El crítico: Una especie en extinción

“El Crítico” es la crónica de una especie en extinción, el relato intimista de una profesión depauperada por el paso del tiempo, la historia de un personaje anacrónico que se desvanece en una sociedad que ya no busca en la palabra una referencia o un aprendizaje.

En una sección como ésta no podía dejar pasar la posibilidad de “criticar” al crítico cinematográfico más irreverente de este país, protagonista de un documental llamado “El Crítico”. Hablamos de Carlos Boyero, un personaje que se ha dedicado desde diferentes medios de comunicación de destripar los estrenos cinematográficos, en la mayoría de los casos con una mala ostia sin filtros. Asegurar que Boyero ha sido el mejor crítico de la historia de nuestra patria es algo subjetivo, lo que es objetivo es que nadie como él ha sabido utilizar la bilis de una forma tan elegante y tan precisa. “El Crítico” es la crónica de una especie en extinción, el relato intimista de una profesión depauperada por el paso del tiempo, la historia de un personaje anacrónico que se desvanece en una sociedad que ya no busca en la palabra una referencia o un aprendizaje.

Curas con sotana, drogas y alcohol

En la primera parte del documental se explica la historia de Boyero, de cómo fue arrancado de una niñez feliz en las faldas de su madre y fue arrojado a un internado de curas que marcaron su carácter.., para mal. Porque esa crueldad, en ocasiones esa falta de empatía, esa frialdad con el bisturí que muestra Boyero en sus artículos, nacen en parte de aquel ambiente casposo y de abusos que sufrió en su etapa de crecimiento. Allí fue también donde se forjó su pasión por el séptimo arte, escapándose cada vez que podía de la opresión de su colegio para asistir a sesiones interminables de películas en los cines de su ciudad. Aquella infelicidad, aquel dolor interior, aquella amargura existencial le acompañó hasta sus años universitarios en Madrid, donde se convirtió en un personaje esquivo que solo se dedicaba a desarrollar su espíritu bohemio sin límites. Alcohol, drogas, prostitutas y charlas intelectuales se convirtieron en su leit motiv. Su compañero en el colegio mayor, Fernando Trueba, dejó de escribir en una revista sobre cine y le dio el relevo a Boyero, desde aquel día su destino quedó marcado.

Odiado y amado a partes iguales

Hubo un tiempo en el que los críticos de cine tenían poder. Su opinión era importante y podían conseguir que una película triunfara o descarrilara en taquilla. Carlos Boyero era consciente de su poder, pero nunca lo utilizó en beneficio propio, su criterio era su gusto y eso le hacía impredecible. Y no hay nada que de más miedo que alguien impredecible, por eso sembró el terror en la industria, ya que nadie podía prever por donde saldría Boyero. En el documental varios personajes hablan de ese temor, de la angustia que provocaba comprar el periódico y ponerse a leer la reseña del crítico por excelencia. Esto le canjeó amor y odio a partes iguales, había gente que le odiaba a muerte por su forma ácida de escribir, y había gente que amaba esa libertad y desfachatez que transmitía su pluma. Si hay un caso paradigmático que muestre este enfrentamiento es el de Pedro Almodovar, si hay algún director al que Boyero le haya golpeado con saña ese es el director manchego. Las crónicas de sus películas son puñaladas certeras con veneno en la punta. Durante las últimas décadas cada uno de sus lanzamientos han sufrido el ataque nuclear del crítico sin miramientos y sin piedad, intentando hacer el mayor daño posible.  

La insoportable levedad del ser

El retrato que nos hace este documental del Carlos Boyero actual, es el de una persona envejecida, resabiada, amargada, la de un pez fuera del agua que se enfrente a la modernidad desde la negación. Su desencanto es evidente, su tristeza se deja entrever por una soledad auto infligida, su actitud aparentemente derrotista tiñe todo el metraje y nos hace empatizar con su persona. Esto no significa que él intente provocar pena o lastima por su situación, no significa que se queje amargamente por el paso del tiempo y por los cambios que éste provoca. Boyero mantiene una postura hierática, cínica y como los viejos leones camina lentamente mostrando sus colmillos cuando es necesario. Pero no engaña a nadie, describe su soledad sin tapujos, la ausencia de la familia, de los antiguos camaradas de batallas y de un estilo de vida que se evapora como el agua estancada en pleno mes de agosto. La reflexión con la que concluye el documental es estremecedora, la frialdad y la seguridad con la que la expresa te deja en shock, y sus ojos afilados te demuestran que si tiene que llevarla a cabo no durará ni un segundo.

Si has llegado hasta aquí es que eres especial

Otro de los puntos que trata “El Crítico” es la falta de lectores en la sociedad actual. Cada vez menos gente lee en general y en especial las críticas de cine. Se conforman con repasar las breves sinopsis o seguir las indicaciones de páginas “especializadas” que puntúan las producciones con tomates o con estrellas. Vivimos en un mundo que ya no se apoya en el criterio de los expertos, estamos tan saturados de información que nos conformamos con el fast food mediático, con lo rápido, con aquello que no nos lleve demasiado tiempo asimilar. Por eso las críticas de cine ya no trascienden y los que las escriben no reciben el respeto y la admiración que generaban antaño. Por eso si has llegado hasta aquí, si has tenido la paciencia de leer estas 900 palabras, eres un ser especial.  

Epílogo

Después de visionar “El Crítico” lo primero que se me ha pasado por la cabeza es qué cojones estoy haciendo con mi vida, si merece la pena sentarme frente al ordenador a escribir mis reflexiones y mis pajas mentales sobre el séptimo arte. Pero el placer auténtico no reside en los demás, en el número de likes o de visualizaciones, el placer reside en crear algo de lo que estar orgulloso y cuando llegues al punto final del artículo, un escalofrío de orgullo recorra tu cuerpo. Lo demás…, es vanidad.