Quien más y quien menos ha oído hablar de BDSM, (siglas que combinan las letras iniciales de Bondage, Disciplina, Dominación, Sumisión, Sadismo y Masoquismo), especialmente después de la desafortunada “50 Sombras de Grey”, que intentó sin mucho éxito hablar de BDSM. Nada que ver. A este filme edulcorado sólo le debemos poner en relieve algunas prácticas. Sin embargo, el BDSM es otra historia y data de una época mucho más antigua de la que pensamos.
Hoy intentaremos explicar a qué se refiere el BDSM, ubicándolo históricamente y contextualizándolo con algunas referencias (cinematográficas, literarias y culturales), y también trataremos algunas marcas y eventos que se basan en estas prácticas más allá de la horizontal.
Para empezar, tendríamos que definir a qué nos referimos exactamente con BDSM y el significado de las siglas “Bondage, Disciplina/Dominación, Sadismo/Sumisión y Masoquismo”.
Bondage, palabra de origen francés e inglés (ambas homónimas) que se refiere a la inmovilización de la persona en cuestión. Ya sea con las tradicionales esposas o bien mediante cuerdas. Si bien esta última acepción hace referencia directa a lo que conocemos como Shibari, disciplina que, aunque entra en esto del BDSM, es tan amplia y tan rica que podríamos dedicarle un artículo especial.
El Shibari es “la técnica de la atadura segura, sensual, dramática y erótica que está siendo elevada a una forma de arte en Japón.” (Master K, The beauty of kinbaku, 2008). Es importante resaltar la diferencia entre el Shibari (japonés) y el Bondage (occidental). Entre otras cosas, el Bondage pretende la inmovilización del sujeto atado, mientras que el Shibari no implica en necesariamente inmovilización. Añadir que además el Bondage es una disciplina en sí misma y no necesariamente se asocian Bondage y BDSM.
Dominación: es el rol que desempeña quien toma el control de la práctica ante la parte sumisa. Generalmente a la parte dominante en este juego de caracteres se le suele llamar “Amo/Ama” (Master/Femdom), término en sí que indica quien manda. Con “Disciplina” nos referimos a las normas y hábitos a los que ha de adaptarse el sumiso (o sumisa) en su “adiestramiento”. En este punto se incluiría el castigo, algo que es más que habitual en las prácticas BDSM.
Hablando de sumisos/as entramos en el terreno de la “Sumisión”, el rol, ejercido con total libertad y acuerdo mutuo durante la sesión de placer. Queremos incidir en que este rol es adoptado por la persona de forma libre y consciente, ya que es a través de este papel de “dejarse dominar” por el cual siente placer. Justo lo contrario es el “Sadismo” o el sentir ese mismo goce sexual cuando infringes dolor físico y/o psíquico al otro.
Por último, estaría el opuesto al “Sadismo”, el “Masoquismo” que se refiere a la obtención de placer mediante el propio dolor, así mismo físico y/o psíquico. Huelga decir que los roles adoptados no siempre son fijos (hay quien goza de ambos lados, switch o versátil) y requieren de negociación, así como del uso de la palabra clave (palabra de seguridad) para que alguna práctica termine, ya sea porque infringe más dolor del deseado o porque simplemente no divierte ni da goce a la persona que la recibe.
Contextualizando el BDSM
Aunque el término BDSM es algo que surgió en 1990, sus prácticas datan, al menos en lo que se refiere al bondage y la dominación, desde los principios de la civilización mesopotámica. Puede que incluso su origen sea mucho más remoto, pero constancia tenemos a raíz de la escritura. En esta antigua cultura, ya se daban prácticas de dominación, actividades que combinaban el éxtasis y el dolor y los estados alterados de consciencia. Algunas de las primeras historias escritas por esta civilización hablan de actos sexuales de dominio y sumisión, principalmente en relación con la diosa “Inanna” o “Ishtar”.
Como describe Anne Nomis, autora de “The History & Arts of the Dominatrix”, ya entonces se relataban historias en tabletas cuneiformes donde se representan la fetichización ritual en la adoración a Inanna, su principal deidad femenina. Diosa de la pasión, la fertilidad y la guerra, muchos mitos implican que ella invade triunfalmente los dominios de otras deidades. Inanna, que adoraba su propia vagina, obligaba a los hombres a inclinarse ante ella, como muestra de sumisión y azotaba a sus súbditos mientras bailaban para ella, provocándolos un enorme frenesíes sexual.
