BEATS: aquellas hermosas raves

Escocia, verano de 1994. El Gobierno Británico anuncia la prohibición de las reuniones publicas sin licencia en las que suene música amplificada, principalmente la consistente en una sucesión de ritmos repetitivos.

El acoso policial (por parte de los Pigs, los Cerdos -nombre con el que los jóvenes británicos de la época se referían a los agentes de policía-) a una juventud que se reúne en descampados, fábricas abandonadas y mugrientos polígonos industriales, aumenta. A partir de ahora las fiestas ilegales, las raves se convierten en auténticos actos de rebeldía.

Spanner y Johnno son amigos, ambos viven en un pequeño pueblo. Spanner es escoria del extrarradio que vive sometido a la dictatorial figura de un hermano traficante y abusón. Johnno es un joven de clase media a punto de mudarse a un barrio mejor que tiene que soportar la cínica pero amistosa actitud paterno-filial del novio de su madre, que trabaja como policía, y su prohibición de acercarse a gente como Spanner. Una postura gentil, similar a la que ejercía sobre la nación el represivo gobierno de Tony Blair. Ellos son dos almas perdidas aburridas de su existencia en un entorno rural asfixiante. Su amistad está condenada al fracaso pero a los dos les encanta la música.

La resistencia subterránea llama a la insurrección juvenil. Desde las ondas se llama a una revuelta musical proveniente de Detroit: “Si no se puede bailar, no es mi revolución”… Los flyers, los djs de las radios piratas y las llamadas a números clandestinos desde cabinas inhóspitas indican el camino hacia el claro del bosque, el lugar marcado con una X, el rincón donde miles de jóvenes harán temblar la campiña británica. Johnno y Spanner deciden pasar la que posiblemente será su última noche juntos escapando a una de esas raves ilegales.

En esa huida hacia adelante se juntarán a otros ravers, recorrerán kilómetros de carretera con conductores puestos de ácido, desobedecerán las normas, tomarán éxtasis afianzando su amistad y sumándose a la revuelta. Desfasarán por el campo sintiendo la conexión, ungidos por el ritual mágico del impulso colectivo.

Bailarán drogados en la noche, se besarán, formarán parte de algo, por una vez, se sentirán vivos. Más vivos de lo que lo han estado jamás. Experimentaran en su carne la asombrosa y poderosa energía que produce sentir otros cuerpos que se agitan bailando al ritmo de la música. Moverse con la cadencia espasmódica del Acid House, el Breakbeat y otros sonidos electrónicos, serán su manera de joder al sistema, de alejarse durante unas horas de unas normas de conducta restrictivas. Los cuerpos tocándose en comunión, el sudor, el hermoso caos que emana del baile y esa sensación de resistencia colectiva quedarán anulados cuando el terrorismo opresor ejecutado por las fuerzas del estado entre en escena y golpee con fuerza a la multitud.

Rodando en elegante Blanco y Negro, Brian Welsh echa mano de los recuerdos y la cálida nostalgia para filmar la crónica veraniega de una hermosa amistad que es también la evocación del verano del 94, el año en el que la penúltima revuelta juvenil, la revolución del Techno, volvió a ser sofocada. 

Una película que en ocasiones te transporta a pasajes similares a los descritos por Laurent Garnier “Electroshock”, su libro de memorias, y que también puede guardar similitudes con el cine de Shane Meadows (“This is England”) o las primeras obras de Danny Boyle (“Trainspotting”). La película conjuga correctamente la historia personal de los personajes con el retrato social, el tono del thriller e incluso con el cine de denuncia que sigue la estela del cine de Ken Loach.

Un pequeño pero magnífico film que hará las delicias de aquellos afortunados que lo pudieron vivir en primera persona, de todo aquel que haya sentido en alguna ocasión la magia al pegarse una buena noche de fiesta y esperemos que de jóvenes inconformistas con ganas de indagar en el pasado reciente de la electrónica.

Bajo estas líneas podéis disfrutar de su poderoso score: una compilación de temas clásicos que os transportaran a las Raves veraniegas de mediados de los 90. Don´t be a slave, come to the Rave!! Rave to the Grave!!