C. Tangana, atrápame si puedes

El paso de Puchito por Operación Triunfo para presentar “Un Veneno” lo confirma como un maestro del escapismo que siempre va varios pasos por delante.

 

“Lo que yo hago no es solo la música que saco, sino todo lo que va alrededor: cómo me muevo en la industria, cómo utilizo la imagen, cómo utilizo los shows, para qué los utilizo”, contaba C. Tangana en el tercer episodio de El Bloque, lanzado a finales de junio. Aproximadamente un mes antes de que pudiéramos escuchar esa entrevista, en la noche del 31 de mayo, el madrileño hacía historia en Primavera Sound con un show, mitad concierto, mitad performance, que ya avanzaba gran parte de esa declaración de intenciones. Pucho fantaseaba en un largo speech con que sus fans lo mataran, artísticamente hablando. Quizá, incluso, literalmente, vaya usted a saber. “¿Sabéis cómo se destruye a un ídolo? Si vosotros dejáis de mirarlo”, proclamaba, entregando el poder al público.

No ha habido manera: entre polémicas con Yung Beef, hits como Bien Duro o Booty y videoclips tan cuidados como el dirigido por Eduardo Casanova para Cuando me miras, quitarle el ojo de encima durante estos últimos meses (aunque, por su actividad, hayan parecido años) ha sido misión imposible. El asunto, en realidad, viene de lejos. Cada movimiento ejecutado desde el despegue definitivo que supuso Antes de Morirme, incluidas sendas apariciones en ventanas televisivas tan populares como Chester, el programa de entrevistas de Risto Mejide, o La Resistencia, el late-night dirigido por David Broncano, ha puesto más y más focos sobre su persona y su personaje, dos conceptos que, por si alguien no se ha enterado todavía, no tienen por qué ser necesariamente la misma cosa.

Pese a la inmediatez con la que un artista de su tiempo puede trabajar hoy en día gracias a herramientas como Instagram o YouTube, toda acción, fuera más o menos musical, ha sido un espejismo. Cuando hemos llegado a cada single, cada campaña, cada vídeo, cada pared llena de carteles, cada foto, C. Tangana ya no estaba allí. Lo que nos hemos encontrado ha sido solo un reflejo del tipo al que creemos conocer, un mago del escapismo, alguien imposible de encasillar. Cuando Mala Mujer lo coronaba rey del verano de 2017, su cabeza ya estaba en otro lado, quizá en volver a rapear; cuando se reivindicaba como MC en Avida Dollars, él ya estaba pensando en seguir empapándose de ritmos latinos con Bien Duro; cuando Spanish Jigga Freestyle lo devolvía a los tiempos de Crema, su mente ya estaba puesta en su colaboración con Becky G. O en cualquier otro proyecto que todavía desconocemos. Siempre, en definitiva, varios pasos por delante. Él mismo lo contaba en el citado episodio de El Bloque: “Yo no me levanto y voy a la oficina. Yo me levanto y pienso: ¿y hoy qué cojones me voy a inventar para que la bola esta no se pare?”.

Creer que su actuación programada para la noche del miércoles en el plató de Operación Triunfo sería como la de cualquiera era no haberse enterado de nada durante todo este tiempo. Su paso por una gala en la que, por cierto, una concursante versionó a Bad Bunny era una oportunidad demasiado tentadora como para desaprovecharla con una interpretación estándar de, por ejemplo, Bien Duro. Ahí, en la boca del lobo, infiltrado en un formato que representa la cara más feroz de esa industria mainstream a la que él piropea o dispara según le conviene, en compañía de Niño de Elche, otro talento que sabe lo que es llevarse hostias como panes por su adicción al riesgo, C. Tangana fue más C. Tangana que nunca estrenando, precisamente, una canción sin precedentes en su discografía, un ¡bolero! sin rastro de auto-tune en el que mucha gente se ha apresurado a ver una especie de apéndice de El Mal Querer, algo así como el duodécimo capítulo del reciente segundo álbum de Rosalía.

El propio Antón, sin embargo, ha aclarado en una entrevista para indiespot que Un Veneno es “un tema que habla de que la ambición y el deseo de que te quieran, de gustar al público, al final puede ser una condena”. Presentar una letra que encierra ese mensaje en un programa como Operación Triunfo, basado precisamente en los votos del público, supone una jugada maestra repleta de dobleces y matices que conviene analizar con calma. La fuerza simbólica de soltar una frase como “Puchito, ¿cuál es la maña, sin cantar ni afinar, pa que te escucha toa España?” delante de un jurado preocupado principalmente por la interpretación canónica de las canciones es, desde ya, historia de nuestra música contemporánea.

Poco más de 180 segundos de actuación que concluyeron con Roberto Leal, el presentador, ingenuo de él, intentando despedir al cantante como había hecho anteriormente con Manuel Carrasco y Vanesa Martín. Las palabras de Leal se quedaron en el aire, sin respuesta. ¿Adivinan qué pasó? Efectivamente: C. Tangana ya no estaba allí.