Conversación con Maka, una vida marcada por el barrio y por su música

Con motivo del lanzamiento de su último single, “Vida”, hablamos con el artista granadino en su casa de Maracenas y repasamos su trayectoria musical, su vínculo con el barrio del Polígono Norte del Almanjáyar, y sobre todo de su particular modo de entender y de hacer música.

 

Javier Rodríguez Morales, más conocido por su nombre artístico Maka P.N.A, es un joven cualquiera nacido a mediados de los ochenta en el Polígono Norte del Almanjáyar,  barrio ubicado en el distrito noroeste de la ciudad de Granada y  que destaca por ser una de las zonas con índices de pobreza y subdesarrollo más grandes de toda Andalucia. No obstante, en las calles de su barrio aprendió todo lo relativo al amor, el respeto y la música.

Tras una serie de acontecimientos desafortunados, Maka acaba ingresando en prisión en el año 2009. Pero lejos de venirse abajo, aprovecha su estancia en la penitenciaría de Albolote para sumergirse completamente en el mundo de la música. Tas cumplir su condena, vuelve a ser libre en el 2014, y desde aquel entonces su trayectoria musical y su propia concepción de la música no ha parado de transformarse, llegando a alcanzar niveles de reconocimiento y repercusión que nunca hubiese imaginado cuando estaba encerrado en su celda en el módulo de respeto de la prisión granadina de Albolote.

Con motivo del lanzamiento de su último single, Vida”, hablamos con el artista granadino en su casa de Maracenas.

 

La figura artística de Maka es imposible de entender en profundidad si no se presta atención a las características particulares que dan vida al Polígono Norte del Almanjáyar, barrio referente de la periferia noroeste granadina en donde los cultivos de marihuana, el tráfico de drogas y el desempleo laboral más absoluto están a la orden del día. Uno de los muchos barrios pobres de España que, como él mismo señala de manera contundente, “ya estaban en crisis antes de que la gran crisis económica sacudiera toda España”. ¿Qué significa para un niño como el Maka nacer, vivir y crecer en un barrio de estas características?

Es cierto que en estos barrios se vive como en una eterna crisis que parece que nunca acaba, pero la verdad es que de niño no ves nada malo en ese sentido. De hecho mi infancia ha sido la mejor del mundo yo creo, porque he estado 24 horas en la calle. Éramos como una piña en el barrio y nos pasábamos todo el día jugando allí en la calle Ancha, cerca de donde vivíamos entonces. Y aunque veías muchas cosas, mucho “enganchaíllo” como nosotros le decimos, gente que estaba en el caballo, que fumaba en plata y todo el rollo, nosotros no nos dábamos cuenta, no le prestábamos atención. Porque al crecer en ese entorno desde niño, en cierta medida ya estás inmunizado a algunas cosas que ves todos los días y las vives con normalidad. Pero sí que es verdad que a medida que vas creciendo y maduras, te das cuenta de todas esas cosas que te rodean y tomas un poco de conciencia sobre tu realidad.

Yo por ejemplo no me di cuenta hasta ser un poco más grande, pero durante mi infancia fui siempre muy feliz porque además en ese momento era cuando más unidos estábamos como familia. Vivíamos todos en el mismo bloque, mi tía vivía muy cerquita en la zona de Los Cristos, mi otra tía en la plaza Nueva Granada. Estábamos todos muy cerca y era muy bonito, porque al final estábamos todo el rato en la calle jugando al fútbol o a lo que fuera, y no ves nada de lo malo que te rodea.

De algún modo son las dos caras de la misma moneda, ¿no? Porque cuando naces y vives en un barrio de estas características está claro que existe una dimensión más problemática relacionada con la pobreza, las drogas y la violencia, pero al mismo tiempo hay otra dimensión igual de importante en donde aparecen lazos de comunidad y solidaridad que difícilmente pueden existir en otras zonas.

