Una mirada descriminalizadora a un movimiento subcultural sin precedentes.
Aunque la presencia de la cultura de baile -en cuanto a electrónica se refiere- se ha consumado por prácticamente todos los puntos del planeta, en Europa, continente donde más se ha solidificado, hay dos ciudades que resaltan por encima del resto por muy diversos motivos, pero los más reseñables: por el cuidado, el respeto y la legislación que han llevado a cabo con la misma.
Ámsterdam, pero quizá con más hincapié, Berlín, poseen un circuito de clubes envidiable y próspero, que ha sido nido de vanguardias y refugio para las comunidades más atacadas en un pasado por la historia. Metrópolis que, escuchan a todos aquellos férreos y acérrimos amantes de este género musical, despojándose, además, de estigmas y estereotipos. Mas no solo a los que la disfrutan en la pista de baile, sino también a quienes las promueven y organizan, a quienes están detrás de ella.
Si a día de hoy el panorama es así de fértil en dichas urbes, es porque desde las instituciones se ha llevado a cabo una exhaustiva audición de los deseos, ya no solo del público, tampoco únicamente de promotores y artistas, también de los vecinos, que en cierto modo pueden sufrir las consecuencias de este tipo de entretenimiento con un sentimiento comunal. Se ha vislumbrado el poder que acarrea la cultura de club y los beneficios -ya no solo económicos- que reporta, sobre todo, al terreno local. Intentando pues compaginar ambas partes implicadas, se llevó a cabo la creación, primero en Ámsterdam y por iniciativa popular en 2014, de las figuras denominadas como alcaldes de la noche, en este caso encabezada por Mirik Milan.
Para el éxito: la cultura de club necesita de políticas sociales
Como sucede con el resto de ámbitos de la vida cotidiana que participan del día a día de la gente, las leyes de la vida nocturna y la cultura de club requieren de conocimiento, participación y, sobre todo, presencia. Involucrarse en el sistema con el fin de cambiarlo, ayuda. Como también lo hace que los gobiernos, generalmente los municipales, mitiguen los problemas que puedan derivar de esta práctica. Puesto que a veces, la burocracia burocrática estrangula los proyectos y esfuerzos creativos, antes siquiera de que vean la luz. Al igual que los estatutos en torno a la zonificación y el ruido pueden clausurar locales, existentes o futuros. Es por ello que, para que la cultura de club sobreviva y perdure largo tiempo, hemos de presionar y trabajar con las personas que nos representar, que establecen las reglas.
Claro ejemplo de ello es el caso del emblemático club londinense Fabric, al que en 2016 se le revocó la licencia, obligándolo a cerrar permanentemente hasta su re apertura dos meses después. Esto sucedió a causa de la muerte de dos chicos por sobredosis dentro del local, lo cual condujo al consejo de Islington a alegar que el club no había impedido, ni puesto las medidas suficientes, para que las personas no comprasen y consumiesen drogas ilegales dentro de sus instalaciones. El revuelo que se llevó a cabo fue cuanto menos notorio, derivando en una campaña global de apoyó al club, abanderada por el lema #saveourculture, y que involucró a todo tipo de personajes, tanto de dentro como de fuera de la industria musical.
Reivindicaciones pacifistas por música de baile para el alma
Más de 160.000 personas firmaron la petición y más de 7.000 donaron dinero, en total: 328.509 libras. Berlín tampoco se queda atrás, de hecho, y quizá va muy por delante. Gracias al inestimable trabajo de Lutz Leichsenring y de todo su equipo al frente de la Club Commission. Lutz es el night-mayor de la capital alemana. La cual, desde incluso antes de la caída del muro ya protegía y resaltaba el poder comunitario y el bien que hace a la gente la cultura de club. Tanto, que con ella se han implicado incluso en el tema de los refugiados, abriendo las puertas de los locales a los solicitantes de asilo, como también a las personas sin hogar durante el frío invierno.
Activismo de verdad y con conciencia, que ha provocado que el gobierno alemán destinase 1 millón de euros a remodelar y reinsonorizar estos espacios de ocio nocturno ya que, el descanso de los vecinos es sumamente importante. Son muchas las partes implicadas y hay pues, que velar por todas. Mas no es de extrañar, Berlín gracias a la cultura de club y comprobado con un estudio el pasado febrero, recibe alrededor de 1.5 millones de euros, apoyando y promoviendo a más de 200 miembros desde 2001.
Sin embargo, como digo, ya desde cuatro meses antes de la caída del muro se vislumbraba, así como palpaba en el ambiente, la conexión y comunicación que promulgaba este género musical. Algo que se materializó en su máximo esplendor con la primera Love Parade, ideada por los DJs Westbam, DR. Motte y Kid, quienes tuvieron la delirante, aunque excitante idea de alquilar un camión, instalarle un equipo de sonido y pasearse por Kurfürstendamm, una de las principales arterias de la urbe. Con una consigna cuanto menos hippie, bajo el lema: Peace, love, unity & respect for one another.
