de Sarcus (todo queda en casa). Entre canciones pop con el pitch alterado, ambients propios de experiencias extracorporales y breaks cósmicos de un drum & Bass lánguido y lejano, Jeremy Guindo demuestra lo que intentábamos aclarar: que su hibridación es, cuanto menos, una cuestión que trasciende los cánones de mezcla e hibridación estandarizados: hacia un sonido que está por llegar.
Bambounou estará este sábado ofreciendo una sesión dentro del primer aniversario de Human Club en Razzmatazz. Junto a él estarán otros artistas como Gigi FM, Jass, Alva Noto o Neska.
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