Exacto. Hay mucha más cercanía y todo el mundo está a una, casi siempre se comparte lo poco que se tiene con el resto del barrio. Era habitual que si, por ejemplo, un vecino montaba una piscina o lo que fuera, pues todo el mundo del bloque se pasaba por la piscina sin ningún problema. Luego todos estábamos jugando juntos en la calle. Y eso para un niño es lo mejor del mundo. Pero claro, el problema es cuando vas creciendo y a lo mejor sales cualquier día de tu casa y te encuentras a alguna persona medio muerta en la calle que se la está llevando la ambulancia. O cuando te enteras de que alguien del barrio se ha suicidado porque estaba con el mono y el hombre no aguantaba más con la vida y se ha tirado por la ventana de su casa. También era muy habitual que de madrugada te llamasen al portal para preguntarte si tenías papel, o esto o lo otro. Entonces la infancia que nosotros hemos vivido allí ha sido muy bonita por muchas cosas, pero claro, a medida que creces te das cuenta de algunas movidas que de niño pasan más desapercibidas.

 

Otro aspecto fundamental para entender la vida en el Polígono Norte del Almanjáyar es el de la música. Porque resulta innegable que en los barrios pobres, al existir un sentimiento de comunidad más profundo, hay menos restricciones a la hora de estar en la calle escuchando música sin importar tanto el hecho de poder molestar un poco a los vecinos. ¿Cómo ha vivido Maka esta relación tan cercana con la música, y más teniendo en cuenta la tradición musical de su familia? ¿Qué géneros han formado parte de la banda sonora de su infancia y su juventud?

En el barrio te podía despertar un gallo, como en cualquier otro lado, pero era más habitual que te despertase alguien tocando la guitarrilla y cantando. Porque es un poco como tú dices, la música está muy presente en el día a día. Y en mi caso no fue diferente, porque efectivamente mi abuelo era cantaor, mi padre tocaba el bajo, mi madre la batería. Entonces la música siempre ha estado muy presente en nuestro ambiente familiar. En mi casa se escuchaba mucho a Triana, y en general el rock de los setenta y ochenta que mis padres vivieron aquí en Granada en primera persona. Y luego a través de mi abuelo, que vivía puerta con puerta con nosotros, pues siempre he estado en contacto directo con el mundo del cante porque muchas veces nos llevaba a sitios en donde se juntaba la gente para cantar y así. Porque realmente, en el barrio la música es como una forma de vida, la mamas desde muy chico. Y entonces allí en el Polígono la música, especialmente el flamenco, siempre ha sido algo sagrado. Porque aunque el flamenco sea para una minoría, como siempre ha sido, al final es la música pop del barrio, y se escucha mucho a Los Chichos, a Los Chunguitos o a Los Farruquitos, que eran un grupo muy bueno y que siempre han sido muy queridoa en el Polígono.

Así que yo desde muy chico he estado relacionado con la música de forma natural. Luego ya un poco más mayor descubrí el hip hop gracias a mi hermano Miguel Ángel, que tenía discos de 2pac, Notorious y conocía a la peña que hacía rap en América. Y de ahí a un tiempo, gracias a la irrupción de internet, pues empecé a descubrir el reguetón con Tego Calderón, Daddy Yankee y toda esta gente, hecho que me ha marcado mucho.

Si la música ya había sido un elemento fundamental durante tu infancia y adolescencia, cuando entras en prisión en el año 2009 la música se convierte en una especie de tabla de salvación, tal y como señalas en el fantástico documental “Esperanza se escribe con H: El hip hop en las cárceles” (Pacool, 2011). ¿Cómo fue tu relación con la música durante esos 5 años que estuviste en la prisión de Albolote?

Para mí la música siempre ha servido como una coraza, siempre ha sido mi gran amiga a la que me he aferrado para evadirme de todos los problemas que tenía, incluso antes de entrar en prisión. Pero sí que es cierto que cuando entré allí me encerré completamente en el mundo de la música, porque de algún modo era lo que me sacaba fuera, me transportaba a otra parte. De hecho había mucha gente que tenía problemas para escribir allí dentro porque les resultaba imposible, pero para mí era todo lo contrario, me servía como terapia para afrontar la realidad que yo vivía, y todo lo que escribía me salía de forma muy natural. En ese tiempo escribí muchas letras, y algunas de ellas las he sacado más tarde en Pvreza o Dvuende, por ejemplo.

