Cuando vimos a Museless inaugurar el Primavera Club en otoño de 2016 pensamos que a la catalana, que acababa de estrenar su primer Ep –Grey Boy– en el sello Luup Records, le esperaba un futuro muy prometedor. No imaginábamos que aquel futuro que vislumbrábamos entonces sería ya, ahora, hoy mismo: como quien dice al día siguiente del citado comentario.
Medio año después de aquello tenemos que hablar de Laura Llopart no solo como una de las revelaciones nacionales del año, sino como autora de unos de los discos de electrónica de la temporada. Dichotomic History, su debut en largo, es un trabajo macizo, vertebrado y atrevido, una obra que segrega energía y agudeza a partes iguales. Fuerza de contención y de asalto en perfecta dicotomía. Una versión ejemplar, casi corpórea, de hasta dónde se puede llegar con herramientas musicales electrónicas y buenas ideas, que además revela el fascinante universo creativo de su autora. A través de un lenguaje electrónico variado pero sólido, la catalana presenta un cancionero personal con gran capacidad evocadora.
Como en los últimos meses la catalana ha llegado a desvelar medio álbum a base de repartir adelantos, teníamos bastante clara la versatilidad que mostraría en él antes incluso de oírlo al completo. No obstante, resulta especialmente sorprendente el alcance, la espacialidad del universo electrónico que ha logrado englobar en Dichotomic History ahora que podemos disfrutarlo enterito. En realidad, decir electrónico hoy en día es como llamar orgánico a todo el rock y el pop del siglo XX. Así que, en cierto modo, aunque Museless funcione con aparatos que no tiene forma de guitarra, piano o batería, no deja de ser una compositora auténtica, y lo que valoramos aquí es un discurso, un pedazo de expresión propia; no el lápiz con el que le ha dado forma. En la línea de las bases que Oneohtrix Point Never y Hudson Mohawke hicieron para ANOHNI, es la electrónica la que está al servicio, y no al revés. El lenguaje subordinado al discurso.
En ese sentido, Llopart despliega en su cancionero un universo entero y variado de ritmos, ambientaciones cromáticas, densidades –más que emocionales, de acción– e historias subyacentes, salpicado con una serie de hitos o referencias que nos ubican dentro de lo que parecen ciertas influencias de la electrónica clásica, como Jean-Michel Jarre, Vangelis o Boards of Canada, muy a grosso modo, y otras muchas más actuales. La conexión con los hermanos Sandison nos viene a la cabeza por el sofisticado desarrollo de HO HE; y la relativa a los primeros, por esa verticalidad acristalada y puntiaguda construida con relucientes escalas circulares de sinte y teclado. Fundamentalmente en las cumbres de Hybrid, un tema monumental que estalla al partirse en dos; Frozen Heart, una especie de balada pop perfumada con aristas de octopad y sinte; Dare You, quizá el ejemplo más claro; y Skyscrapper, canción que, junto a Última Guardia, Pick Color –contención y arrebato clubber respectivamente– y The Missing Lack –de after selecto en terraza elevada–, presenta el beat más pronunciado y por tanto bailable del álbum.
También podríamos meter 477 en ese grupo de canciones, pero aquí hay algo más. De esencia casi minimalista y despoblada, despierta con una hermosísima escalera de colores que nos lleva a un lugar lleno de misterio: un rincón remoto del universo al que solo tótems post-rock como balago, Mogwai o Godspeed You! Black Emperor, en otro vehículo espacial, se han atrevido a ir. Un lugar ya divisado desde los albores de la electrónica, cuando las herramientas solo permitían mirarlo desde lejos.
Por otra parte, la vertiente pop de la ecuación, por llamarla de alguna forma, la que aporta el componente más melódico y humano, se manifiesta en contados temas como elemento preponderante. Obviamente en Unborn Seeds, sobre una base groove, sintes chillones y teclados conductores, pero también en la lírica en castellano de Fiesta Nocturna –canción llena de aportes orgánicos bellísimos en un final dilatado– y en las lentas ondulaciones de Bloody, cuyo entusiasmo contenido se revela solo mediante la viva voz de Llopart.
Lógicamente es exagerado hablar de madurez musical en relación a un primer disco, pero es indudable que Museless ha recorrido el camino de la promesa a la realidad de manera fulgurante; tal vez porque, como quien dice, la hemos visto crecer a través de tantos adelantos y una presencia decidida. En cualquier caso, su universo creativo tiene consistencia, fuerza y un componente visual y ambiental sólido y muy bien trabajado. Con eso, herramientas electrónicas con las que manipular su lenguaje, y un discurso bien armado, Laura Llopart ha aterrizado como un meteorito en el panorama de electrónica pop nacional.