El diccionario lo deja bien claro. Una red es un aparejo hecho con hilos trabados en forma de malla dispuestos para cazar. En un sentido figurado, Mutek es un ente que trasciende toda barrera geográfica -el festival madre es el de Montreal, pero se celebran Muteks por todo el mundo- dispuesto a atrapar al espectador. La novena edición de Mutek Barcelona, que se ha celebrado del 7 al 10 de marzo, ha tejido una compacta red con el denominador común de la creatividad digital. Una red que ha sido capaz de guiarnos de forma magistral por toda la ciudad con el objetivo de hacernos vivir una experiencia original y diferente en cada momento. Una red que nos ha conectado con artistas canadienses y que nos ha acercado a otros eventos y realidades.
El festival arrancó en el Institut Français com la delicadeza imperfecta de la productora francesa Colleen, que presentó su último trabajo, A flame my love, a frequency, en un directo simpático con teclados y sin ordenadores en el que la artista compartió con la audiencia cada movimiento de conecta y desconecta que realizaba en cada track. Música minimalista e hipnótica, con trazos de voz angelical y luz tenue en la sala. La jornada la cerró el jazz progresivo y experimental del músico y clarinetista polaco Waclaw Zimpel. La organización nos obsequió con un cocktail de bienvenida en el Mobile World Centre donde pudimos ver la instalación interactiva MR-808 de Sonic Robots.
El segundo día del festival tuvo un nombre propio: Herman Kolgen. El artista canadiense estuvo toda la semana ensayando con el grupo de percusión barcelonés Frames Percussion para rendir su particular homenaje visual y sonoro a Steve Reich. La pieza Train Fragments tuvo un arranque terrorífico, con voces grabadas y ruido de choques de tren, después, evolucionó en una composición enérgica y física en la que Kolgen era el director de orquestra del grupo de percusión -con 6 músicos a escena- que se dejaron, literalmente, la piel, para dejar al espectador estupefacto en la butaca de la Barts. Instrumentos de metal para emular el ruido ferroviario, acompañado de una enorme pantalla con visuales que no engañaban. A mi favor, y para corroborar mi tesis inicial de la red Mutek, la noche terminó en la sala Laut, con el showcase Mutek x Lapsus -con directos de M.E.S.H. y Mana y dj set de Wooky-, y arrancó con el programa de conferencias Digi Lab by Mazda, en el Mazda Space.
El viernes empezó con una extraña sensación. El nuevo ImaginCafé acogió el directo de dos artistas Iraníes. Arrancó el dúo de electrónica experimental 9T Antiope, un concierto intimista de una gran belleza atmosférica con voz que te susurraba al oído. Pero la magia del Medio Oriente se vio rota por el ruido del público. Incluso la organización pidió en repetidas ocasiones respeto a los artistas. Al final el público calló y pudo seguir Siavash Amini, uno de los fundadores del festival SET de Teherán. Y de allí, al Apolo. La renovada sala 1 y la dos, Astin, acogían la programación nocturna de Mutek. Destacaría el post dubstep quirúrgico y repetitivo de Beatrice Dillon -no sé si el Live fue entendido entre los espectadores, deseosos de bailoteo-, y el DJ set de cerca de 3 horas de techno “zapatilla” del productor alemán Zip, que sí deleitó a la sala. En la 2, el duo cósmico Olde Gods, formado por los productores electrónicos JMII y Guillamino, desplegaron un repertorio de reminiscencia italo con voces sampleadas y música de club. Todo un acierto.
El sábado era el día grande. La jornada arrancó temprano en la Antigua Fábrica Estrella Damm. El nuevo escenario del exterior de la fábrica -y digo nuevo puesto que en la pasada edición las obras del recinto no permitieron tenerlo- fue un sinfín de sets de dj barceloneses. Disco, funk y house de la mano de Sonido Tupinamba, Dadame, Orphidal, Palm Grease, Deckard y Gerard Llopart. Del segundo escenario, “Máquinas”, me quedo con el directo de Lucas Paris, un show audiovisual hipnótico con tres tótems de luz sincronizados a tiempo real con la música a medio camino entre el IDM fantástico y el ruido pseudo rítmico. En la cabeza de la jornada, y con mucha diferencia, el arrollador directo de la productora alemana Mika Risiko, Ziúr. Impresionante la capacidad de la artista de deconstruir todo tipo de músicas y de estilos, del metal pasando por la música máquina o las voces de TLC, y de arrojarlos al público sin compasión, con un constante sonido industrial que arropaba de forma magistral los diferentes palos. Fue el típico concierto al que entrabas -como servidora- o te repelía al puro estilo de “me estalla la cabeza”. Nada de medias tintas. A destacar también de la jornada el directo del productor local Huma, de bajos potentes y un afinado show de luces. Las actividades de la fábrica se completaban con el DIGI MRKT by dublab.es en la Sala Básculas y la jam organizada por Ableton en la Sala Brassatge. La experiencia Mutek en la fábrica mola: unas birras, amigos, música y muy buena onda.
El sábado, antes de ir al Apolo, Mutek en colaboración con Reebok Classic, organizó un evento sorpresa -únicamente anunciado en redes y para los 100 primeros linces- en la Sala Hiroshima. El investigador sonoro Nicolas Bernier presentó, por primera vez en Europa, su nuevo espectáculo, Transfer, y Belief Defect -que más tarde veríamos actuar en Apolo- presentó el vídeo Unnatural Instinct, junto al director de la pieza. Y de allí, y literalmente a cuatro pasos, segunda noche de Apolo. Confieso que me perdí Byetone -me comentaron que fue increíble- y que me atrapó el deep reggaetonero del americano Dj Python. Galera añadió el bombo a su sonido suave y jazzy, todo un acierto, y Maurice Fulton estuvo, como siempre, brillante. La noche terminó por todo lo alto y con ganas de más. De más Mutek y de más redes de estas que un día te atrapan y de las que no quieres salir nunca.