Una entrevista con Cristian Varela al hilo del estreno de “Music – Passion & Respect”, que resume sus 25 años de trayectoria musical.
Solfeo, orquestación, dirección de orquesta, compositor de bandas sonoras cinematográficas y, de vez en cuando, sesiones de música techno a cuatro platos (sólo vinilos) que se cotizan al alza en las bolsas del clubbing. Más de un cuarto de siglo después, aún nadie ha conseguido mostrar unas habilidades técnicas como las del madrileño Cristian Varela, uno de los grandes pioneros e instigadores de la escena electrónica en nuestro país. Ahora que el vinilo está en auge y que los sellos old-school retoman poco a poco su actividad, Cristian prepara el estreno de un documental en el que se repasa al detalle su trayectoria. Una trayectoria que, como el mismo documental muestra, es avalada por los más grandes artistas de la escena.
Cristian Varela. Estamos ante un nombre que viene haciendo ruido en la escena techno desde los años 90 y que, ya casi en 2020, sigue jugando un papel protagonista en todo este lío. ¿Cómo te las has arreglado?
Con constancia, mucha responsabilidad y pensando siempre nuevas formas de evolucionar junto a sellos y en eventos concretos.
¿Te imaginaste de pequeño que fueras a conseguirlo? ¿Era un objetivo?
Me pilló totalmente de imprevisto. Yo estaba estudiando piano y solfeo para orquestación. Lo de pinchar era un hobby. De hecho, mi hermano mayor, Luís, fue DJ antes que yo. Me empezó a gustar, empecé a comprar vinilos y terminé dejando mi vocación del solfeo y la orquestación para convertirme en DJ.
¿Cómo se autodefine, como DJ, Cristian Varela?
Creo que mi técnica como DJ es bastante buena, muy reconocida a nivel mundial. Creo que es lo que más me caracteriza, junto a mi versatilidad. Me conocen como DJ de música techno, pero lo cierto es que también me gustan otros estilos como el ambient, el electro, el tech-house, el acid house o el house, que es lo que pincho con mi aka Carlos Duran.
¿Carlos Duran?
Cuando, en el año 2000, publiqué mi primer álbum, saqué varios temas de house y, en el sello londinense Donkey Head, me recomendaron utilizar un alias para no liar al personal y evitar que alguien buscando house en mi nombre se topara con una sesión de techno o viceversa. En realidad, yo me llamo Carlos Cristian Varela Durán. De ahí el juego de nombres.
Te hemos visto mezclar discos por todo el mundo. ¿Algún lugar en el que aún no hayas pinchado y al que te encantaría ir de bolo?
Me atrae muchísimo Australia. No he estado nunca y sé que ahí se están haciendo cositas interesantes en el campo de la electrónica.
Antes hablabas de tu versatilidad. ¿Eres el DJ más completo que hay en España? Te hemos visto actuar hasta en desfiles de moda…
Es por mi faceta de compositor. He creado música para varios desfiles de la Mercedes Fashion Week, efectivamente. Realmente, hay muchos estilos que me gustan y que se me dan bien. Hago mucho ambient (podéis escucharlo en el proyecto Varela Concept), mucha música sinfónica y, ya dentro de la electrónica de baile, como sabéis, estoy muy enfocado en el techno. Pero llegué a pinchar incluso EBM en mis primeras épocas.
¿Algún otro entorno poco común para un DJ de techno en el que te hayas encontrado?
Lo del Blue Marlin de Ibiza fue tremendo. En aquella época, en Benidorm, yo mostraba una faceta mía muy industrial, tirando temas de Front 242 y gente del estilo. Me llamaron del Blue Marlin y me fui para el beach club ibicenco a tirar temas de grupos mucho más pisteros, como Afrika Bambaataa o Depeche Mode, así como música de los 80. Funcionó muy bien, pero mis fans del techno me pusieron a caldo.
Tu técnica mezclando vinilos es, como decías, mundialmente reconocida. ¿Por qué sois cada vez menos?
Es una pena. Yo lo tengo claro: siempre 4x4x4 y, si no, 3 CDJ y, por lo menos, un plato. Ahora mismo, está saliendo música muy buena en vinilo que no está saliendo en digital. Hay sellos antiguos retomando la fabricación y eso es precioso. Pinchar a vinilos requiere mucha concentración y un pulso milimétrico. Hay que ser muy perfeccionista con el pitch. Es mucho más complicado que pinchar con CDJ o con una controladora. Muchos DJs de la nueva generación no han tenido el honor de conocer un plato y muchos de la vieja escuela han preferido otras plataformas para centrarse en la creatividad, quizá. Yo puedo pinchar 10 horas con CDJs y apenas terminar cansado. Ahora bien, me estoy una hora y media a cuatro vinilos y es como si hubiera estado 15 horas en cabina. La concentración es elevadísima y desgasta mucho. De repente te salta la aguja, tienes que saltar el canal… la mezcla es mucho más humana. Para mi gusto, es más complicado, sí, pero también es mágico. Incluso cuando una mezcla falla y se va corrigiendo puede uno respirar esa esencia. Luego, hay DJs profesionales que te fallan con un CDJ. Es para matarlos…
Tu sonido es…
Techno orgánico con muchas capas. Cuando pincho con muchas pistas, busco crear capas. En un plato, bases contundentes. En otro, atmósferas. En cada plato, un elemento. Así, voy creando capas y consiguiendo que la sesión sea muy orgánica.