Si no hubiese sido por la música quizás hubiese acabado de otra manera, pero como siempre estuve muy ligado a ella, el hecho de centrarme casi de manera exclusiva en la música durante los 5 años que estuve encerrado me ayudó mucho para hacer más cortos los días, para tener la ilusión de salir fuera y enseñar cosas nuevas.

 

Antonio Escohotado, conocido públicamente en España como “el filósofo de las drogas”, afirmó tras su estancia en la cárcel a finales de los ochenta que la experiencia carcelaria puede hundir a una persona en el fango más profundo, o bien puede enseñarle a “hacer virtud de la necesidad” y ayudarle a renacer de sus cenizas. Y en tu caso particular, saliste de prisión en el año 2014 con el disco P.N.A finalizado, y desde aquel entonces no has dejado de crecer y transformarte en todos los sentidos. Parece ser que tú eres una de esas escasas personas capaz de hacer virtud de la necesidad más sombría, y lograr renacer cual Ave Fénix.

Yo en aquel momento toqué fondo sinceramente. Ahora mismo tengo 32 años, y mi vida ha sido muy intensa en todos los sentidos, en el bueno y en el malo. He vivido de todo en muy poco tiempo, picos muy altos pero también muy bajos. Entonces al tocar fondo allí en prisión, yo me dije a mi mismo que tenía que cambiar de vida. De hecho yo tuve bastantes problemas en mi relación con las drogas, y de algún modo aquellos problemas me llevaron a hacer determinadas cosas que terminaron conmigo en la cárcel. Y ahí fue cuando me dije y me juré por la mama que tenía que dejar esos vicios sí o sí. Porque yo tenía una niña, debía asumir mis responsabilidades, y la cosa no podía seguir así. Así que yo en mi estancia en el módulo de respeto de Albolote me centré de lleno en las oportunidades que nos dieron Don Goyo y Don Víctor, dos educadores de esa penitenciaria que fueron los que más apostaron por nosotros y nos permitieron pasar nuestra condena haciendo cosas relacionadas con la cultura, el arte y la música. En ese tiempo crecí mucho como persona en todos los sentidos, y todavía mantengo contacto con gente de aquel módulo.

El trabajo de P.N.A (2014) constituye todo un tributo musical a tu barrio, el Polígono Norte del Almanjáyar, y a ese conjunto de vivencias personales que te han marcado y de las que antes hemos hablado. A nivel musical, en esta primera referencia el sonido Lo-fi configura toda la estética de la obra, y se observa como comienzas a perfilar tu particular estilo. En los catorce cortes que lo componen, nos encontramos con una línea musical plagada de múltiples referencias en donde aparecen elementos característicos de diferentes géneros. Y un año más tarde publicas Pvreza (2015), un álbum que sigue la misma línea estética pero con un sonido mucho más profesional y un concepto musical mucho más sólido, adaptándose en cierta medida a la tendencia del sonido “trap” que tanto se estaba popularizando en España en aquel entonces. Teniendo en cuenta que música se mueve en coordenadas bastantes heterodoxas, ¿qué es para Maka la pureza?

Pues la pureza es la sencillez de una persona, el mostrarse tal y como uno es, el no tener prejuicios ante nada y ser tú mismo. La pureza es la transparencia, el corazón de una persona. El ser. Y ya puedes hacer 200.000 estilos diferentes de música, pero si lo que tú haces, aquello que transmites, lo llevas dentro, eso es pureza. Así hagas “trap”, flamenco, o lo que sea, da igual. La pureza te define más allá de formas o géneros. Sí que es cierto que en la tradición del flamenco la pureza siempre ha estado relacionada con el mantener un patrón clásico determinado, y yo eso lo respeto mucho. Pero al final un grande como Camarón también se apartó en su momento de los patrones habituales del flamenco, y como él mismo dijo ante las críticas que recibió en aquel entonces acusándole de que había perdido pureza, “la pureza yo no la voy a perder nunca porque eso se lleva dentro”. Eso es la pureza. Y hay grupos que vienen de la fusión como Ketama, Parrita, Barbería del Sur o Los Chichos, que fueron los primeros en hacer lo que nosotros llamamos ahora múscia urbana con influencias del flamenco y nunca nadie se acuerda ellos, pues todos estos grupos tienen muchísima pureza y la han sabido adaptar a las nuevas tendencias musicales que había, algo que antes no estaba para nada bien visto.

