William Tell (Oscar Isaac), el protagonista de “El contador de cartas”, último film del dinosaurio que es Paul Schrader, es un enigmático jugador de cartas que deambula de mesa en mesa y sin llamar la atención por decrépitos casinos de segunda de la costa Este. Su vida nómada es una prolongada penitencia que se ha impuesto a si mismo tras haber participado activamente en las torturas cometidas en la prisión de Abu Ghraib durante la guerra de Irak y haber aprendido a contar cartas durante su estancia en prisión.
Al igual que Travis Bickle, el protagonista de Taxi Driver (escrita también por Schrader), William, es un ex-combatiente marcado por las atrocidades de la guerra que intenta sobrevivir en un mundo en el que es imposible reinsertarse. Su existencia se limita a ganar lo justo para seguir tirando, transitando por decadentes moteles de carretera como si fuera un fantasma, realizando en las habitaciones en las que se hospeda un ritual de bienvenida que consiste en forrar con sábanas cada uno de los muebles de estas estancias, para después escribir en su diario, mientras bebe whisky en la soledad de esos acolchados cuartos, alejándose lo máximo posible de todo contacto con otros seres humanos.
Todo cambia tras su encuentro con Cirk (Tye Sheridan), un joven huérfano (hijo de un compañero de William en el ejercito), en el que William atisba la manera de redimirse de una vez por todas. En su afán por ayudar económicamente al muchacho se asociará con La Linda (Tiffany Haddish), una intermediaria capaz de sentar a William en partidas millonarias, y juntos emprenderán un viaje de casino en casino formando un disfuncional trio de personajes en ruta por carreteras perdidas. Mediante el uso de flashbacks (en los que usará un efecto de ojo de pez y William Dafoe como protagonista), nos trasladará a las infames torturas realizadas por el ejercito de los Estados Unidos en Irak y nos propondrá una reflexión sobre cómo asimilar y superar los atroces hechos del pasado.
De nuevo, la culpa, la penitencia y la redención, vuelven a ser los ejes centrales sobre los que se articula una película de Schrader. El autor de “El reverendo”, “The Canyons” o “Aflicción” entre otras, nos vuelve a hipnotizar con una película seca, gris y profundamente triste que transita por las ruinas de una América vencida realizando una instantánea del momento actual del país. Sus personajes aboyados transitan por una realidad fea, decadente, cutre, repleta de ludópatas infelices que malviven en la América profunda. No hay emoción ninguna en las partidas ni interés por parte de Schrader de mostrárnoslas. Lo que en principio se presenta cómo una película de poker se transforma rápidamente en un Noir de combustión lenta y ritmo espeso que es toda una exploración de la dolorida alma humana.
Su relato será el de superación de la culpa mediante el Amor. Tan sencillo como eso. Será el amor el que al final del film devuelva a los protagonistas cierto grado de humanidad y quedará plasmado visualmente en ese impresionante y emocionante plano final de las manos de William y la Linda intentando tocarse a través del cristal.
Habrá que ver si Paul Schrader con sus 75 añazos a sus espaldas se sigue guardando ases en la manga y entregándonos películas tan cojonudas y brillantes cómo lo es esta.
“El contador de cartas” llegará a los cines de toda España el próximo 29 de diciembre.