D.In.Ge.Cc.O: Bacanadera (Autoeditado)

Creo que a día de hoy os tengo informados de casi todos mis fetiches y obsesiones, no se si en algún momento me he referido a mi fijación por los artistas de nombres impronunciables. Sumada esta tara con la de las portadas horribles, el resultado es este trabajo que reviso a continuación.
Tengo la suerte de que la nota de prensa que lo acompaña está currada, así que puedo cortar y pegar sin miedo lo que el impronunciable artista dice sobre su obra, voy a ello:

Este disco nació de una posesión. Los espíritus de la música sureña me
transportaron a una dimensión más allá del tiempo y el espacio. Me reencarné en otras vidas, en presencias del pasado y del futuro, en los suburbios de las grandes ciudades de Sudamérica, respirando la vida de los callejones de Santiago, Lima, Caracas, Bogotá, San Juan, en las calles de la Ciudad de México el día de los muertos, inmerso en el carnaval de Río de Janeiro o corriendo por las playas del Caribe a altas horas de la noche o solo, caminando como un solitario jinete a caballo, en el desierto de Chihuahua.
Este lúcido y la vez alucinante recorrido, a través de las sugerencias de los ritmos y músicas sudamericanos, ha condicionado pues toda una investigación que ha desembocado en este álbum por el uso de instrumentos clásicos con sonidos y colores cálidos (saxo, vientos en general, guitarra clásica, guitarra, piano forte) y sonidos dinámicos que nacen de su elaboración con sintes y samplers. Puse el máximo énfasis al impacto emocional y evocativo en la construcción armónica y melódica, con especial atención a las melodías y armonías propias de los géneros de la cultura negra americana y sudamericana. Bacanadera es una experiencia psicodélica y onírica
”.

Pues bien, como soy desconfiada, no me conformo con calzar la nota y me pongo a escuchar el disco a ver si hay algo de realidad en ese texto tan vendedor. Escucho breaks y collages sonoros, samples de toda índole, jazz electrónico, house, experimentación, rock psicodélico, bossa nova y samba, electro, bandas callejeras…
Un desvarío pero con mucha lógica y mucho riesgo. Es un placer ponerse los cascos en un banco a la sombra, situado al lado de un gimnasio geriátrico de esos con columpios de colores para yayos y ser sorprendida a cada compás con músicas que nunca antes había experimentado. De los mejores discos que me he echado a las orejas en los últimos meses.