El Silencio: Una bazofia ruidosa

Nunca he estado tan cerca de cortarme las venas viendo una serie como con “El Silencio”. Un producto vacío destinado a permanecer en las cloacas inmundas de las peores series de la televisión.

Que la calidad de las series de Netflix está disminuyendo a pasos agigantados es un hecho irrebatible. Y un buen ejemplo de esta tendencia es la serie española llamada “El Silencio”. Un sinsentido absurdo, con un guión paupérrimo y con unas actuaciones ridículas y exageradas. Una serie que consigue que estés pendiente de otras cosas, prefieres mirar el móvil aunque sean gilipolleces antes que seguir consumiendo un producto de tan baja calidad como “El Silencio”. Decenas de conveniencias de guión, lugares comunes, tramas innecesarias, personajes que no pintan nada, situaciones what the fuck y un quiero pero no puedo constante. Este vodevil absurdo que quiere vestirse de thriller es ridículo de principio a fin, pero sobre todo al final. El último capítulo es de lo peor que he visto en mi vida, con una serie de escenas patéticas, con unos diálogos patéticos y con un supuesto giro final que menos giro es cualquier cosa….¡y con una policía que tarda más en llegar al lugar de los hechos que un cojo a línea de meta de una maratón! Esta serie no es mala…., es lo siguiente.

Trailer mentiroso

No hay cosa que me joda más que me traten de gilipollas, que me tomen el pelo de forma descarada y que además pique el anzuelo. Es exactamente lo que me ocurrió con “El Silencio”. En su tráiler nos explican que es la historia de un chaval envuelto en un asesinato y que desde entonces no habla, no coopera y que no se comunica con los que le rodean. ¡Puta mentira! El fulano se pasa toda la serie hablando, conversando con el 80% de los personajes, aunque lo que dice y cómo lo dice sea una sucesión de exabruptos malhumorados y gruñidos repetitivos. En el tráiler nos venden que el menda no habla porque guarda un secreto y ese secreto será el hilo conductor de la trama, y los que investigan su caso tendrán que descifrar ese silencio para resolver la historia. Nada que ver con lo que sucede durante los seis episodios de mierda que me he tenido que tragar por culpa de algo que me vendieron y que era más falso que una zapatillas Nike de mercadillo.

Una trama de mierda

Normalmente no desvelo las tramas de las series, doy pinceladas pero no entro en profundidad para no hacer spoilers y fastidiar las sorpresas. Pero en esta ocasión la motivación de este artículo es que NO veáis la serie, porque quiero evitar que sintáis nauseas y terminéis de rodillas frente al retrete vomitando los espaguetis carbonara que cenasteis.

“El Silencio” va de un chaval que ha matado a sus padres de forma violenta y que tras pasar varios años en una especie de cárcel rollo escandinava sale a la calle gracias a su “buen comportamiento” y al apoyo de una asociación de reinserción cristiana dirigida por un argentino que luego descubriremos que solo quiere follarse a chicas jóvenes. El chaval sale de la trena para buscar a su hermana y curiosamente se va a vivir a la misma casa donde mató a sus padres. Una casa llena de cámaras y micrófonos que ha puesto un equipo dirigido por una psiquiatra que está como una puta cabra, para estudiar el comportamiento del chaval homicida. Éste se dedica a hacer lo que hacen los chavales homicidas, poner cara de malo y a hacer todo tipo de estupideces de malo. Entra en contacto con una chica que trabaja en el Primark que está fascinada con él y que le escribía a la cárcel y que da la casualidad que le daba clases de piano a la hermana. Esta chavala colabora con el equipo de la psiquiatra y termina follándose al asesino, lo que desata un conflicto son su novio, un joven agente inmobiliario. Entre medias se desarrolla la trama del predicador argentino abusador y una especie de conspiración policial para proteger a una farmacéutica que le había suministrado a la madre del asesino un fármaco para contener su ira. Dos tramas que al final no quedan en nada y que se cierran porque patata. Y es que en esta serie las explicaciones porque patata son una constante. La psiquiatra loca resulta que adoptó a su hermana, pero el interés que tiene en realidad es que se quiere follar al asesino, porque….patata. Al final se descubre la verdad de lo que sucedió con los asesinatos que es exactamente lo que nos han contado al principio. Seis episodios dando vueltas e inventándose gilipolleces para acabar en el punto de partida. Todo acaba trágicamente pero sin dejar claro que ocurre, una paja mental de gafa pasta que intenta dotar de un mensaje profundo a la conclusión, pero lo único que consigue es empeorar la mierda que nos habíamos comido anteriormente.                

Unos personajes de mierda

Lo de los personajes es de traca. No pueden estar peor construidos e interpretados. Comencemos por el asesino sexy. El chaval es un actor de la serie “Élite”, lo que ya nos da una pista de por dónde van los tiros. El chabón está enfadado 24/7, cara de soy malo porque el mundo me hizo así, soy violento porque la sociedad me oprime, no sonrío porque no sé que es la felicidad y frunzo el ceño porque me sale de los cojones. Eso sí, todas se lo quieren follar, porque…¿hay algo más atractivo que un asesino con cara de úlcera intestinal? Toda la serie así, más que plano que el sueño húmedo de un terraplanista.

Y si hablamos de gente plana, vayamos con la psiquiatra. Cara de aguantarse un pedo durante años, inexpresiva, insustancial y con una existencia profundamente triste. ¿El motivo? Es una superdotada intelectual. Tócate los cojones. Tan lista pero a la vez tan estúpida por dejarse fascinar por un chaval homicida, hasta tal punto que se masturba viéndole follar con otra y cuando le tiene cara a cara le come la boca. Una interpretación vegetal, un personaje sin alma y sin personalidad que refleja la obsesión de una forma patética y sin matices.

Luego está la chica aspirante a Rosalía que trabaja en el Primark y que le ponen los asesinos porque los chicos malos molan más que nada. ¡Toma mensaje de empoderamiento! Su rol en la serie es absurdo y sus tramas son absurdas. Lo del novio veinteañero que trabaja en una inmobiliaria es para descojonarse de la risa, sus conversaciones son peor que meterse en vena un guión de telenovela turca. Su último dialogo bajo la lluvia es para pegarse un tiro. Eso sí, se folla al guapo asesino…, el sueño de toda adolescente.

El predicador argentino es un estereotipo tan burdo y simple que consigue que te salgan sarpullidos en la piel. En ocasiones parece hasta cómico, una caricatura sin sentido que no aporta nada a la serie más que ser malo porque es malo y porque los malos hacen cosas malas. Y mira que tiene el look y la voz perfecta para adoptar el rol de malvado, pero es tan pésimo el guión y su hilo argumental que  no le dejan brillar ni un segundo.

Conclusión

Una pérdida de tiempo de proporciones bíblicas. Una serie basura sin alma ni corazón. Un producto putrefacto basado en falsas premisas. ¿Cómo pueden las plataformas, los gobiernos y los patrocinadores gastar dinero en este tipo de bazofia? No la veas, no pierdas tu valioso tiempo, seguramente tengas mejores cosas que hacer.