En su libro, Nomis habla sobre la flagelación ritual en la antigua Grecia (sí, Grecia no es sólo la cuna de la filosofía occidental, sino también una cultura en la que se tomaba el testigo de la antigua Mesopotamia si nos referimos al BDSM). Durante el siglo IX a.C., un culto religioso en Esparta dedicado a la diosa Artemis Orthia usó los azotes como un rito de iniciación. Las sacerdotisas eran quienes supervisaban la flagelación de los jóvenes.
Podemos encontrar más imágenes sexualmente explícitas en la “Tumba de los azotes” de Italia. Construida alrededor del siglo V a.C., se considera que este enclave funerario estaba dedicado al dios Dionisio, deidad asociada al placer y libertinaje. Así mismo en Pompeya, los frescos de la pared dentro de la “Villa de los Misterios” muestran a una mujer alada o “Whipstress”. Esta figura, a priori angelical, sería la encargada de iniciar a las mujeres en el culto secreto de los “Misterios”, a través de técnicas como la esclavitud y la flagelación.
Pasan lo años y llegamos la Edad Media, época tradicionalmente conocida por las torturas infames de la Santa Inquisición en nombre de Dios. Si bien es cierto que es de suponer que durante estos años oscuros de declive socio-cultural, los señores feudales continuarían con las prácticas sadomasoquistas para con sus concubinas, no es hasta el siglo XVIII cuando volvemos a contar con escritos que narran esta serie de prácticas sexuales. Sí, hablamos del Marqués de Sade (obviamente de él viene el término “sadismo”).
Donatien Alphonse François de Sade fue un conocido escritor, ensayista y filósofo francés que pasó a la historia por sus relatos llenos de crudeza. “Los crímenes del amor”, “Justine o los infortunios de la virtud”, “Juliette o las prosperidades del vicio” y “La filosofía en el tocador” son parte de su amplísima bibliografía. Al Marqués de Sade se le atribuye así mismo la famosa novela “Los 120 días de Sodoma”, publicada finalmente en 1904 y la que será su obra más famosa. Fue adaptada al cine en 1975 por el cineasta neorrealista italiano Pier Paolo Pasolini.
Al Marqués de Sade y su prolífera obra literaria está dedicada “Quills”, filme dirigido por Phillip Kaufman y protagonizado por Geoffrey Rush, Kate Winslet y Joaquin Phoenix que narra los últimos días del noble francés en el asilo de Charenton, donde fue internado por su supuesta locura. Erotismo, sadismo, provocación y toda clase de “perversiones” sexuales se muestran en esta narración cinematográfica que hoy destacamos.
Si bien el término “sadismo” corresponde al siglo XVIII y la época napoleónica, su antítesis, el término “masoquismo”, surgió un siglo después con el libro “Venus in Furs” del austriaco Leopold von Sacher-Masoch. Este autor y su segunda esposa se hicieron muy populares por abogar por estas prácticas sadomasoquistas como parte del erotismo, el placer y la sexualidad.
Abandonamos por un momento occidente para marcharnos a Japón, tierra precursora del Shibari (el arte de atar y suspender con cuerdas) y por consiguiente de su predecesor el Hojojitsu, un arte marcial creado en el siglo XVII que se fundamentaba en la restricción a través de cuerdas. Al capturar y/o castigar a los criminales de la época, el samurai u otras fuerzas de la ley obligaban a los prisioneros a usar complicadas configuraciones de cuerdas y nudos secretos para evitar su escapada.
Podría dedicarle un reportaje completo al Shibari, un arte tan complejo y amplio del que no todos los que gozan del BDSM pueden hablar, ya que en sí es otra disciplina. Una de las personas puede introducirnos en el arte japonés de atar y suspender es el fotógrafo Antonio Flórez. Ojalá pronto charlemos con él para ahondar en este tema, pero mientras tanto podemos contemplar su trabajo en esta fotografía.
BDSM, Postporno y Estética Fetichista
Tras echar la vista atrás volvemos a nuestra realidad actual, nuestro tiempo. Hoy en día hay corrientes de pensamiento y acción que contemplan el BDSM como parte del denominado “postporno”, movimiento artístico y político que busca reformular la pornografía, criticando su lado más tradicional y masiva, pero sin renegar del estímulo sexual que producen los contenidos audiovisuales. El postporno es una evolución del BDSM con acción política, sexual y opouesta a la normativa heterosexual, es decir, “out of the roles”.
