Nos acercamos el primer domingo de octubre al espectacular cierre de la siempre candente terraza de verano de Replay Sunset Parties en Madrid. La fiesta dominical lleva ya todo el año haciendo bastante ruido con motivo de la celebración de su quinto aniversario pues ha ido programando a muy buenos artistas que no suelen verse por la capital. Si a eso le añadimos que el closing de la terraza de verano se ha ido posicionando con fuerza durante los últimos años como la última cita estival ineludible en las agendas de los clubbers madrileños, así que ya sabíamos que nos encontrábamos ante un aperitivo jugoso.
Más suculento se presentaba el plato cuando se descubrió que el festín incluía el directo de Stephan Bodzin. Un espectáculo que ha dado la vuelta al mundo con excelentes críticas pero que hasta el momento se había atravesado en su estreno en Madrid. Aunque el alemán había pasado por la capital en un par de ocasiones en los últimos años en formato DJ set, era desde hace mucho tiempo codiciada su actuación en directo, un show muy aplaudido tanto por la complejidad de su realización con los juegos entre sintetizadores moog como por la implicación de la que Bodzin siempre hace gala cuando lo lleva a cabo. Los ánimos pues estaban bien arriba y desde primeras horas de la mañana la fiesta contó con una buena afluencia de público.
Aunque nosotros lamentablemente no llegamos a la propuesta de primera hora, el Brunch de mediodía en el que Replay ofrece barra libre de cerveza, barbacoa y la posibilidad de lucirse a los showcases, fiestas y sellos que más ruido han ido haciendo en la capital en los últimos tiempos. Le teníamos ganas. En este horario y formato ya se han presentado nombres bien conocidos en Madrid como Trueno, La Casa del House, Housekeepers, Nómadas o Colt, todos ellos con bastante éxito y público. Para el cierre de la terraza los encargados de animar el cotarro fueron los chicos de Sungate Records (Trømmel, Hakk y Equal).
Nosotros nos plantamos en Pinto alrededor de las 16:30, hora punta de llegada del grueso del público a la fiesta. Álvaro Medina era el encargado de sonorizar los primeros acordes de una tarde que se nos antojó muy gustosa desde que pusimos el primer pie en la pista. Una cantidad considerable de fieles ya calentaban llenando la pista y bailando al son de los tracks sugerentes que el DJ madrileño fue seleccionando de entre su mejor repertorio de primera hora. Un buen warm up que invitó a la mayoría a plantarse en la terraza y degustar el aperitivo de tracks de aires minimalistas con buenas dosis de groove que Álvaro nos presentó.
El siguiente artista también formaba parte del roster de residentes de la fiesta madrileña y empezó su sesión entre vítores y aplausos. Simón García celebraba su cumpleaños en casa y nos deleitó con una sesión ecléctica, balanceada, que fluyó con gracia y consiguió mantener al público en constante euforia y bailoteo. De arriba a abajo de un lado a otro, las últimas horas de la tarde se nos pasaron muy rápido, inmersos en el torrente de emociones y tracks que Simon nos regaló.
Pero el público no se olvidaba que el homenajeado era Simón. Por eso cuando sonaron los últimos compases del track con el que el madrileño dio por finalizada su sesión toda la terraza prorrumpió en gritos y vítores e improvisó un emotivo cumpleaños feliz.
La sonrisa no se nos había quitado aún de la boca cuando Bodzin tomó posesión del palco de honor de la noche y comenzó a regalar uno tras otro esos temas de su cosecha que han emocionado a los clubbers de todo el mundo. Y Replay no fue una excepción. En pocas ocasiones hemos visto a un público tan entregado como el que danzó, gritó, saltó, coreó, pataleó y se llevó las manos a la cabeza con cada sonido que emanó de la cacharrería del alemán.
El embrujo de las melodías y de ese techno tan personal del que Bodzin hace gala penetró profundamente y de forma muy visible en las almas de los madrileños, que viajaron durante hora y media por páramos que desconocían pero que difícilmente olvidarán.
Tras el directo uno de los Hunter/Game remató a los bailarines dominicales con ritmos más contundentes pero conservando la línea melódica en una sesión que algunos calificaron como una perfecta guinda del pastel.
A otros nos dejó fríos. Bodzin había sido demasiado intenso y ya nada nos podía conseguir volver a inflar. Porque aquella tarde fue especial. Un Bodzin escultor cinceló con sumo mimo las más bellas melodías galácticas, ondeando con maestría entre sonidos sintéticos y kicks que retumbaban, latían. Perduraban. Y perdurarán.