 

Precisamente la ciudad de Granada se ha caracterizado por ser una de las mecas de la fusión musical y cultural del flamenco en la época contemporánea, y si en los años 80 y 90 los sonidos rock y pop eran los elementos de fusión más característicos, en la actualidad es la música rap, el reguetón, y en general toda la música negra que guarda cierta relación con la amplísima tradición género del hip hop, la que está actualizando la tradición del flamenco. Y existen algunas figuras como las de Vicente el Vizio o la de Antonio Demonio, colaboradores habituales tuyos, que están siendo actores principales en este proceso. ¿En qué momento entras en contacto con estos productores?

Pues al Vicente lo conozco desde hace mucho tiempo. Tendría yo 17 o 18 años cuando empezamos a hacer cosas juntos, y él tenía todavía menos años, porque lleva desde muy niño haciendo música. Y a pesar de ser tan jóvenes, cada uno llevábamos ya mucha música en la espalda. De hecho cuando empezamos a cantar juntos formamos un grupo que se llamaba De Calle, y también estábamos muy vinculados con un colectivo de aquí de Granada que se llamaba L.N.A.I , donde nos juntábamos peña que hacia rap, reguetón y fusionábamos unas cosas que en aquel momento no estaban bien consideradas. Recuerdo que en una ocasión, unos cuantos años antes del 2010 te estoy hablando, actuamos como teloneros de Tote King en la vieja Industrial Copera. Y toda la peña flipó con nosotros en el mal sentido porque claro, en aquel momento ya hacíamos fusión con el reguetón y así, pero la gente no estaba preparada todavía para ese sonido.

Y al Antonio lo conozco cuando salgo de prisión, a raíz del disco Pvreza que fue grabado y masterizado por el Vizio. Después de eso empiezo a tener una relación más cercana con el Chino, aunque ya habíamos colaborado en alguna ocasión antes porque había coincidido con él alguna vez en casa del Vicente. De hecho hubo una época en la que los tres nos juntamos para hacer música, y además también estaba de por medio la gente de Elultimoplanb en aquel proyecto, aunque nunca lo hicimos como colectivo definido. Total, que es en ese momento cuando yo entro en contacto con el Antonio, porque él ya estaba grabando con el Dellafuente y todo el rollo. Y la verdad es que con él notamos un salto de calidad en el sonido muy importante, porque es un niño que ha estudiado sonido y controla mucho de mezcla, master y producción. Y a partir de esa unión es cuando decidimos el Chino y yo empezar a hacer conciertos juntos.

Y vaya combo formasteis… Porque la gira de “Quejidos&Autotune” marcó un antes y un después en vuestras trayectorias, y quizás también un poco la forma de entender la “Música Urbana” que en aquel momento estaba empezando a configurarse en España. ¿Qué recuerdos guardas de aquella experiencia?

Aquello fue espectacular. Casi todos los conciertos fueron sold out, en los festivales lo petábamos…fue un éxito increíble. De hecho después de ver lo bien que salió la gira, al año siguiente repetimos e hicimos “Quejidos&Autotune: La reconquista”. Y así fue, reconquista total (risas). En total estuvimos dos años y medio de gira o así, y quizás sí que es cierto que al final se hizo un poco pesado, pero lo vivimos todo con muchísima ilusión. Porque al final era nuestra primera gira, todo salía genial, nuestro trabajo era respetado, nos trataban muy bien allá donde fuéramos. Todo lo que habíamos soñado y deseado en la vida lo estábamos consiguiendo, y luego a parte lo bonito que era también ir conociendo día a día a alguien como al Chino, porque en ese tiempo formamos una amistad especial, había entre nosotros una magia que nos hacía conectar mucho. Por ese motivo teníamos un producto único y muy novedoso, porque era como algo muy característico de nuestra tierra, pero actualizado, en donde hacíamos el sonido nuestro que queríamos. Y toda esa magia, esa conexión entre los dos se notaba mucho en el escenario.