El próximo 28 de febrero, estrenarás el documental “Music – Passion & Respect”, que resume tus 25 años de trayectoria musical. ¿Cómo nació el proyecto?
Fue una idea de Álex Montoya, mi mánager. Estábamos trasteando entre material viejo con mi socia Maite Mellado y se nos ocurrió hacer un recopilatorio de todo lo hecho hasta ahora y de la influencia y el legado que mi trabajo pueda dejar en España para las nuevas generaciones. A la productora le encantó la idea, así que empezamos a trabajar. Queríamos la máxima cantidad de archivos posible, pero también la máxima calidad.
25 años… Se dice pronto. ¿Nos resumes el documental en 25 palabras?
En realidad, ahora llevo ya 28. Empezamos el documental al cumplir 25. Han sido tres años para recopilar todo el material, editarlo, producirlo, etc. Es un documental muy cuidado a nivel visual. La productora lo ha mimado muchísimo. Lo que debía ser 10 meses de trabajo se ha convertido en tres años.
Te dejo 28 palabras, entonces…
¡Vamos! El documental muestra los inicios de la electrónica en España, cuando mi hermano y yo fuimos los primeros en crear eventos y traer a artistas internacionales. Luego, se enseña también cómo se ha ido desarrollando mi carrera, los bolos que he ido teniendo, los sellos con los que he trabajado… y así hasta llegar a hoy, con las nuevas giras con Black Codes y con el E1 de Londres, etc.
¿Satisfechos con el resultado?
Muy satisfechos. Hemos tardado mucho más de lo esperado, pero preferimos retrasarnos y conseguir un estreno redondo. La gente lo recordará y lo verá como archivo histórico. Era nuestra intención.
¿Nos podemos llevar un adelanto?
El documental apela mucho a las emociones. Toda mi gente cercana que lo ha visto ha estado al borde del llanto. Se explica cómo me voy encontrando con compañeros durante estos años. Sale mi padre hablando de como vivía los principios, con su hijo de 15 años metido en el mundo de la noche, etc. Se incluyen opiniones de Chris Liebing, Joseph Capriati, Carl Cox… Ahora, auténticos gigantes, pero todos me ven como amigo y como artista. Es muy emotivo. El final es muy emocionante. Cuando vi lo que opinaban de mí muchos artistas punteros de la escena, no pude evitar emocionarme. Uno se siente querido y respetado. La carrera ha tenido sentido.
El proyecto se presentó en el pasado ADE y contigo estuvieron artistas de la talla de Marco Bailey, Fatima Hajji, Industrialyzer y Lloyd Reid (LOCO & JAM). Casi nada…
Apadrinamos a Fatima entre mi hermano y yo y ahora está arrasando. Es un orgullo. El que también estuvo en la tertulia fue uno de los chicos de Pan-Pot. Me lo crucé en el aeropuerto y me soltó que había seguido mi carrera y que era bastante fan mío. Quiso participar en el panel y, lógicamente, lo invité. Pero, sin duda, las intervenciones de Marco Bailey, Industrialyzer y, también, John Acquaviva fueron especiales. Han hecho mucho a mi lado.
Actualmente, vives en Londres. ¿A qué se debe?
Principalmente, a tres motivos. El primero, porque quiero terminar mi formación en la orquestación y dirección de orquesta. El segundo, porque soy beta-tester de Roland y estoy yendo mucho a sus estudios. Y el tercero, porque quería empezar a organizar eventos con mi sello Black Codes, un sello muy underground que no tendría cabida en cualquier capital europea. Fundé el sello en 1999 y lo tuve activo hasta 2006. Ahora, el vinilo está en auge de nuevo y creo que es el momento de que Black Codes resurja. Y eso, por fortuna o por desgracia, sólo puede ocurrir en Londres. Cualquier otra opción sería demasiado arriesgada. De momento, desde principios de 2018, llevamos ya tres fiestas organizadas y todas han sido increíbles. Para próximas, contamos ya con gente como Lucy o Jeff Mills. Queremos que Black Codes vuelva a la escena. La raíz tiene que estar en Londres y, desde aquí, nos esparciremos por el mundo.
¿Qué tiene Londres que no tengan otras ciudades?
Cuando mi tienda de discos en Malasaña (Madrid) empezó a funcionar medianamente bien, pude por fin permitirme una primera visita a Londres para escuchar vinilos de primera mano. Sencillamente, me enamoré. Yo siempre supe que terminaría en Londres. Además, tenía contactos allí y siempre quise ir a hacer grande mi sello.