El legendario artista angelino ofreció el viernes en Sala Caracol dos horas de electro y electro-Funk clásico y contemporáneo. Frankie Pizá estuvo ahí y lo cuenta en su crónica.
“I’m The Egyptian Lover / Sexy Senior / It’s not just a name / It’s an adventure.” Greg Broussard canta con autoridad en su gran clásico Egypt, Egypt conservando las mismas reglas distintivas e identidad que le convirtió en un icono cuando el sonido Rap de la West Coast inundó las salas de baile. Su fanfarronería, su groove y su particular simbología con referencias al Antiguo Egipto. Eran los primeros compases de la década de los 80 y el sonido Electro iba a convertirse en sustento para las masas gracias a figuras como las del nativo de Los Ángeles.
Para acudir a una de las actuaciones de Egyptian Lover no es necesario empaparse del contexto que le precede ya que resulta un espectáculo en sí mismo: su forma de enfrentarse a las mezclas, de encadenar los mismos patrones rítmicos mediante el beat-juggling clásico y montarse en el hombro su Roland TR-808 para improvisar algunos beats es parte de un lenguaje singular. Aunque la historia no ocurre en vano y conviene siempre tenerla en cuenta: “Egyptian Lover incluyendo clásicos de Kraftwerk en una de sus sesiones” es diferente a “cualquier persona incluyendo clásicos de Kraftwerk en una de sus sesiones”. “I mix so fast / I scratch so sweet” canta en el mismo single, uno de los que interpretó este pasado viernes en la Sala Caracol. Fue una de las primeras virtudes que le llevaron al estrellato: su control del turntable y absorción de algunas de las primeras técnicas de scratch.
Al presenciar su inicio con Numbers de Kraftwerk, Egyptian Lover está delimitando su espacio y trasladándonos al pasado como un médium; al usar el beat-repeat para alargar una de las partes más populares de la composición está dejando claro que estamos ante el original y no ante una imitación.
Una vez dentro de su dimensión todo resulta coherente: al escuchar Neucleus, Tour De France (Kraftwerk) o el Planet Rock (Afrika Bambaataa & The Soulsonic Force) extendido hasta los casi 10 minutos pasando por sus agujas podemos comprender que más que una exhibición estamos ante un ritual. Una liturgia old-school que probablemente sea idéntica show tras show. Una clase extraordinaria de la evolución del Rap en la West Coast impartida por uno de sus máximos representantes vivos.
Más o menos en 1984, cuando el Rap seguía siendo un movimiento minoritario y en período de expansión por toda América, Broussard (a partir de su paso por la Uncle Jamm’s Army) supo combinar un método de producción construido a base de escuchar grupos como los que hoy sigue incluyendo en sus sets con una forma de rapear funcional y directa, circulando en paralelo con otros proyectos como los de World Class Wrecking Crew, Rodney O & Joe Cooley o solistas como Arabian Prince, King Tee o Ice T. Egyptian Lover hizo lo que Davy DMX, la Jonzun Crew o Hashim hicieron en la otra costa: modificar el genoma del Rap para introducirlo sin vuelta atrás en los clubes.
El pasado viernes el público acudió en masa para poder ver con sus propios ojos al icono y recibieron lo que habían venido buscando: el set giró alrededor de las dos horas de Electro y Electro-Funk clásico y contemporáneo, sustancia sonora predominante que sirvió de apoyo para que Egyptian Lover interpretara algunos de sus singles más conocidos en directo y presentara una nueva canción que se incluirá en su próximo álbum, titulado 1985.
Aunque pueda parecer que la experiencia fue poco más que una regresión nostálgica, observar al norteamericano manipular sus discos y encender su TR-808 basta para comprender su valor genuino. Un set-up simple no significa limitaciones y las posibilidades de Egyptian Lover con tan solo unas copias en vinilo (un apunte que el mismo Broussard aportó en una entrevista en el pasado: “Sigo llevando conmigo los mismos discos que compré en 1980”) y un sintetizador de ritmos (tal y como insiste en llamar a la icónica máquina de Roland el teórico Kodwo Eshun) resultan infinitas.
El público conectó desde el principio con Broussard y el ambiente fue adecuadamente conducido por la selección previa de OG Juan (del equipo de la promotora Tombolo), quien ofreció buenas dosis de Electro heterogéneo e incluyó algunos clásicos relacionados con los comienzos del break dance como el instrumental de Play At Your Own Risk de Planet Patrol. Y lo que se anticipaba más complicado, mantener el vigor de la audiencia tras la marcha de Broussard, fue superado con creces por un Ideograma que combinó Electro más contemporáneo, Acid House, Techno y algunos detalles de Pop sintético para diversificar la banda sonora de la noche.
Nada ha cambiado en Egyptian Lover desde que construyera su primer single de éxito (cortando y pegando hasta 4/5 de sus primeros bocetos) en 1984 o comenzara a practicar sus mezclas. Tan solo el contexto. Todo lo que iba a diferenciarle de sus contemporáneos sigue impreso en la letra de Egypt, Egypt y sigue hoy reclamando la atención de aficionados en todo el mundo.