También esa época es el momento en el que ves como tus sueños se cumplen, como las cosas que querías se cumplen, cuando te das cuenta que empiezan a hacerse realidad. Porque claro, al principio todo empieza como un juego, lo haces porque te gusta, es más que nada un hobby. Pero poco a poco la cosa va madurando, crece, lo vas haciendo mejor, sigues creciendo. Es como un niño que estás viendo crecer.

 

Y tras dos años y medio de mucha intensidad, cada uno comienza a centrarse en su carrera individual. Es en ese tiempo cuando aparece Dvende (2017), álbum en donde sigues dándole vueltas a la tuerca de tu particular estilo, y que al mismo tiempo supone tu consagración definitiva dentro de la escena musical. Y de nuevo, tanto en título como en el contenido del disco, el flamenco vuelve a ser protagonista principal, aunque esta vez con muchas más referencias a la música latina.

En el trabajo de Dvende la música la hago mía, ¿sabes lo que te digo? Porque ese soy yo. De siempre en mi casa hemos escuchado música latina, mi madre me ponía mucho a Gloria Estefan por ejemplo. A mí también siempre me ha gustado Marc Anthony, o Luis Miguel. Y luego por supuesto los clásicos del reguetón como Tego Calderón, Ivy Queen, Daddy Yankee etc. Y eso es así, en mi entorno desde niño siempre hemos tenidos referentes musicales latinos muy potentes. Pero claro, yo no puedo tampoco renegar de mi origen, que es el flamenco, que es lo mío. Entonces en Dvende lo que hago es directamente lo que quiero, lo que me sale de la polla. Que siempre lo hemos hecho musicalmente, pero me refiero a que está mucho más transformado todo. Yo lo que sé hacer bien y me sale de dentro es cantar flamenco, ese soy yo, así que en Dvende lo que hago es seguir esa línea de la música urbana que ya hacían Los Chichos por ejemplo, pero actualizado con los sonidos de ahora, sea reguetón, sea trap o sea una balada. Porque al final el duende es eso, da igual que sea una instrumental de esto o lo otro, o sin música. Sea la música que sea, a mí se me va a ocurrir un modo de cantar propio y particular.Y de hecho ahí está el resultado, porque con este trabajo es cuando me consagro como artista individual definitivamente. Muchos millones de reproducciones en internet, los conciertos siempre llenos, y todo esto casi sin publicidad ni discográficas ni nada. La verdad es que lo de Dvende fue una locura. Alguna vez incluso me he llegado a sentir sobrepasado en la calle por la gente y eso.

 

Hace dos semanas publicabas tu último single, “Vida”, compuesto por MelodicoLmc y DeClara, así como el videoclip que lo acompaña, producido por INGENIA PRO. Y en ese tiempo ya acumula más de un millón de reproducciones en las plataformas digitales. Parece que las cosas van bien, pero ¿en qué momento de la vida está ahora Maka? ¿A nivel musical, en qué está trabajando de cara a los próximos meses?

Pues la verdad es que todavía hay Maka para rato, hay mucho que sacar aún. Por lo pronto lo que quiero hacer un recopilatorio con todos los temas que he ido sacando estos últimos meses, y meter también en ese trabajo algún inédito que tengo por ahí. Y luego, a partir de septiembre, volveré a ponerme de gira y visitaré las ciudades que pueda. La referencia se va a llamar Bendiciones, y representa un poco mi estado vital actual. En este trabajo lo que hago es dar gracias a todas esa bendiciones que tenemos en nuestra vida, aunque, como dice El Camarón, a veces duela. Porque al final todos los días traen consigo alguna oportunidad nueva, y mientras salga el sol todas las mañanas seguirá existiendo una posibilidad de cambiar tu vida para mejor. Ese es el mensaje que quiero transmitir en este recopilatorio, y creo que habla un poco de ese momento de la vida en el que me encuentro ahora mismo, en donde he aprendido a sacar lo bueno de todas las cosas malas que te puedan pasar, a no darle tanta importancia quejándose de lo injusta que es la vida vida para poder aprovecharlo y transformarlo en música. Porque al final la música es la mejor manera de entender y expresar la montaña rusa de emociones que supone la vida.