En las producciones postporno, donde es muy habitual que se relaten prácticas de sumisión y dominación propias del BDSM, no hay estereotipos de belleza, incluso se contempla el sexo en personas con diversidad funcional, además de dar su lugar a las personas trans, al colectivo queer y al no género. Hablando claro, se pasa del porno heteronormativo a dar visibilidad a la práctica del sexo por todas las personas, sea cual sea su físico y su “género”. Como referentes y para quienes gustéis de profundizar más en este tema, citar a Annie Sprinkle, madre del postporno, activista feminista pro-sex, educadora sexual, actriz porno y prostituta, y al cineasta Bruce LaBruce.
Dentro del BDSM es inevitable hablar de la estética fetichista, algo que va ligado íntimamente a estas prácticas y no sólo por la pasión por el cuero en la forma de vestir, e incluso el látex, sino también porque mordazas, fustas, esposas y látigos son parte de la indumentaria de dominación y sumisión que vengo abordando. Habría que diferenciar entre el gusto por la estética fetichista y el fetichismo como práctica sexual, algo que no necesariamente va ligado.
Tokio 5.5, firma especializada en artesanía/instalaciones fetish y BDSM, DIY que no sólo trabaja con piel para crear desde máscaras, látigos, arneses, cockrings, slings, jaulas… sino también con PVC y otros materiales vegan no aptos para gente convencional, posee un catálogo de instrumentos y complementos que abordan toda la escala de BDSM (evidentemente las prácticas BDSM también tienen grados y la indumentaria se ha de adaptar a ellos). Tokio 5.5 realiza artículos y complementos a medida y personalizados, que pueden usarse para restricciones, suspensiones, etc.
Creaciones que van desde el fetichismo hasta el BDSM más extremo, más “dark”. Es esencial diferenciar los grados de dolor/placer para las piezas que realiza Tokio 5.5, ya que si bien el fetichismo es igual a juego, en el BDSM, es dolor igual a placer.
Tanto el BDSM como la estética propia del fetichismo ha encontrado su lugar en numerosos eventos, no sólo a nivel internacional, sino también dentro de nuestro país. Es el caso del archiconocido “Torture Garden”, el club fetichista más antiguo de Londres, ya que se inauguró en 1990 (casi a la vez que acuñaba el término BDSM) y no sólo eso, sino que es el más grande de toda Europa. De ser perseguido por las autoridades en su inicio, “Torture Garden” ha pasado a formar parte legendaria de la capital británica, casi una institución, y, como no, combina a la perfección el fetiche, el BDSM, las performances y la música techno e industrial.
En esta misma línea nació, cuatro años más tarde, “Wasteland” o “The Wasteland Party”, evento que se lleva a cabo en Ámsterdam y Berlín. En este sentido, si “Torture Garden” es el club de mayor embergadura en UK, “Wasteland” es la fiesta fetichista más grande de Europa, ya que de ella participan de 6000 a 8000 personas. Como dato curioso mencionar que la primera vez que se llevó a cabo este encuentro en Berlín fue en el KitKatClub, el lugar del BDSM por antonomasia en la capital germana.
En nuestro país destacan dos eventos, uno en Madrid y otro en Barcelona. Por un lado está “Skin”, sesión de domingo noche que se celebra en el club Strong, un local emblemático donde no sólo se acogían fiestas para público “gay” sino también algunas de corte siniestro-gótico. En “Skin” la filosofía es la misma que en todos los eventos ya citados, el respeto y la buena música, así como las performances y la libertad para llevar a cabo tus apetencias sexuales.
Barcelona cuenta con su homólogo en forma de “Le Fou Royal” y aunque esta experiencia no tiene una periodicidad determinada, sí podemos afirmar que genera interés y no sólo en parte del público catalán, sino también internacional. Mencionar que en Madrid fue el “Eagle” el local/taller pionero en introducir el BDSM en la capital, siendo hasta la fecha un referente absoluto en esta materia.
Por último, citar a uno de los performers más importantes de nuestro país que también ha conquistado el espacio internacional, MarcoPunk. De hecho este enigmático artista, con casi 20 años de carrera a sus espaldas, ha participado en numerosas “Wasteland” y en otros encuentros del mismo cariz. MarcoPunk nos recomienda una película para entender un poco más todo esto del BDSM, “Duke of Burgundy”, obra magna cinematográfica que no os dejará indiferentes.