El parisino Benales regresa al sello de Zadig con su techno demoledor y clásico.
Benales es uno de mis productores favoritos desde que supe de él por primera vez. En su estilo resuenan todas las cosas que me hacen feliz cuando escucho techno, y también cuando lo bailo.
De algún modo, no es tan difícil hacer las cosas bien, estar centrado en un sonido propio pero a su vez respetando escrupulosamente las líneas de estilo que marca la tradición. Pero me desmiento a mi mismo, no, no debe ser tan fácil, porque si no lo haría todo el mundo.
Lo que sí que es complicado es llegar a tener una firma propia en un estilo tan saturado como es el techno y Benales tiene firma propia. Otro asunto harto complicado es mantener siempre el nivel en todo lo que haces, y esto Benales también lo hace bien.
Aunar potencia y espíritu de combate con mentalismo e intelectualidad podría parecer a primera vista como mezclar agua con aceite, pero en mis technics lo que ahora está sonando es precisamente eso.
Resumiendo, uno de esos discos que hay que tener en la estantería para cuando seamos unos vegetales y le queramos decir a nuestro nieto o a nuestro androide de compañía qué era eso del techno.