El 9 de noviembre de 1989 el muro de Berlín cayó. ‘’Y si el techno se convirtió en la banda sonora del momento excepcional que siguió a la caída del Muro fue por tres motivos: el ímpetu del nuevo sonido, la magia de los lugares y la promesa de libertad que dicha música encerraba” cuentan Sven Von Thülen y Felix Denk en el libro: Der Klang Der Familie, Berlín, el Techno y la caída del muro.
30 años más tarde, Berlín sigue brindándole el respeto que merece
Lo que estaba claro es que aquello había llegado para quedarse. Y de una subcultura nació una cultura que el próximo mes celebrará su 30 aniversario, de la manera más comunal y participativa posible. Donde clubes de música y colectivos de 27 países de Europa, pero también de países como Suiza, Georgia o Rusia se acopiarán en la European Club Night, un evento oficial de las celebraciones del aniversario, y que contará además con discursos de apertura, pronunciados por el ministro de Asuntos Exteriores de Alemania, Heiko Maas, y el alcalde de Berlín, Michael Müller. Respaldados por la Club Commission y donde cada club será hosteado por uno local. España tendrá su representación y es gracias a NIX, el comisionado independiente de la noche madrileña, quien irá en calidad de organización invitada. Según una de sus cabezas más visibles, Jorge Sanza: ”Será un aquelarre de mentes nocturnas, donde hablaremos y compartiremos oportunidades para la noche, políticas públicas, futuras acciones y como no: bailaremos como si no hubiera un mañana.”
Pero como decía, Berlín va un paso por delante, y en la cultura de club los principios son muy férreos, debido a los orígenes de los mismos. Como, por ejemplo, la total oposición a cualquier forma de racismo, fascismo y sexismo. Es por ello que además se lanzará un manifiesto europeo sobre la cultura de club, que aúne todos ellos, y respaldado por los países participantes. ¿Os imagináis algo así, aquí? ¿Qué hace falta para que eso suceda dentro de nuestras paredes?
”Una escena robusta, amplia. Una red de clubes y locales asociados por un bien común, que se base en la diversidad de su público y la calidad de su oferta en line-ups y programaciones. Un marco legal acorde al siglo XXI, donde no se criminalice la cultura de club. No solo un apoyo institucional, que es algo mas complicado, sino dejar hacer a los y las promotores culturales que se parten el lomo para sacar adelante propuestas vanguardistas y enriquecedoras de la escena. Pero también, que los que conformamos la misma promovamos un apoyo sin fisuras de la escena local, promocionando, compartiendo y disfrutando como algo nuestro, de lo que estar orgulloso, defendiéndolo a capa y espada”, nos cuenta Jorge.
NIX, el comisionado independiente de la noche en Madrid
Quizá y esa sea una de las principales razones por las que algo de semejante calibre aún no está listo para estas tierras. No obstante, es cuanto menos necesaria la labor de comisionados independientes u organizaciones como NIX, que actúa como foro cultural y social sobre la nocturnidad madrileña. Ejerciéndose como un lugar de encuentro y agente de cambio entre la ciudadanía y las instituciones, representando tanto a promotores, artistas, salas y ciudadanos. Primando por el diálogo entre todos estos perfiles y que ha enarbolado desde septiembre de 2017 Jorge Sanza, quien ha acudido y organizado multitud de encuentros a lo largo del país, pero también de manera internacional en lugares como Bogotá, Bombay o Ámsterdam, contando con la inestimable ayuda de Carlos Masa, Bruno Caneda y Eduardo Arellano. Todo ello con un fin: conectar a personas y proyectos de horario nocturno.
Parecía que la cosa podía salir adelante cuando lo presentaron el pasado junio en la Plaza de la Luna, junto al equipo de Manuela Carmena, Más Madrid, contando además con la presencia de Lutz Leichsenring. Quienes deseaban aupar a la capital como la primera ciudad española en tener una alcaldía de la noche.
Sin embargo, cosas tan de provecho deberían no depender del gobierno de turno, ya que es algo que, en mayor o menor medida, nos atañe a todos y todas. Sin embargo, los políticos se empeñan en no escuchar, en tachar propuestas que se escapan a su cuadriculada actitud y se salen de lo convencional de sus vidas, ancladas en un pasado ‘glorioso’ que no va a volver. No desde luego como lo conocían.
Es triste ver lo que sucede en otras ciudades como utópico en las nuestras. Lo peor de todo es que estamos tan sumamente adormilados con el frenesí de una sociedad cada vez más agonizante, que nos impide en muchas ocasiones pararnos a pensar el poder que juntos podrían llegar a tener nuestros actos. Implicarnos más con las cosas y dejar a un lado una visión ególatra y egoísta, más aún cuando es la pista de baile, la que nos hace volvernos uno con todo.
Ahora la pregunta es clara: ¿Cuánto más vamos a permitir no gozar, si quiera, de una ínfima parte de todo ese apoyo que fuera recibe el movimiento?