Discos Malditos de la Historia de la Música: “Smile”

“Smile” pudo ser el mejor álbum de la historia, “Smile” pudo haber elevado a Brian Wilson y a The Beach Boys a lo más alto del Olimpo. Pero por desgracia aquella maravillosa locura se disolvió como un azucarillo en una taza de café y envió a su creador al infierno de la depresión y el tormento extremo.

Un disco maldito puede significar muchas cosas. Desde que ese disco fue un absoluto fracaso pese a las expectativas creadas, que su publicación fue el comienzo del declive de una banda o un artista, o como nos ocupa en este caso que se trate de un trabajo que nunca vio la luz como estaba previsto. “Smile” es el paradigma de esta última definición, un álbum concebido para ser el más importante de la música y que por diferentes motivos nunca pudo ser lanzado. Pero antes de adentrarnos en su historia, es necesario poner en contexto cuándo y cómo se gestó este disco maldito.

The Beach Boys en 1966 se encontraban en su mejor momento después del exitazo que supuso “Pet Sound”. Un álbum reconocido como uno de los mejores de la historia y que supuso la transformación musical de la banda, pasando de ser una factoría de hits facilones a un grupo que apostaba por la vanguardia más estimulante. Y el culpable de esta metamorfosis fue el único e inigualable genio Brian Wilson. Pero Brian quería más, quería ser más complejo,  más conceptual, más profundo, más experimental.., así que se puso manos a la obra para crear un proyecto que en sus propias palabras debería ser “una sinfonía adolescente dedicada a Dios”. El 17 de febrero de 1966, The Beach Boys se metieron el estudio de grabación para trabajar  su tema más reconocido de la historia, «Good Vibrations». Aunque esta canción fue diseñada en un primer momento para ser parte de “Pet Sound”, al final Brian Wilson decidió descartarla, ya que siempre tuvo en mente que sería una de las piedras angulares de “Smile”.

La historia de la grabación de «Good Vibrations» tiene para un artículo por sí misma. Primero por el gasto récord en aquella época, más de 50.000 dólares. Se grabó en 5 estudios diferentes y participaron 26 músicos profesionales tocando más de 17 instrumentos. La complejidad de este tema era tan grande, que Brian Wilson hizo veintiocho variaciones en el verso y treinta y siete en el coro. Después, seleccionó las mejores pistas e hizo una sola. Un proceso de locos con el que pretendía realizar un álbum entero. El single fue lanzado el 10 de octubre de 1966 y meteóricamente se convirtió en un éxito rotundo, más de cuatrocientas mil copias vendidas en los primeros cuatro días y número uno en las listas de Estados Unidos e Inglaterra. Con estos datos.., ¿qué podía salir mal?

Capital Records acordó con la banda que  “Smile” saldría a la venta el 15 de enero de 1967, un plazo relativamente corto para que el hype creado por el single no decayera. Su meta era convertirlo en  el proyecto más importante de la música, bajo la batuta de un Brian Wilson desatado y en su pico máximo de creatividad. Aún así contrato al compositor Van Dyke Parks para ayudarle con la lírica y se puso a trabajar con él mientras el resto del grupo realizaba una gira por Europa. Por aquel entonces a Brian Wilson ya no le motivaba actuar en directo y prefería encerrarse en el estudio a desarrollar  nuevas excentricidades sonoras.

El 3 de agosto de 1966 Brian Wilson y Parks comenzaron a grabar «Wind Chimes» solo con los músicos de sesión contratados. Los primeros días todo iba viento en popa, las sesiones fluían sin mayores problemas, pero poco a poco la atmósfera y las demandas de Wilson  se volvieron hiper complejas y surrealistas, ya que se encontraba en una etapa de consumo excesivo de LSD y hachís. Se sucedieron una serie de anécdotas que han pasado a la historia, como cuando Brian Wilson le exigió a los músicos que se pusieran un casco de bombero para interpretar «The Elements: Fire». Su paranoia iba en aumento, destruyó las cintas de este tema porque un edificio cercano al estudio se incendió y temía que aquella canción fuera una generadora de incendios. Además si no le gustaba la vibra en el estudio, suspendía sesiones sin previo aviso aunque ello supusiera la pérdida de miles de dólares. Ante este caos, era más que evidente que el álbum no se publicaría en la fecha prevista. El gasto incontrolable de dinero y las excentricidades de Brian Wilson se tradujeron en nuevos retrasos hasta que el 6 de mayo de 1967 la banda comunicó a los medios que se cancelaba el lanzamiento de  “Smile”. No hubo marcha atrás, dio igual que las grabaciones estuvieran casi completas o que la compañía de discos ya tuviera preparadas más de 419.000 carátulas del disco. Brian Wilson comenzaba un descenso descontrolado a los infiernos y era incapaz de seguir luchando por el que se suponía iba a ser la obra maestra de su carrera. Poco después salía Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band y aquello supuso la puntilla al proyecto más ambicioso de The Beach Boys.

Pero la historia de “Smile”, como las buenas historias, no había llegado a su fin. Desde su cancelación se creó un halo de misterio que mitifico este trabajo y alentó la curiosidad de los fans. Comenzaron a circular ediciones no autorizadas con fragmentos de aquellas sesiones filtradas extraoficialmente. La leyenda nunca decayó, cada poco miles de fans exigían su lanzamiento, pero tuvieron que esperar hasta el siglo XXI para que sueño, en parte se hiciera realidad. En 2004 un Brian Wilson desintoxicado y con sus problemas mentales controlados publicó junto a su banda The Wondermints, presentó  “Brian Wilson presents Smile” recuperando la esencia de idea primigenia.  En 2011 The Beach Boys publicaron Smile Sessions, una edición de nueve discos que recuperaba el total de las grabaciones originales del álbum. Una joya imperecedera que cautivó a la crítica y que regaló a sus fanáticos un sueño que parecía inalcanzable.    

“Smile” pudo ser el mejor álbum de la historia, “Smile” pudo haber elevado a Brian Wilson y a The Beach Boys a lo más alto del Olimpo. Pero por desgracia aquella maravillosa locura se disolvió como un azucarillo en una taza de café y envió a su creador al infierno de la depresión y el tormento extremo. De todas formas os recomendamos que escuchéis esas extraordinarias grabaciones, un ejemplo de genialidad sin filtros que echamos tanto de menos en nuestros días.